jueves, 17 de noviembre de 2011

Despedida. Versión dos.

Cabeza de la manifestación con personas que habían sido
torturadas y represaliadas durante la dictadura.
Desde primeras horas de la mañana, Atenas estaba tomada por la policía. Según los medios de comunicación había alrededor de 7.000, y creo que los he visto a todos. Por todos lados.
Los estudiantes griegos, y trabajadores, llevaban varios meses movilizándose en 1973 en contra de la dictadura griega. El 17 de noviembre la policía entra en la Escuela Politécnica, que es donde están reunidos los estudiantes en asamblea y mata a muchos de ellos y a otros los deja heridos. A pesar de esa victoria, significó la pronta caída de la dictadura, pocos meses después Grecia es demócrata nuevamente. 
Todos los años se conmemoran estos acontecimientos con manifestaciones en Atenas. Este año las manifestaciones tenían un carácter especial pues también las alentaba la situación de crisis e indignación contra la clase política griega.
Por la mañana, diversos partidos y colectivos hacían ofrendas florales en la Escuela Politécnica. Allí había comunistas empeñados en venderme revistas y vales para subvencionar a su partido.
Una de las pancartas reproducía el famoso "No pasarán",
que también me dijeron cuando estuve en Rusia.
Por la tarde, sobre las tres los diversos partidos y asociaciones se iban concentrando en la zona de la plaza Omonia, que es donde estoy viviendo para salir en manifestación. He buscado dónde colocarme para participar, pero no me convencían las siglas de ningún partido, hasta que he encontrado un grupo de ancianos que he pensado que eran pensionistas que pedían un trato mejor. Como anciano joven que soy me he dicho, estos son de los míos y he cogido la pancarta.
Sin saberlo, porque aún no había comenzado el recorrido, resulta que era la pancarta de cabeza. Toda la prensa mundial haciendo fotos, así que discretamente me he retirado y he preguntado que quienes eran. Una de las ancianas me ha dicho que ellos eran personas que habían sido torturados y represaliados por la dictadura. Entonces sin duda era el sitio donde debía estar, aunque en un segundo plano. Viéndolo he soltado las primeras lágrimas emocionadas de la tarde.
Nos hemos dirigido hasta cerca de la plaza Sintagma, que es donde está el Parlamento griego. Allí un cordón policial nos ha impedido seguir. Discusión y forcejeo con la policía. No sé que hablaban, pero entendía perfectamente la situación. Los manifestantes eran los que eran. Ya habían demostrado su poder de convocatoria. No hacía falta más. Pero el sentido de la dignidad les obligaba a rebelarse, a pedir más, a continuar y no aceptar las normas de quien les controlaba. Gritos, muchos gritos, lloros, muchos lloros, entre otros los míos, de gente que pedía dignidad y buen trato por haber luchado contra la dictadura.
Vendedor de máscaras antigás
VFinalmente se nos ha dejado continuar con la manifestación. Debía pasar por el lado de la plaza Sintagma, pero un grupo de anarquistas se ha separado de la manifestación y se ha puesto frente al Parlamento. Primeras tensiones. A la vez, otro grupo de anarquistas se ha enfrentado a la policía. Primeros disparos. Después de unos minutos de desconcierto, la manifestación ha continuado.
Al pasar frente a la embajada de Estados Unidos, alrededor de mil policías la custodiaban. No es una exageración. He contado veinticinco autobuses de policías. Poco después la manifestación finalizaba.
Ya de vuelta, deshaciendo el recorrido, mientras todavía seguían llegando miles de manifestantes, un grupo violento de no más de 200 personas estaba rompiendo todo lo que encontraba a su paso, entradas a las casas, suelos, escaparates, papeleras, contenedores,… Destruyendo. Me he alejado un poco para no verme implicado en la refriega con tan mala suerte que me he visto entre dos grupos de policías que disparaban a los violentos. Cerca de donde estaba ha caído un bote de gases lacrimógenos y cómo he llorado. Al principio creía axfisiarme, luego huyendo con un numeroso grupo de gente a la que había pasado lo mismo, todos llorando, tosiendo, buscando aire a bocanadas, hasta que hemos logrado salir por otra calle.
A pesar de que muchos de los convocantes eran comunistas, el capitalismo les ha vuelto a ganar la partida. De entre el humo de los gases han salido inmigrantes con aspecto de paquistanís que ofrecían máscaras a precio económico. Eran los mismos vendedores que por la mañana ofrecían, a precio económico, claveles a los que realizaban la ofrenda. Y es que el capitalismo tiene recursos de los que el comunismo carece.
Cuando me ha ofrecido la máscara, yo ya había llorado todo lo que tenía que llorar, así que no ha podido hacer negocio conmigo, pero sí con mucha otra gente. 

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