viernes, 5 de agosto de 2011

Preparando mi salida

Atado. Sigo atado a compromisos, trabajos, obligaciones adquiridas y contratadas por otros. Sigo soñando en que cada día rompo un trocillo del eslabón de la cadena que me ata. Quiero escapar.

Violeta me enseña el camino. 
Esperar en tomar la decisión puede llevarme a la vejez y 
perder el pelo. No hay tiempo que perder.Que se nos va. 
Sueño con irme a París en moto. El origen de este sueño se remonta a muchos años atrás, cuando era un joven libertario. Vino a visitarme un antiguo exiliado que siendo de Alcañiz vivía en Francia. Su primer viaje a su tierra de origen, donde ya no quedaba ni un amigo, ni un conocido, ni un familiar, fue para verme. Vino en moto. Una pequeña moto de 49 c.c. Le costó un día entero. Y charlamos. Hablamos mucho del pasado y del futuro. En un momento de la conversación entendí que él no se definía como anarquista. Me sorprendió, así que le pregunté: ¿no eres anarquista? No. No lo soy. ¡Qué más quisiera yo! Toda mi vida he intentado ser un buen anarquista pero no lo he conseguido.
Ese sentir mesiánico, comprometido con los demás del anarquismo me impresionó. Desde entonces siempre he tenido en cuenta estas palabras para pensar antes de hablar y definirme como realmente soy, no como quiero ser. Fue un ejemplo de humildad.
Hace un año aproximadamente vi un documental de Lucio, un anarquista navarro procedente de una sociedad pobre, marginada, que llegó primero a la rebeldía y luego al anarquismo porque vio cómo morir o vivir era cuestión de pertenecer a una clase social. Su padre no pudo costearse los medicamentos necesarios para seguir viviendo.
Lucio puso en jaque a la sociedad capitalista. Falsificó todo lo imaginable y siempre vivió de su trabajo como albañil. Vive todavía hoy en Francia. Me gustaría ir a verlo. Tengo una pequeña moto, así que volviendo a cerrar los círculos que uno va abriendo por la vida, le gustaría cerrar éste. Es mi sueño más inmediato. Pero tengo otros.


Bay, bay Niuyork


La reflexión, el análisis y un poco de pereza me han llevado al retraso de esta última anunciada crónica niuyorkina.
Siempre me he preciado de estar atado a la cuerda que tira del futuro, pero en este caso debo admitir que miro al pasado niuyorkino con demasiada frecuencia. Algún día me enchufo al gugel earth y paseo por las estáticas calles niuyorkinas en busca de alguna vivencia perdida. Me tiene amarrado la nostalgia. Me aferro a algún correo electrónico y al blog que está publicando Katerine, la muchacha colombiana con cuya familia hice amistad, para ver por sus ojos lo que imagino.
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Como la meta está fija, uno tiene que moverse hasta encontrarse con ella. No hay atajos, pero sí caminos más largos.

¿Por qué esta pasión por Niuyork? Primero habría que explicar el sentido de algunas situaciones comunes que conducen a errores. Mucha gente piensa en Niuyork como símbolo del capitalismo salvaje, del imperialismo sin mesura, del control del mundo, de los abusos consentidos de la policía. Y eso será cierto. Alguno me ha dicho; yo a Nueva York no voy, como una especie de declaración de principios.
Aunque fui a la Casa Blanca no hablé con el Obama y aunque estuve en el ayuntamiento no vi al alcalde. Vi a sus gentes de mil colores y cuatrocientas lenguas y diez millones de formas de entender la vida. Viví la forma de entender la libertad que tienen las gentes niuyorquinas, sufrí con gusto el sentido del respeto que tienen sobre el ciudadano, quedé complacido con la forma que tienen de administrar el tiempo mirando al futuro. En España había buena gente, muy buena gente y abundante en tiempos del franquismo. Luego escarbas y encuentras que cada mundo es una persona. Pero ahí está tu elección.
En Niuyork vi cientos de fuentes y ninguna rota. En Niuyork, además de los bancos de Wall Street, también tienen los bancos para sentarse en los parques y en las calles. Si cuidan los primeros, más aún cuidan los segundos. No vi ninguno roto. Que no quiere decir que no los haya. Salvo en un puente, no vi pintadas por ningún sitio.
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Esto es el concepto de la banca que se tiene en mi pueblo. El Wall Street alcañizano.

La realidad de Alcañiz, mi pueblo hasta que me nombren hijo adoptivo los niuyorkinos, es como un mazazo de abandono. Aquí se puede molestar, es como un derecho constitucional. Se pueden dar voces a las cuatro de la mañana para dar a entender que esa es la forma de libertad, se pueden romper bancos, fuentes, mobiliario, malecones,… para poner de manifiesto la diferencia y fortaleza de cada uno. Se puede rechazar un proyecto empresarial por parte del ayuntamiento porque es la forma de hacerse valer más por parte del político. Se dan negocios desde la administración a amigos incompetentes, pero con quienes podrás irte de putas.
Me está doliendo todavía este aterrizaje. Lo estoy haciendo con mi panza, en vez de con la del avión, por una pista llena de guijarros.
Y además en Niuyork están los policías corruptos, los imperialistas, los que venden su corazón por unos gramos de oro,… Aunque no los vi, no lo niego.
Me voy a otra reflexión. La política ocupa una parte muy importante de nuestras vidas. Les hacemos demasiado caso. Pero la vida puede discurrir al margen de los políticos. La vida es mucho más que sus decisiones. Las relaciones humanas pueden generar mucho más que lo que intentan entorpeces los políticos. Ellos nos defraudan y son fraudulentos con nosotros, ¿por qué no podemos hacer lo mismo con ellos?
Tolo, un amigo mío, mencionaba con mucha frecuencia la frase de “parad el mundo que me apeo”. Un día, harto, decidió apearse. Aunque esa frase forma con demasiada frecuencia parte de mis recursos, al menos hoy quiero dar marcha al mundo para que gire más rápido y haya oportunidad de vivir más intensamente.
A mi vuelta he encontrado demasiadas ausencias. Ha habido gente de mi edad que se apeado. Unos a la fuerza, otro voluntariamente eligiendo el recurso del olivo y la soga. Y es que hasta para eso se es tradicional.
Somos lo que nos queda. Ya no vale beber a sorbos; a bocanadas y con las manos llenas, aunque se derrame el agua.





