jueves, 1 de agosto de 2024

Albania. Burra.

 Albania. Burra.
Si he hablado de los burros, ahora toca hablar de los burra. Burra es de las poquísimas palabras que he conseguido aprender del albanés. Es una de las palabras, junto a birra (cerveza), que se hacen imprescindibles para moverte con ligereza por el país. Burra es la forma como en albanés se llama a los hombres y cuando se va cargado de birras es necesario buscar el cartel que indica que eres un burra para sacar los restos del agüita amarilla.

Albania. Las bicicletas. Mayo 2024

 Albania. Las bicicletas.
Tenía intención de alquilar una bicicleta para ir por los alrededores de Tirana. Finalmente no lo hice, tuve un poco de miedo al caos de la conducción y no es que apreciara que los albaneses conducen mal, todo lo contrario muy respetuosos con los peatones, sino que conducen muy apretados dejando pocos huecos entre los coches.
Las bicicletas son muy comunes y no como un vehículo de los pijoprogres, sino como el vehículo de la casa con el que se va al trabajo o incluso el que constituye la propia empresa. Habilitan algún espacio y con la bicicleta se disponen a vender recuerdos para los turistas.

Albania. La fortaleza de Berat

 Albania. La fortaleza de Berat.
La vista a esta fortaleza es recomendable. Más allá de la calificación de los restos de arquitectura, son los de urbanismo, que todavía hoy tienen su utilidad. Generalmente visitamos castillos olvidándonos en muchas ocasiones que formaban parte, en la mayoría de los casos, de una fortaleza en la que vivían los habitantes del lugar. En Berat se puede pasear por las calles trazadas hace siglos, intuir cómo se vivía y ver a gente que todavía sigue viviendo en las casas que fueron hogar de campesinos y guerreros medievales.

Albania. Los burros. Mayo 2024

 Albania. Los burros.
Tengo un burro. En este mismo blog aparece en varias ocasiones. Tengo un burro porque mi abuelo tenía otro burro con el que iba a trabajar, sobre el que se montaba, al igual que muchos otros abuelos, y a los que en muchas ocasiones se maltrataba, porque era un burro que dolía cuando se moría, un poco por el apego que se le había cogido y un mucho porque había que hacer un desembolso económico para adquirir uno nuevo para que trabajara como un burro.
Teniendo yo un burro, con un amplio espacio para vivir y pastar, he querido que disfrutara lo que no han hecho sus antecesores. Sólo me he puesto sobre sus lomos en alguna ocasión durante unos segundos, sin que ello supusiera un esfuerzo para él más allá del que puede suponer que yo tuviera a un niño sobre los míos. Lo voy a ver todos los días, excepto cuando estoy de viaje que siempre tengo a un cuidador que me sustituye.
Cuando veo un burro siempre me llama la atención y siempre le doy recuerdos de parte del mío. Son complicidades. Cuando veo que maltratan a los burros, en muchos países donde todavía forman parte de la economía familiar, bastante habitual, me enervo.
En Albania vi trabajar a algún burro y tratado con corrección. Pronto quedarán sólo los que algún caprichoso de alma borrica quieran homenajear a sus ancestros.

Albania. El teléfono. Mayo 2024

Uno de los 300 burek que comí            
 Albania. El teléfono.
Las conversaciones familiares, las discusiones que hace unos años tenían lugar en la intimidad de un domicilio, raramente en la calle, ahora, desde la aparición del teléfono móvil, se han externalizado. Yendo por la calle se puede asistir a conversaciones privadas que sacan lo colores, a manopleos al viento del que todos los caminantes, al que no ve quien los produce, somos anónimos receptores. A un lado una declaración de amor, al otro una adolescente llorando desconsolada mientras pide, se supone que a otro muchacho, que no la deje.
No todo el mundo tiene teléfono móvil, pero la percepción es de que todos al menos tienen uno ya sea en un país pobre o en uno rico. He visto a pobres con un cartel aceptando limosnas por bizum y para ello tenían allí su número de teléfono escrito en un cartón junto al lamento correspondiente; soy padre de cinco hijos, se ha muerto mi esposo, no encuentro trabajo,...
Al ver una antigua y al parecer con escaso uso de una cabina telefónica en las calles de Tirana me ha venido los recuerdos de cuando se hablaba con la familia, con la novia o los amigos, de cara a la pared y poniendo una mano tapando la boca para que ningún paseante pudiera interpretar tus intenciones.

Albania. Más religiones. Mayo 2024.

 Albania. Más religiones.
Por aquello de que cuando se está de viaje se hace necesario visitar monumentos, yo cada vez visito menos, es difícil no entrar en alguna mezquita, iglesia ortodoxa o templo de alguna variante local. Cada vez me fijo más en los fieles que en la arquitectura. En unos veo a los fieles arrodillados, con la cabeza en el suelo y el culo en pompa, en otros haciendo los signos de la cruz por todo el cuerpo, en otros encendiendo velas, en otros esperando a que los sacerdotes hagan sus ceremonias ocultas para que los fieles no vean la comunicación de sus popes con Dios, y así con muchas otros ritos. Me he dado cuenta que el único rito en común es que en todos los templos ya sean politeístas, monoteístas o de culto a los animales, en todos hay un cepillo para echar unas monedas, que todos los dioses parece que agradecen ese gesto.
Cuando veo a esa gente devota imagino a su dios observándole desde los cielos diciendo, este fiel no ha hecho la genuflexión con suficiente ardor, aquél no se ha orientado bien hacia la Meca, el otro llevaba el crucifijo ladeado sin demasiado decoro,... y por lo tanto no entrará en mi reino o tendrá un castigo antes de hacerlo, o le corresponderán las walkirias más feas.
Esta percepción está superando, para mí, el espectáculo de las piedras, los arcos, minaretes y dovelas.

