jueves, 17 de noviembre de 2011

El maratón, la muerte y el ácido láctico

Si el maratón desafía a la muerte, yo me atreví a desafiar
a la guardia griega. Me planté, dije que no pasaría y no pasó.
El "No pasarán" de la pancarta lo llevé a cabo. No sirvió
de nada.
El reto del maratón tiene ciertas similitudes con la muerte. Con esto no quiero desanimar a nadie. Cuando debido al gran esfuerzo físico que se realiza, el cuerpo no tiene oxígeno suficiente para alimentar a sus células, se produce ácido láctico para llevar el óxigeno de las reservas hasta las células. El cuerpo se pone nervioso y suele producir más ácido del necesario, lo que origina al día siguiente un dolor muscular semejante a las agujetas, hasta que es eliminado pasados uno o dos días.
Cuando llega la muerte se produce algo parecido y es que las células, al dejar de respirar el recién finado, no reciben oxígeno, entonces entra en acción el ácido láctico para poder darles el óxigeno necesario de las reservas. Durante unos instantes las células sobreviven al cuerpo que les da cobijo, pero sin más acciones, sin más que hablar ellas también mueren. Este proceso provoca el rigor mortis, algo parecido al rigor o rigidez postmaratoniana. Pero como en la muerte, también en el maratón, después del túnel del sufrimiento se ve una luz.

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