Noviembre de 2010 en Niuyork


Allá va que va la despedida


Puedo decir, sin exagerar, que a esta altura de la película, cuando se aproxima The End, me he pateado Niuyork. He hecho un cálculo aproximado, y además de los 42 kilómetros del maratón, durante estos días me he hecho más de 350 kilómetros andando. Y eso da una visión detallada de la ciudad. Salvo el Bronx, que entré corriendo y salí por piernas (el día del maratón) me he pateado el resto de distritos. Y así he conocido esa vida que me ha agradado.

Hoy ha sido un día intenso, divertido, lleno de curiosidades, de abrazos y despedidas. Esas palabras de esperanza diciendo que nos veremos aquí o allá y la experiencia te dice que casi nunca se realizan, pero como alguna vez sí que se cumplen, uno alimenta la esperanza eternamente. Intercambios de correos electrónicos para no romper los hilos que nos han unido y que cada día se irán estirando más y más hasta hacerse finísimos, casi invisibles. Dejo amigos, esperanzas y una ciudad que me duele porque a partir de mañana me perderé toda la vida y actividades que genera.

Por la mañana me he encontrado a un periodista que estaba haciendo una crónica con una cámara doméstica. Me he acercado a él y era el corresponsal en Niuyork de Intereconomía. Toda la corresponsalía era él, que se grababa, se cortaba y editaba la noticia. He estado hablando unos momentos con él.
Esta es toda la corresponsalía y todo el material gráfico con el que cuenta Intereconomía en Niuyork.


Al lado, le he pedido a un viandante que me hiciera una foto con el cartel de las gambas de fondo, lugar donde sirven todo tipo de gambas cocinadas que sale en la película Forrest Gump. Me ha contestado en español y le he preguntado si era español, sí, ¿no me crees? Sí, claro que te creo, si no me crees te enseño el pasaporte. No hace falta, por supuesto que te creo. Ya verás. Y me ha enseñado el pasaporte. Pues sí, era español.

En Niuyork se puede estar todo el día de fiesta y además free, que es la forma que tienen de decir gratis. Hay una página que es www.clubfreetime.com donde te ofertan todas las actividades culturales que son gratuitas o tienes que pagar una módica cantidad de dinero. Esta mañana he estado escuchando un grupo de jazz The Gotham Jazzmen. Grupo muy bueno, y con mucha experiencia, uno al menos 65 años de experiencia, el batería que ha tenido que ser sustituido por una joven que debía ser su nieta o bisnieta. Muy buen rato.

Como suele suceder un par de veces o tres al día, en un momento he tenido ganas de mear. La solución es sencilla, entrar en un bar, en algún urinario público o en alguna institución como la biblioteca, por ejemplo, pero he visto en la otra acera por donde iba a unos que estaban disfrazados de inodoro. Me he acercado y es que estaban haciendo publicidad en la calle de tazas de wáter para que te sentaras en ellas como en un trono. Les he preguntado medio en serio (porque me estaba meando) medio en broma (porque no entendía todo el despliegue con música incluida para anunciar tazas de wáter), que si podía mear. Me han dicho que por supuesto, que entrara en el local que estaba decorado de una forma fantasiosa, me ha recibido uno en una zona habilitada como información, me ha dicho dónde dirigirme y entonces un spiker por un micrófono ha dado a conocer a todo el mundo que iba a mear. Otro me ha abierto la puerta y la verdad es que me he sentido como un rey. Pero aún faltaba un detalle, y es que debía hacerme una foto en un gran wáter como si de un trono se tratara. ¿Le pueden tratar a uno mejor?




A pesar de lo contado, muchas más han sido las vivencias. (Sólo de hoy me dejo en el tintero la visita a la biblioteca, las imágenes del ejército de salvación, una guines tomada en un bar donde dos músicas cantaban y tocaban música irlandesa, la charla y despedida de la familia amiga de colombianos, la charla y despedida con Román, que es ucraniano, el rato pasado en el Washington Square, el paseo triste diciendo adiós imaginariamente a todas las gentes que dejaba atrás,…) Ha habido más crónicas de las publicadas, pues a veces el ritmo de las vivencias era más rápido que el tiempo. Algunos han sido los olvidos a pesar del poco tiempo transcurrido.


El ejército de salvación ya no son aquellas mujeres mayores vestidas de negro, pero con su campanilla intentar despertar la conciencia de los transeuntes. Están presentes en todas partes.

Esta es la última crónica desde Niuyork. Quizás la semana que viene, ponga mi cabeza en orden y escriba una reflexión. Como muestra de lo vivido me voy de esta ciudad sin que me haya dado tiempo de visitar el Empire State.


Escrito por chabeto el 24/11/2010 03:44 | Comentarios (5)

Cada noche Niuyork se reinventa

Cada noche Niuyor se reinventa, y si no lo hace cualquiera tiene oportunidad de ver tantas cosas diferentes que parece que lo hiciera.

Anoche estuve en uno de los bares donde tienen actuaciones en vivo. Si otros días veía cómo se iban formando distintas formaciones del mismo grupo y sin desentonar, lo de ayer era como un karaoke, pero sin subtítulos y con música en vivo. Quien quería del público se apuntaba a una lista y cantaba la canción correspondiente. Era gracioso y sorprendente ver como la típica ama de casa niuyorkina, que es distinta de la española, se subía al escenario, se transformaba y comenzaba a retorcerse mientras hacía interpretaciones buenísimas.

Ya comenté que cuando corrí el maratón hubo un barrio donde se callaron los aplausos y desapareció el público. Era un barrio judío. Aunque pasó de mí y de los 44.999 corredores restantes, yo no he querido pasar de él y me he acercado. ¡Qué barrio más extraño!, ¡qué viaje a no sé dónde! Los hombres van con sus cabezas rapadas, tirabuzones en las patillas, barba, camisa blanca, abrigo, sombrero, chaleco, zapatos y pantalones negros. Y así todos, a cientos.




Judía que va a la última moda, con un estampado que no es habitual ver en la tienda más fashion de todo el barrio, con lujoso escaparate y con el contenido más llamativo el de la mujere que está mirando. Yo con mi parka roja temía que me confundieran con un actor porno. No he visto en todo el barrio a nadie, incluidos los no judíos que llevaran algo de colores vivos.


