domingo, 17 de noviembre de 2013

Proyectos fallidos

A lo largo de este año (dos mil trece) he realizado diversos proyectos de viajes. Al final han resultado ser todo proyectos fallidos. Fueron proyectos interesantes, de todo tipo y a lugares apetecibles, muy apetecibles. Incluso en algún lugar ya me ofrecieron casa y cama. Pero una extraña pereza ha ido tapando los proyectos a medida que se aproximaban las fechas. Luego la niebla de la indiferencia los ha ido cubriendo. No los he olvidado. Siguen presente en mí. Así que algún día, sin pensarlo mucho, me cortaré el pelo y retomaré alguno, o uno detrás de otro.

Sin más carteles, algunos letreros sólo anunciaban que la 
calle estaría cortada con motivo del Maratón. Y eso que éramos
más de 12.000 participantes. 
Tampoco importa demasiado. Porque no he renunciado a ellos traumáticamente. He vivido experiencias interesantes. He disfrutado de amigos, hija, animales y trabajo. Y también he disfrutado planeándolos, viviéndolos en mi imaginación, he mantenido conversaciones imaginadas con gentes extrañas que luego han pasado a ser amigos, de mi imaginación. He recorrido países, he buscado plazas en vuelos que luego no he ocupado. He estado en parques, en calles, he tomado cervezas de marcas desconocidas que luego formaban parte de mi acervo cultural. Preparar un viaje es hermoso. Y como he preparado varios, pues he disfrutado. Todo, casi todo, tiene su parte positiva.


Una imagen que me sigue subyugando, la de una bicicleta "liberada" 
junto a una verja.
Los viajes no realizados los he dejado para el año que viene, pero ya estoy preparando otros como si tuviera que seguir trabajando en mis proyectos, como si la producción fuera necesaria, como si la cadena de montaje necesitara nuevas piezas. Algo haré, o no haré nada. Pero seguiré disfrutando.

Bueno he hecho un viaje. Un pequeño viaje a Dublín. Fue casi por obligación. Un día viéndome perezoso en el espejo de mi conciencia me dije “ya está bien, tienes que hacer algo” y no sé por qué motivos ni razón me apunté a correr el maratón de Dublín. Me puse a entrenar y compré los billetes. Era la forma de decirme que no habría marcha atrás. Lo cierto es que unos días antes dudé e incluso pensé en no ir. Luego fui. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario