domingo, 13 de mayo de 2012

Misa eritrea

Portada de la iglesia de los eritreos.
En Mosta vive una pequeña comunidad eritrea. Posiblemente sea la única comunidad que no tiene bar. En vez de bar tienen iglesia. Me invitaron a su culto. Así que yo que no desperdicio ninguna ocasión para acudir a sitios diferentes estaba a las diez y media de la mañana en su local. Unos sesenta eritreos, de raza negra y un blanco, que soy yo. Me han recibido con los brazos abiertos. La celebración era en uno de las distintas lenguas que tienen los eritreos. Así que me han puesto un traductor para mí sólo.

¡Digno de una película!, pero de la típica película que el espectador dice que el guionista se ha fumado una docena de porros antes de escribir.
El predicador gritando. Los asistentes entrando en trance y cantando y moviéndose. Mi traductor entraba en trance con las manos levantadas, salía del trance, me daba una explicación en inglés y volvía a entrar en trance.
Mi mente alocada con uno que me gritaba en eritreo y otro me hablaba en inglés, uno por cada oreja y en mi interior la locura, el desconcierto.

La técnica la utilizan de maravilla. Comienzan pidiendo arrepentimiento. Los asistentes al culto de rodillas unos, sentados otros, unos con la cabeza “sentada” en una silla, debían estar sentando la cabeza. Otros llorando. Luego comienzan los cantos. El predicador dirigiendo a todos, cantando, animando a cantar, con un micrófono dejando que el “público” siguiera la letra, avanzando las estrofas para que todo el mundo las cantara. Todo un show propio de grandes conciertos.
Al poco llamando a bailar. Cada uno bailando a su bola. Unos saltando, otros danzando, otros con movimientos repetitivos, otros en plan discotequero. He de confesar que yo mismo he acabado bailando. No podía quedarme como un pasmarote. Ha entrado un grupo de jóvenes blancos que venían a ver el espectáculo y también han llorado, han bailado. Me he preocupado. Estas técnicas de movimientos de masas siempre triunfan.

Luego ha venido lo mejor. Un predicador distinto ha señalado un punto en la Biblia y ha comenzado a disertar sobre él. El predicador gritaba enfurecidamente y mi traductor me iba traduciendo al inglés. Mejor que seguir con la narración que alguien lo imagine. Porque el predicador era el típico predicador que enerva a las masas gritando sin parar, de vez en cuando bajando la voz casi hasta un susurro y luego volviendo a gritar.
Después de una hora de traducción simultánea le he dicho a mi traductor que ya tenía bastante iesus (que es como sonaba el nombre de Jesús en eritreo) por hoy, que me iba. Posiblemente me haya perdido la comida eritrea que venía después, que también me hubiera encantado. Otra vez será.

2 comentarios:

  1. Hostias qué barbaridad...
    Igual para la comida sacrificaban un blanquito, y te has librado por poco...

    Ansioso por leer el siguiente lío en el que te metes...

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  2. Creo que hiciste bien en no quedarte a comer, no fuera que preparasen el milagro de los penes y los peces, que mala pinta tiene por ser negros los penes y eritreos los peces.

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