Todos con el mismo peinado, con las mismas formas y los que llevaban gafas hasta con las mismas horribles gafas de pasta. Sólo los hispanos, que les sirven de mano de obra no cualificada, daban una nota discordante. Entre las mujeres la diferencia la marca el calzado, que unas llevan zapatillas de deporte y otras zapatos negros. Pero todas cortadas por el mismo patrón. Tal es así, que me ha llamado sobremanera que todas llevaran el mismo corte de pelo, igual de lacio, con media melena y me ha sorprendido más aún no ver ni una sola peluquería. ¿Cuál era la explicación? Hay que ser observador para encontrarla. Todas llevan peluca. No es broma. Pelucas iguales. Resulta que el pelo propio les “pone” a sus maridos y para evitar tentaciones malsanas, peluca al canto. Sorprendente.

Recordaba cómo el año pasado por estas mismas fechas estaba en Gambia y también me fijé que todas las mujeres negras tenían el pelo liso, lo que me llamó la atención, hasta que descubrí que todas tenían el pelo a lo afro, como corresponde, pero debajo de una peluca. ¿Por qué? Porque el pelo afro no les “pone” a sus maridos y en cambio el lacio los pone a cien. Definitivamente Dios algo ha tenido que hacer mal.
Al fondo se puede distinguir el cartel de hombres y mujeres en inglés y hebreo. La foto ha sido clandestina y obsérvese que todas las mujeres tienen la misma media melena.


La imagen de Lee street, que es la calle principal por donde he estado es la de unos judíos que parecen que van a ser deportados de un momento a otro. Es triste. Falta color. Ni siquiera es una imagen en blanco y negro. Es una imagen en negro. Las tiendas de moda con abrigos en los que sólo había tonalidades de negro. Las miradas de las mujeres perdidas ante el temor de provocar a algún hombre con sus ojos o que algún hombre piense que es una cualquiera. En el restaurante zona de hombres y de mujeres. He preguntado si me podía sentar con las mujeres y un hispano me ha aconsejado que no. Consejos que son órdenes. Para pedir la comida ventanilla de hombres y mujeres. Por otra parte se puede pensar que los judíos son ricos. Los habrá, pero los peores comercios los he visto aquí, los más casposos, decrépitos y míseros de Niuyork, de lo que yo he visto. He visto correr brevemente a unos niños y ha sido toda la alegría vista en sus calles.

Al otro lado del puente, vida, vida a raudales. Una fachada enorme sobre la que proyectaban unas luces que coincidían con su geometría. Luces de ventanas que se abrían y de las que salían bolas que formaban nieve y se acumulaba sobre las jambas. Todo de luz con música que la iba acompañando.


Y en un momento del paseo, el detalle de un niuyorquino anónimo. Ha decorado la bicicleta y la ha dejado para contemplación del viandante, eso sí con su candado, como corresponde.

Cuántas veces hemos oído en broma que nieva a corros. Pues en Niuyork es posible. Voy caminando y de pronto me encuentro toda la calle, los árboles, los arbustos, las aceras, cubiertas de nieve. ¿Será un sueño? Quizás hayan estado filmando una película o ha sido uno de esos efectos especiales que te sorprende en cada momento, pero allí estaba todo nevado.



¡Qué pena me da pensar que todo esto va a continuar sin mí! Y ¡qué alegría saber que va a continuar! El alcalde aún no lo sabe, pero un día de estos me voy a hacer hijo adoptivo.

Escrito por chabeto el 23/11/2010 05:28 | Comentarios (2)

Día de playa y caminata por Brooklyn

Lo que iba a ser un día de playa, además, ha resultado un viaje alrededor de diversas culturas del universo. Todo en un paseo. Un largo paseo ya que he caminado más de veinticinco kilómetros yendo desde Coney Island hasta casa, rodeando, claro.



He ido hasta Coney Island, que es el lugar donde los niuyorquinos pasan los días de verano en la playa. Hasta allí en metro, pero luego he estado caminando por la playa, donde había una carrera popular y me he enrabiado por no llevar equipaje para poder correr con los cientos de niuyorquinos que corrían junto al mar. Luego, paseando junto a la arena, he creído que el tiempo no había pasado y que aún estaba en Rusia, porque sólo escuchaba conversaciones en ruso.

Coney Island está en el extremo sur de Brooklyn y como pensaba pasar un día tranquilo y aunque frío hacía un día soleado, me he llevado el libro de Paul Auster “Brooklyn Follies”, que gracias a las esperas a Violeta ya llevo bastante avanzado. He estado un rato leyendo en la playa.
La mezcla de culturas, con los negros y blancos haciendo música, mientras los judíos con sus ropas tradicionales no se pierden una nota.


Luego, como quien no quiere la cosa he comenzado a caminar en dirección a Prospect Park, que es el Central Park de Brooklyn y en el camino me he encontrado al mundo ruso, al indio, al judío, al musulmán, al hispano que está en todas partes, al afroamericano y caminando entre culturas que se iban sucediendo unas a otras por arquitecturas distintas, comidas distintas, vestidos distintos, gentes distintas y comportamientos distintos he llegado hasta el parque. Antes me he desviado para visitar a los muertos brooklynianos. ¡Qué bien tratan estos niuyorquinos a sus muertos!, aunque luego no los visitan. El parque muy bonito, con todos los colores otoñales que dejaban postales por cualquier parte donde dirigías la mirada.
Este es el trato que reciben los muertos de Brooklyn, con carreteras que surcan el cementerio en un estallido de colores que harían resucitar a un muerto, ¿o no?


Cuando he salido del parque ya era de noche. Como me apetecía seguir caminando, con una orientación atinada, me he dirigido hacia el puente de Brooklyn. No tenía intención de hacer tantos kilómetros, pero cuando ya faltaba poco no podía resistirme a cruzarlo por la noche, con todo el derroche de luces y color nocturno. Más postales para grabar en la retina. Y como ya estaba en Chinatown pues la he recorrido tranquilamente, viendo y viviendo su ambiente, donde te van ofreciendo relojes falsos y la posibilidad de regatear.

Me encanta Niuyork, se puede traslucir de lo que voy escribiendo, aunque lo que no soporto es el derroche consumista. No existe la conciencia ecológica. Te venden un té que cuesta un dólar y te lo dan en un vaso de plástico, con su tapa de plástico, con una bolsa de papel para que lo lleves y cinco servilletas. Aquí es imposible cumplir lo que aparece en las películas que si no pagas la cuenta te quedas a fregar platos pues sencillamente no se utilizan, todo es plástico.

En clase también, para cinco palabras fotocopiadas nos dan un folio, Katerine, la chica colombiana, cada vez que le dan un folio exclama, “pobres arbolitos”. El porcentaje de lo reciclado es mínimo.

