Como los pactos con uno mismo se hacen
para incumplirlos cuando se quiera y me había dicho que no iba a ir
por caminos, así que he salido por unos caminos difíciles para mi
edad, en los que he tenido que bajar de la bicicleta para ir cuesta
abajo. Como las posibilidades de disfrute eran nulas, en cuanto he
podido me he salido y he pensado que cuánta razón tenía al decidir
ir por carretera.
Oviedo |
La ruta no pasa por Vadediós, pero
merece la pena desviarse para ver la iglesia prerrománica que nos
ofrece. Es cierto que está cercada y si nadie te lo abre debes verla
a unos treinta metros, pero su imagen y su entorno bien merecen el
desvío, aunque luego haya que subir una cuesta infernal, imposible.
Imagino que alguien la subirá montando en bici, pero con calor y con
el peso de las alforjas se hace para mi imposible. Así que
nuevamente pie a tierra y esta vez por ir cuesta arriba.
Como se dice, más o menos, que quien
ha estado en Santiago y no ha visitado El Salvador, ha visitado al
siervo, pero no a su señor, me he acercado hasta Oviedo para visitar
El Salvador. Nuevamente la entrada por la que hay que cotizar. Las
iglesias las hicieron obligatoriamente nuestros antepasados. El
mantenimiento se hace vía impuestos, además el clero cobra también
vía impuestos y encima nos hacen pagar por entrar. Pues no.
Compra de manzanas y callejeo por
Oviedo para partir hasta Avilés, donde llego a la hora justa para
comprar y hacerme la comida. Cuando unos franceses me ven llegar cargado de manzanas, cuando me hablan de mi lo hacen refiriéndose al tipo que ama las manzanas.
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