sábado, 22 de junio de 2024

 Albania 14 al 28 de mayo 2024
¿Por qué Albania? Esta es una pregunta que me hago cada vez que viajo para justificar la elección. Sin que haya que tener forzosamente una respuesta que lo justifique. Lo más correcto es decir “porque sí”.
Hace unos cincuenta años, cuando era estudiante en la universidad y antifranquista militante, un compañero mío de la clandestinidad consiguió poder viajar a Albania invitado por los comunistas albaneses. Esperaba encontrar la revolución en su estado más puro, el paraíso de los trabajadores, la sociedad perfecta y lo que se encontró fue a un peluquero que le afeitó la barba y le cortó el pelo, entonces signos de progresía española, porque en Albania estaban prohibidas esas manifestaciones individuales y todas las colectivas que no estuvieran dirigidas a enaltecer a Enver Hoxha, el dictador comunista que disponía de vidas y voluntades de todos sus súbditos.
Me hubiera gustado conocer, desde dentro, esa sociedad (aún tengo la esperanza de viajar a Corea del Norte) donde no se podían tener perros si no era para trabajar.

Foto obligada nada más llegar a Tirana


En los días que he estado, para un turista como yo, no queda ningún vestigio de la dictadura y lo que pudiera ser algún resto ha quedado, a mis ojos, maquillado, transformado u olvidado. Sólo en la plaza Skanderbeg de Tirana permanece un mural y en alguna población algún símbolo ajado, desdibujado, olvidado como el yugo y las flechas falangistas en alguna población española.
Leí que había unas estatuas del dictador y amigos en un jardín pero estaban detrás de una valla de obras y sólo se asomaban resignadas a permanecer en la cárcel que habían ido construyendo, que fue tan grande que su espacio acabó siendo minúsculo y todo lo demás para los prisioneros.
En casi todas las informaciones sobre Albania se dice que es un país muy barato, y no es cierto. La gasolina, la fruta, la comida en general, la cerveza en los supermercados (que es el índice Nasdaq de los españoles) y la ropa es más cara que en España. Se puede comprar más barato si se hace directamente a los hortelanos o se encuentra un vestido de segundo, tercer o cuarto cuerpo, en unos mercadillos donde hay decenas de miles de piezas revueltas. Comer es barato si se come burek, que es una especie de empanadilla que se vende por todas partes, pero si se quiere comer con un primero, un segundo, vino, gaseosa, pan y postre, los precios son semejantes a los españoles. Suelen ser más baratos aquellos servicios donde interviene mano de obra que es mucho más barata que en España.

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