Una vez más lo de que el mundo es un pañuelo vuelve a dar pruebas de su verdad. Ayer ponía una fotografía de un cow boy en calzoncillos fotografiado en Broadway. Hoy hay réplica, un pelín más joven, pues la fotografía la hizo Inma, la mujer de José Luis, el amigo alcañizano que casi todos los días deja sus comentarios en el blog, cuando estaban el año pasado en Nueva Orleans. A pesar del tiempo pasado sigue con los mismos calzoncillos. Sólo se ha cortado el pelo.

Escrito por chabeto el 22/11/2010 02:58 | Comentarios (0)

He vuelto al ritmo

Hoy he vuelto a mi ritmo. Como es sábado, no tengo inglés y lo he aprovechado para programar una agenda apretada. Tanto que no he podido con todo, aunque he tenido de más.

¿Qué me faltaba ver de Niuyor? Lo típico, una persecución de policías. Pues la he visto. Delante de mis narices, tanto es así, que me he dado cuenta porque un policía corriendo me ha empujado para salir detrás del perseguido mientras se echaba mano a la pistola, aunque no la ha sacado. Todo en Broadway. Más policías venían corriendo de otras calles y se han confundido con la multitud, que es lo que se espera de una película así.
Para los que sepan menos inglés que yo, aquí va la traducción "¿por qué mentir? Necesito una cerveza y paz y amor y muchos abrazos". Ni que decir tiene que de la paz, el amor y los abrazos pasaba.

La gente que pide dinero por las calles, sabemos que en ocasiones, por lo menos algunos, emplean los donativos en beberse unos tetrabrik de vino o alguna cerveza. Eso en el cartel de pedigüeño no lo ponen. Suelen poner cosas como estoy sin trabajo, tengo varios hijos que alimentar,… Aquí también hay alguno de esos, pero abunda la seriedad. Hasta los mendigos dan su nota particular. El otro día vi un mendigo que pedía dinero para comprar marihuana. Otro que parafraseando al we can de Obama, ponía we can´t, sin más explicaciones. Y son varios los que he visto que pedían dinero para tomarse unas cervezas. Uno muy ingenioso con un cartón escrito que tenía un desplegable donde aparecía la palabra cerveza para completar su petición. La gente les da dinero, aceptan la broma o entienden que beber cerveza o fumarse un porro también es una necesidad y van echando dólares.
Los árboles de la calle comienzan a lucir sus lucecitas navideñas.


La temperatura es baja. El abrigo a veces ni es suficiente para poner freno al frío, pero no es óbice para que un tipo se ponga en calzoncillos en la calle, con botas de cow boy para tocar la guitarra y hacerse fotos en poses provocativas con toda mujer que se lo pida.

Además he estado en el Lincoln Center, que es el lugar donde se cuecen todos los éxitos de los movimientos de música clásica, ópera, jazz, teatro, danza,… que luego triunfarán en el mundo. He estado en un concierto con un grupo de cámara, con un saxo excepcional.

Y como aquí ya es navidad he entrado en el Macy´s que es como el cortinglés niuyorquino, pero con escaleras automáticas de madera y una decoración barroca y excesiva que resulta sorprendente. Nada más entrar te imaginas al típico Papá Noel de las películas, que es un alcohólico que detesta a los niños pero que está allí para ganarse unos dólares. El decorado es impresionante. Ya anuncian que Papá Noel va a llegar la semana que viene.

Y también he estado en el edificio Dakota, que exhuma glamur por los cuatro costados, con huellas imaginadas de gente de la farándula, incluido John Lennon.
Con todo el glamur y todos sus habitantes progres, no puede faltar la bandera en lo alto del edificio.

Estando Violeta hicimos un recorrido de muffin en muffin por todas las avenidas. Hoy he pasado sobre las cinco de la tarde, sin nada de hambre, por un establecimiento que ofrecía el desayuno de una muffin y una taza de té por un dólar setenta y cinco. ¿Cómo podía dejar pasarlo por alto? Violeta hubiera entrado. Yo también, así que le he dicho, dame un jodido desayuno de esos. Y a las cinco de la tarde he desayunado majestuosamente.


Escrito por chabeto el 21/11/2010 04:37 | Comentarios (0)

Despedida escalonada


Todo llega a su fin. Cuando el final se produce de forma escalonada, lejos de aliviarlo, va alargando la pena. Porque voy a sentir pena de dejar esta ciudad. También tengo ganas de volver a casa, por supuesto. Dentro del final escalonado hoy ha estado la marcha de Violeta. Nos vamos a ver la semana que viene en casa, pero me ha dejado un vacío inmenso. De pronto me he encontrado sólo en Nueva York, por unos instantes ha dejado de ser el coloquial y cercano Niuyork, para ser un señor un tanto distante. Me he quedado sin saber dónde ir. He sido un vagabundo de ausencias. Me he quedado sordo y mudo, sin poder escuchar los comentarios de mi hija ni poder hacerle los míos. He vuelto pronto a casa y aunque tenía intención de salir a uno de los garitos donde tocan música, al final he optado por quedarme. También es vida de niuyorquino el estar de vez en cuando en casa.



Momento de la despedida de Violeta cuando se ha metido en el metro para ir al aeropuerto. Sus risas no son de satisfacción por irse, que bien se hubiera quedado unos días más, sino porque al girarse para despedirse se ha dado cuenta que yo me quedaba en la estación con parte de su equipaje. Ninguno de los dos nos habíamos dado cuenta. Menos mal.


Durante estos días he llevado de un lugar a otro a Violeta, a paso ligero, a veces casi trotando. Había que patear, que ver, oler, disfrutar, sentir todo lo que acontece y había poco tiempo que perder. Descansábamos cuando acudíamos a las clases de inglés. Nos levantábamos sobre las ocho y nos acostábamos sobre la una y media de la madrugada y entre medio vida a borbotones. Ayer pactamos que como era el último día, el ritmo lo marcaba ella. Y lo ha hecho, lo que significa que como el avión le salía a las nueve de la noche, durante todo el día hemos tenido el tiempo justo de desayunar, comer y trasladarse hasta el avión. Ni siquiera ha habido tiempo de comprar los regalos que uno deja para el último momento. Sólo un paseo rápido y poco más. Y es que hay algunas personas que cuando administran el tiempo simplemente lo dejan fluir, poniéndose incluso delante del viento no fuera que con su soplo le hiciera ir más rápido.