Albania y los euros

 Albania y los euros


Podría decirse que se puede ir por todas partes en Albania con sólo euros en el bolsillo. En prácticamente todas partes los admiten. El cambio está a 100 lek por euro, por lo que la conversión es elemental. Conviene llevar moneda local para pequeños pagos, porque algunos establecimientos sólo admiten billetes. Es recomendable cambiar en alguna de las muchísimas casas de cambio que hay por todas partes. Son fiables y serias y no cobran comisiones. Yo iba cambiando según iba necesitando dinero, diez, veinte o treinta euros cada vez.
Albania está considerado como el segundo país más pobre de Europa. Los consumidores de fruta pagan 3,79 euros por un kilo de manzanas en este pobre país, en un supermercado. No sé si es un consuelo o un desconsuelo.


Albania. Aceite de oliva.


No tiene nada que ver con el aceite 


 




Albania. Aceite de oliva
Procedente de una tierra olivarera como soy, donde desde niño sólo se consumía aceite de oliva e incluso no se sabía que hubiera otro que no fuera el del motor del camión de mi padre, con una cultura familiar, igual que otras muchas familias, en la que iba con mi padre a comprar el aceite para todo el año, en que los Reyes Magos nos traían a cada hijo una garrafa de cinco litros, hemos pasado, casi por obligación, a saber cómo se fríe con aceite de girasol, donde hace pocos años lo compraba por menos de cinco euros el litro y ahora que está en torno a los doce euros, he visto en las estanterías albanesas cómo el precio estaba en torno a los 18 euros. Consuelo de idiotas.
Junto a la casa donde nací había dos almazaras, una a cada lado. Una de ellas ha estado en funcionamiento hasta hace pocos años, por jubilación de los herederos. No la pudieron vender porque sus instalaciones eran las de hace más de un siglo. Tiene su explicación. Ahora se ha cerrado otra de instalaciones modernas a las que acudíamos mi padre y yo a por el aceite de todo el año. Nadie se hace cargo. Parece que la cultura del aceite que identifica a los bajoaragoneses está languideciendo. La diferencia de precio en algún bolsillo está, no entro en más, pero da la impresión de que obligados a buscar alternativas, el aceite de oliva, poco a poco va encontrando alternativas y pudiera ser que llegado el momento que baje de precio no encuentre los consumidores que antes tenía. Y mercados, fuera del español, tiene muy pocos.

Albania. Además de Tirana

Albania. Además de Tirana.







He tenido mi residencia durante quince días en Tirana y desde la capital me he ido desplazando a otras poblaciones en autobús, volviendo en el día. He estado en Durres, en la costa, en Berat con fotografías de postal aunque la realidad no es tan bella, en Kruje con un centro histórico muy preparado para el turista y desde donde intenté hacer una excursión caminando y no la acabé. Estuve en Skhodra en la frontera con Montenegro donde vi mucha pobreza, chabolismo y fue el único lugar donde tuve cierta sensación de inseguridad, aunque absolutamente todos fueron amables conmigo. He estado en otros lugares y en muchos otros no, de todos ellos, de sus edificios, sus castillos, su historia se puede encontrar información en muchas partes. Me ha importado más conocer a las gentes, hablar en la medida de lo posible con ellos (en Tirana me encontré a un albanés que hablaba perfectamente español, lo había aprendido en Estados Unidos donde había estado trabajando cuatro años, ¿en Estados Unidos?, sí, trabajaba con latinos), he visto las ciudades, que fuera de la parte histórica son muy parecidas con un esquema urbano que se repite una y otra vez. He visto el campo que suele estar habitado por todas partes con pequeñas poblaciones o caseríos diseminados. He visto su naturaleza, sus innumerables empresas junto a la carretera, su pobreza en gentes buscando por las basuras y en su riqueza en edificios y coches. Pero sobre todo iba a vivir y puedo decir que he vivido.

Peluquería

Albania. Peluquerías de mujeres.



Desde aquellos gorros eléctricos que ponían a las mujeres en la cabeza como si fuera el casco de un astronauta y que hacía ruidos extraños al alunizar, que veía en la cabeza de mi madre cuando de niño la acompañaba a la peluquería, desconozco las prácticas actuales en las peluquerías de mujeres. Me llamó la atención encontrar a las puertas de las peluquerías y en las cafeterías próximas a mujeres con la cabeza envuelta en papel albal como un bocadillo de un colegial que supongo que debían pasar por ese ridículo, muy bien llevado, para mostrarse esplendorosa el resto del día o de la semana.