Escrito por chabeto el 20/11/2010 05:40 | Comentarios (2)

Hoboken

Hoboken es una pequeña localidad que está en el estado de Nueva Jersey. Allí nació Frank Sinatra, y allí hemos estado esta mañana. ¿Por qué Hoboken? Pues porque aunque parezca que ha sido un largo desplazamiento, llegar hasta allí sólo nos ha llevado quince minutos. Es el tiempo que tarda un tren en cruzar el río Hudson. Sólo por las vistas que ofrece sobre Manhattan merece la pena trasladarse hasta esta pequeña población. Pero además su vida es tranquila, extremadamente tranquila. Desde allí observas con un telescopio la marcha frenética de Niuyork y pareces un espectador desde tu butaca.




Hemos comido en un restaurancillo que tenía toda la apariencia de una casa bajoaragonesa. Estábamos comiendo y nos daba la impresión que al salir a la calle íbamos a encontrar a un concejal de La Fresneda.

Para quien viaja a Niuyork y va a estar una temporada merece la pena mirar hospedaje en esta población. Es mucho más barata, tranquila y a sólo quince minutos del centro de Manhattan. Incluso el traslado es más barato que el metro niuyorkino.

En clase de inglés hemos movido las ingles. La profesora se ha empeñado en que bailáramos. No tenía nada que ver con la clase, pero ha sido divertido. ¡Qué patoso soy! Era la cosa más elemental del mundo y hasta me ha llamado la atención de lo mal que lo hacía. El canto y el baile, entre otras muchas cosas no es para mi.



Al final, fotos y despedidas, porque hoy era el último día de clase de Violeta, que aunque se maneja medianamente bien en inglés, asistiendo a la clase de su padre, al principio un poco remolona, pero luego cantando y bailando y participando en todo, ha disfrutado como una enana.

Por la noche hemos salido nuevamente a ver una actuación en directo. Violeta se ha pedido un té. Nos hemos sentado en una mesa y me dice, prueba el té, a que sabe raro. Sí. Es una cerveza. ¿Se han confundido? No. Violeta al ir a la mesa a sentarse ha cogido el primer vaso que tenía a mano, le ha quitado la consumición a algún jodido You y se ha dejado su té en la barra.

La actuación muy buena, entre otras cosas porque iba agregándose gente, unos se iban, otros entraban y siempre sonaban muy bien. Luego un japonés, con su traje y corbata, viene desde el fondo, saca una armónica y se añade al grupo elevando el nivel. Fantástico.

Escrito por chabeto el 19/11/2010 05:04 | Comentarios (2)

Arrastrados por la marea

Ha habido una segunda visita tanto al Harlem como a Central Park. En el parque he ido repasando mis últimos metros del calvario maratoniano. He reflexionado sobre el tiempo. Esos días en los que estaba ilusionado en participar en el maratón, la solicitud, la admisión, la duda de si realmente me habían admitido, los preparativos, la búsqueda de alojamiento, las dudas sobre si lo acabaría, la sorpresa al encontrarme cómo montaban las gradas, y hoy todo es pasado. Las gradas desmontadas y el camino limpio para expedito para otras gentes y otras actividades. El tiempo ha pasado.


Violeta practicando la meditación aprendida ayer, en Central Park.

Hemos seguido hasta el Harlem, transportándonos a otro mundo. No es peligroso. Sus gentes son amables, pero un blanco parece blanco de todas las miradas, que no lo es. Te sientes extraño.

La vida, desde la llegada de Violeta, se ha ralentizado. Hay que acompasar los tiempos y los pasos. Camino deprisa, pero no tanto, me levanto igual de pronto, pero salgo más tarde. Hasta ahora no había tenido tiempo para leer y ya llevo casi medio libro de Brooklyn Follies de Paul Auster. Son los peajes, que pago con mucho gusto, de estar con otra persona. También se limitan las relaciones con otras personas, y es que entre los dos tenemos nuestra propia vida, no nos cerramos a nadie, pero hay menos contactos. El viajero debe ser solitario. A no ser que tenga la suerte de tener una hija como Violeta. Hablamos mucho, mejor habla mucho, cogemos en nuestra mente todos los retazos de las películas que hemos visto y veremos que a cada instante se están proyectando ante nuestros ojos. Algún director montará el puzle para darles forma y nuevamente resucitarán en nuestro recuerdo. Tendremos además la suerte de reconocer los olores, formas y ambientes que no nos ofrece el cine. Todo llegará.


Lo que lleva en las manos son dos slices. Luego se comió otra muffin. La vida aquí es muy dura.

La vida de Niuyork te envuelve y arrastra. Es como un río del que a veces hay que hacer tremendos esfuerzos para nadar contra corriente. La llamada comida basura está por todas partes. Pero resulta tentadora. Ni Violeta ni yo hemos pisado más de dos o tres veces un Macdonalds, lo que da idea de nuestro aprecio por estos lugares, y en todos los casos fue por necesidad. En cambio en estos días vamos consumiendo slices, que son trozos de pizza que venden por todas partes. Hemos ido comiendo por la calle, a deshora, algo excepcional en mi caso. Entiendo a los obesos niuyorkinos. La tentación no vive en el quinto. Está en todas partes.

Escrito por chabeto el 18/11/2010 05:39 | Comentarios (2)

Inmersión religiosa

Hace poco más de dos años estuve en la India. Mi experiencia fue tan negativa que algunas cosas que me traen sus recuerdos me producen rechazo. Sobre todo los olores y sabores de su comida. Hoy he intentado reconciliarme, dos años después, y hemos comido en un restaurante indio. La comida estaba muy buena y ha sido agradable, pero el sabor de sus especias todavía sigue trayendo sobre mi estómago diarréicos recuerdos. Lo seguiré intentando porque a pesar de lo que piensa Ángel Lahoz, un viajero alcañizano que está entusiasmado con la India, donde acude regularmente, mi ruptura con la India intento desesperadamente que no sea total.


Interior del Hotel Chelsea, donde se daban cita escritores y cantantes como Keruac, Miller o Janis Joplin. Al fondo un huesped que no ha perdido las formas a pesar del tiempo pasado.

Esta mañana hemos estado paseando por Chelsea y como hay diversas galerías hemos visitado alguna. Nada especial y poca calidad en lo visto. Lo mejor, que uno de los que tocaba la guitarra un día en Washington Square que nos cantó en español “no te vayas”, nos lo hemos vuelto a encontrar. Iba sobre un monopatín. Le hemos mirado sin terminar de identificarlo, nos ha hecho un gesto rasgando una guitarra imaginaria para que lo reconociéramos y ha pasado veloz junto a nosotros, con una sonrisa radiante y un saludo amigable por las dos partes.

La tarde nos deparaba una sorpresa. Estábamos invitados a una cena vegetariana. Hemos ido e ido descubriendo que era un centro de meditación. Nada raro, pero nos hemos sentidos atrapados, en el buen sentido de la palabra, en una reunión de carácter religioso. Pero ya que estábamos, allí que hemos seguido, hemos hecho meditación, diez minutos y luego hemos cenado. Como ellos eran muy místicos y yo tenía ganas de marcha, pues a discutir, de muy buenas y amigables formas sobre religiones, más allá y más acá. Mientras íbamos engullendo pasta, picante mexicano que casi me hace perder la voz, y bebida de aloe vera, muy sabrosa.



Clase de inglés. La de los ojos rasgados es la profesora. Una de las profesoras. Violeta disfruta como una enana con los ejercicios que nos hacen hacer a los torpes como yo. No se pierde una clase.

Sin desearlo nos hemos dado una vuelta por todo Queens pues hemos cogido el autobús equivocado, lo que ha alargado la conversación un rato más. Al final otra invitación; si queréis mañana estáis invitados a una cena de los Jare Krisna. Hemos sonreído, pero va a ser que no. La inmersión religiosa en Niuyork no estaba prevista, con la misa Gospel y lo de hoy ya hay más que suficiente. Incluso mañana teníamos previsto ir a una misa Gospel con Violeta, pero nos meteremos en cualquier antro donde canten lo que más desee Violeta al precio que sea (sin pasarse).


Escrito por chabeto el 17/11/2010 06:52 | Comentarios (3)

Bomberos

Cualquiera que esté paseando un par de horas por Manjatan sin quererlo llegará a la conclusión de que está ardiendo por los cuatro costados, y es que cada veinte minutos como máximo, un camión de los bomberos aturde a los viandantes con bocinazos y sirenas dando a entender la gravedad de la situación y la necesidad de paralizar todo para llegar cuanto antes a apagar el incendio. Me he recorrido todo Manjatan andando, de arriba abajo, de este a oeste y no he visto más humo que el que sale de las alcantarillas. Pero eso forma parte de la estética niuyorquina. ¿Dónde irán los bomberos?


Violeta ha tenido hoy un día de lo más estadounidense con fotografías con banderas de U.S.A., en la estatua de la Libertad o aquí con el toro del Osbornes niuyorkino.

El humo que sale de las alcantarillas pensaba que formaba parte del misterio o crudeza con el que quieren cargar determinadas películas. Pero no es así. Es el paisaje sobre el que cualquiera se mueve, al menos ahora en invierno. Incluso se pueden ver chimeneas sobre la calzada que van expulsando el humo, supongo que vapor. Uno puede creer que los habitantes del subsuelo cocinan, que Manjatan se está quemando por dentro o que simplemente forma parte de los efectos especiales que el alcalde de Niuyork prepara para divertir a los visitantes. Por cierto, que esta mañana hemos visto que estaban grabando una película, pero no cómo ni de qué se trabaja. No nos han dejado parar.




Fotografía con casi todos los tópicos; policía, humo de las alcantarillas, taxi y al fondo el hueco dejado por las torres gemelas. Sólo falta el alcalde.


A veces las bromas no son comprendidas. Es muy habitual que uno pida a otro que le haga una foto. Esta mañana me lo han pedido a mí. Cuando me ha dejado la cámara, le he dicho en broma que mis servicios valían un dólar. Enfurecido me ha dicho que no, me ha cogido la cámara y se ha ido. Yo he ido corriendo detrás de él para decirle que se trataba de una broma, pero él huía de mí, sin querer escucharme y sin dejarme la cámara para hacerle una foto. Me he tenido que ir. Luego de lejos he visto que hacía la foto poniendo el automático. Ya no se fiaba de nadie.

Escrito por chabeto el 16/11/2010 06:47 | Comentarios (4)

Brunch

Cualquier visitante a Niuyork, enseguida se da cuenta de lo aficionados que son a la comida. Quizás sean unos pocos que hacen notables esfuerzos por mantener e incluso aumentar sus abundantes grasas, quizás sea el desorden de los horarios. Pero hubo un momento en el que se dieron cuenta de que los sábados y los domingos se levantaban más tarde que el resto de la semana. Cuando se levantaban se ponían a comer y estaban un tanto desconcertados porque no sabían si desayunaban (breakfast) o comían (lunch). Pero después de una sesuda reflexión llegaron a la conclusión de que lo que hacían era un brunch (las dos primeras letras del desayuno y las cuatro últimas de la comida). Así que como nosotros estamos en plena inmersión niuyorkina, nos hemos ido de brunch. Los restaurantes incluyen los fines de semana esa opción en su menú.

Nos hemos ido con Marga, Gary, Ana y Juan Carlos, una mezcla de españoles, venezolana y haitiano estadounidense. Luego para seguir con la conversación hemos tomado unas cervezas.

Antes, por la mañana hemos estado nuevamente en Chinatown. Los colores, los sabores, los pescados, las imágenes, el movimiento de la gente son siempre sorprendentes. Imagino que para ellos ya no lo será, pero para nosotros lo sigue siendo.

En una plaza se reúnen para jugar a las cartas, tocar y cantar música tradicional china. Toda una experiencia universal, porque una calle antes está la pequeña Italia (Little Italy) y dos calles antes el Soho, que es lo más in de la modernez. En un paseo de veinte minutos atraviesas el mundo.


 Violeta en la redacción niuyorkina del Bajo Aragón Digital

De todas formas la experiencia más extraña del día estaba por vivir, puesto que por primera vez en la historia de la humanidad se ha elaborado un diario digital del Bajo Aragón desde Niuyork. Nos ha llevado un poco más tiempo de lo previsto y no hemos podido hacer otras cosas que sí teníamos previstas, pero la experiencia, a pesar de los nervios, como novedosa ha merecido la pena y creemos que ha salido bien, entrevista digital incluida.www.bajoaragondigital.com ha sido el resultado.


Escrito por chabeto el 15/11/2010 06:39 | Comentarios (0)

Brooklyn

Desde tiempos inmemoriales, en nuestra familia (mi mujer, mi hija y yo), Brooklyn ha sido un lugar con misterio y glamur. Hemos leído, y seguimos leyendo a Paul Auster. Hemos visto sus películas y cruzar el puente de Brooklyn era uno de esos deseos que no te salvan de nada pero que se pone como una de esas metas absurdas e inútiles que uno tiene en la vida.



A pesar de llevar unos cuantos días en Niuyork, todavía no había estado en Brooklyn, salvo cuando corrí el maratón, pero no vi casi nada. Hoy, como si fuera un paseo triunfal, Violeta y yo hemos cruzado andando el puente de Brooklyn. Éramos la caballería de nuestra imaginación que con las armas del deseo tomaban este distrito niuyorkino. Ha resultado curioso que entrar en el puente era seguir detrás de mucha gente que entorpecía el paso. No sabemos por qué, cuando hemos llegado al otro lado estábamos prácticamente solos. Por fin hemos pisado territorio Brooklyn. Y ha sido una agradable sorpresa. Calles tranquilas, muy tranquilas, con gente paseando, sin prisas, con casas bajas, sin apenas rascacielos, incluso en algún momento con casas que parecían de pueblo. Había que tomar uno de los tesoros que esconde el distrito para tener la ciudadanía brooklyniana.



Teníamos que tomar una muffin. La hemos conquistado y en un banco de una farmacia, tomando un sol espléndido nos la hemos comido para que absorbiese nuestra sangre y así entrar en comunión con sus gentes. Y paseando hemos pasado nuestras horas de sol. Sólo hemos visto una pequeña parte del distrito, y ni siquiera todo lo previsto, pero ha sido suficiente. Por la tarde, al anochecer, en otra calle, Fulton Mall, la vida, las gentes y la marcha han cambiado como de lo blanco a lo negro. Tal es así, que casi los únicos blancos que circulábamos por allí éramos nosotros.



Hemos visto a los hijos negros de Israel que mantenían que Jesucristo era negro y ya de noche nos hemos vuelto hasta Washington square donde casi como cada día no cesa la actividad. Veíamos cómo surgían grupos de música, colaboraban espontáneos y se disolvían luego. Daba la impresión que asistíamos a conciertos de gente de la que luego oiremos que están de gira por no sé donde. Entonces diremos, pues yo lo vi actuar en la calle.

Al final hemos reparado en tres músicos con los que hemos estado un rato sentados, pero sin hablar con ellos. En un momento determinado nos hemos levantado para ir a otro lugar y nos han preguntado que si nos íbamos, les hemos dicho que sí. Nuestro acento nos ha delatado, nos han preguntado que de dónde éramos, de Spain. Pues un momento, ha dicho uno en un español muy extranjerizado. Y nos han cantado una canción en español que desconocíamos y cuyo estribillo decía “no te vayas”. Por supuesto no nos hemos ido hasta que han acabado. Nos hemos reído juntos y ya nos hemos hecho amigos eternos. De eternidad volátil. Al cabo de un rato nos hemos encontrado y ya nos hemos saludado como viejos amigos.

Escrito por chabeto el 14/11/2010 05:43 | Comentarios (1)

Imágenes comunes

Hoy he pasado un buen día disfrutando sobre manera por dos razones, una porque Violeta, mi hija, ha estado todo el día conmigo y otra, porque la he visto disfrutar de lo lindo con esas imágenes comunes que tenemos todo el mundo en nuestra mente de las muchas películas que hemos visto ambientadas en Niuyork. Casi cada paso iba viendo situaciones que de alguna forma resultan familiares.


Patio andaluz encontrado en el centro de Nueva York. Todo es posible y sorprendente.

Niuyork en realidad es el segundo pueblo de muchísima gente. Conocemos el castillo, la iglesia de nuestro pueblo. Cuando estamos mucho tiempo fuera y volvemos al pueblo, nos reconforta encontrarnos con esas imágenes. Pero tenemos un segundo pueblo, Niuyork, con sus taxis amarillos, con su gente curiosa, con sus pistas de hielo, con su Central Park,… son lugares que forman parte de nuestras vivencias, porque parte de nuestras vivencias son las películas. Llegar por primera vez a Niuyork es llegar a un lugar al que tenemos afecto.

Hemos estado en una tienda de M&M, los chocolates esos de colores que parecen una píldora. Hemos descubierto con asombro que podemos desarrollar toda nuestra vida de consumidores en torno a M&M. Pues tienen sábanas, almohadas, cojines, ropa, termos, dispensadores de chocolatinas,… todo lo imaginable, excepto muebles, con las formas de M&M. Cuando hemos salido a la calle, hemos vuelto a la cruda realidad de una vida donde el chocolate no está en todas esquinas, pero dentro de la tienda hemos sido unos felices niños consumistas.


Los amigos colombianos, Luz Estela, Katerine y David junto a una artista que me suena, aunque no sé quién es, que al vernos quiso salir en la foto con nosotros.

La familia de colombianos está feliz porque por fin tienen un apartamento. No podrán disponer de él hasta diciembre y por lo tanto no podremos comernos juntos una paella allí, pero lo hemos celebrado.

Las historias de la inmigración tienen estas alegrías, pero también unas tristezas que aunque serán eternas todos sabemos que se diluirán en el tiempo. Al abandonar Colombia dejaron a un hermoso perro al cuidado de una vecina con la condición de que ellos le enviarían dinero para alimentarlo y cuidarlo. La vecina lo ha llevado a una perrera y ellos se acaban de enterar. Para más dolor, han publicado una nota en internet diciendo que una familia se había ido a Estados Unidos abandonando su perro. Katerine, la hija, se ha apresurado a escribir una carta diciendo cuál era la realidad. Mientras, la madre, una mujer jovial y alegre; lloraba.


Violeta en un solo día ha vivido nada más y nada menos que veinticuatro horas.

Las sorpresas de Niuyork están en cada rincón y nunca dejan de sorprender. La rutina es imposible. Gentes extrañas, policías que son tan amables que parecen figurantes contratados. Hemos hecho unos cuantos kilómetros andando porque la calle es un espectáculo. Como ya llevo unos quince días de niuyorker, a Violeta le sorprendía la soltura con la que me muevo por la ciudad. Y detrás de la Biblioteca Central, cientos de persona patinando al aire libre sobre hielo. Esto es Niuyork. Va a resultar que voy a terminar descubriendo que soy un hombre de ciudad.

Chica con moño rubio encantada de posar conmigo.


Escrito por chabeto el 13/11/2010 06:13 | Comentarios (0)

Veteranos

Hay veces que las coincidencias son testarudas. Hoy es once del once. Pues el once del once, a las once horas del año 1918, se firmó el armisticio que ponía fin a la Primera Guerra Mundial. Desde entonces los países aliados, mayormente los anglófilos, homenajean a sus caídos en la guerra. Es actualmente el día de los veteranos. Es tradicional ponerse una amapola de papel en el ojal.

La casualidad de la que hablaba es porque hace varios años que para esa fecha estoy en un lugar donde se recuerda a los veteranos y a los muertos. Es casualidad. Alguien dirá, joder, si te vas en esas fechas es lógico que coincida. Pero no es del todo exacto. La fecha del maratón de Niuyork ,ha hecho que esté aquí y otra coincidencia es que estando en Irlanda, ese día me desplacé al Ulster. En Irlanda no lo celebran, porque luchaban contra los ingleses, y en el Ulster sí. Además he coincidido en Gambia, en Londres y en Malta.

Hoy en Niuyork han desfilado por la Quinta Avenida bandas de música, chicas con pompones, veteranos, lisiados de guerra, jeeps de los que aparecían en las historias de Gorila,… toda la parafernalia propia de estos casos, cada uno con su bandera estadounidense y sus saludos militares a todo el público. A los grupos les precedían pancartas del tipo “a los que murieron por la libertad de nuestro país” o cosas semejantes. El público aplaudía. Lo que hace diferente a este país es que dentro del desfile, un pequeño grupo llevaba una pancarta recordando a los que habían luchado por la igualdad de derechos. Y la bandera que portaban era la del orgullo gay. No ha habido los mismos aplausos, pero sí el mismo respeto.



Debo confesar que este tipo de desfiles me emocionan. Alguno que me conoce se sorprenderá, pero como necesita una explicación voy a darla. Soy casi tan antimilitarista como José Luis Pueyo, mi sano rival y lector mío, como yo suyo en temas de blogs. A José Luis muchos le conocemos como el Insumiso porque estuvo en la cárcel por no querer hacer el servicio militar. Soy casi tan antimilitarista como él, pero debo aceptar que los soldados no son mas que carne de cañón de los líderes políticos, que ellos, aún convencidos no son mas que manipulados por una necesidad o una propaganda. Entonces eso me emociona, toda esa gente que ha perdido la vida en guerras estúpidas. Pero también me emociona pensar en los que la perdieron en las guerras mundiales. No me gusta esto que tenemos, pero entre Hitler y esto, prefiero mil veces esto. Esta gente luchó y murió para que tengamos esto y yo les estoy reconocido. Son desfiles en los que veo muchas ausencias, millones de ausencias, son algunas de las ausencias que ayer vi presentes en el cementerio de Arlington. Confieso que no puedo retener las lágrimas ante tanta vida entregada.

Otra cosa que hace distinta a Nueva York, es que en otros actos como este en los lugares que he comentado que he estado, se ve a la gente llorar, emocionarse e incluso caer desmayada. En Nueva York es una fiesta. Nos acordamos de los muertos, pero pensamos en el futuro, parecen decir. No hay que llorar, sino que éste y todos son momentos de vivir.


Lo siento, pero es una de mis debilidades, aparecer en alguna boda. Los novios encantados.

Sólo he visto un momento el desfile. He hecho otras cosas y cuando he vuelto a casa, en la puerta me estaban esperando ¿quién? Violeta, mi hija. Claro que sabía que venía pero pensaba que iba a llegar más tarde. Para no ponerme nervioso por la espera había decidido hacer tiempo para llegar y tener que esperar poco. Pero quien me estaba esperando era mi hija, con tantas ganas de vivir Nueva York que ha dejado su equipaje y sin más dilación ya nos hemos ido a patear sus calles.

Escrito por chabeto el 12/11/2010 05:41 | Comentarios (3)

Guasintón

Hoy no tenga nada que decir de Niuyork. ¿Por qué? Pues porque hoy he estado en Guasintón.

Ser viajero permite ir creando una tela de araña de amistades por todo el mundo. Algunas eternas que jamás vuelves a ver a pesar de promesas e intentos de encuentros fallidos y otras que sí que tienen un segundo encuentro y alguno más.

En el maratón de Omsk del año pasado conocí a Robert, un vitalista de 71 años que curiosamente había preparado en su casa de Estados Unidos el mismo programa y recorrido que yo. Estuvimos juntos en Moscú, sin saberlo, corrimos juntos el maratón de Siberia y luego nos fuimos el mismo día, aunque en trenes distintos al lago Baikal. Un estadounidense que habla español y latín, que cita a Campoamor y que me hablaba de Jorge Santallana, un filósofo español del que yo nunca había oído hablar. Hoy nos hemos vuelto a encontrar. Hemos pasado el día juntos, sin parar de hablar y de andar.



Guasintón merece ser visitado, no sólo por ser el centro de la política mundial, sino porque es bonito, amplio, verde y apacible. Y una vez más sus gentes generosas en el trato. Para ver Guasintón en condiciones y disfrutarlo es recomendable una semana. Para verlo deprisa, tres días y para verlo todo en un día, sólo hacía falta ir de la mano de Robert. Me ha preparado una agenda apretadísima. Menos el Pentágono, me parece que lo he visto todo.



Hemos estado en la Casa Blanca, Obama había salido a Indonesia y no nos ha podido recibir. Hemos estado en la biblioteca, que es un lugar magnífico, que no debe pasar por alto nadie que venga por aquí. Hemos estado en el obelisco, monumento al Guasintón presidente, lugar donde se hacen las concentraciones más significativas de los americanos, hemos visto el edificio donde se realizó el watergueit, hemos estado en el cementerio de Arlington que impresiona por los miles de muertos en combate con lápidas iguales y por el respeto con que todo el mundo visitaba las tumbas. Grupos de adolescentes callados rindiendo homenaje a sus muertos en batalla. El sentido de la patria lo tienen muy interiorizado. Hemos visto el capitolio. Hemos estado en el centro J.F.K. donde hay una terraza que es obligado recorrerla entera y donde todos los días del año, de 6 a 7 ofrecen un concierto gratuito. Y hemos hablado y hablado, de su maratón en Mongolia o de la carrera de 50 millas (unos 80 kilómetros) que hizo con 70 años y de sus hijos y su mujer y de sus proyectos y del baño que se dio en el lago Irkutsk para tener 20 años de vida más para acabar de hacer todos los planes que tiene. Hemos hecho tanto en tan poco tiempo que nos hemos sentado a comer, la comida del mediodía, a las seis y media de la tarde.

Día intenso que ha comenzado a las seis de la mañana y está acabando cercanas las tres de la mañana del día siguiente.

La mayor aventura, haber elegido el asiento de detrás del conductor en el autobús. Me río de las mujeres que saben hacer dos cosas a la vez. O este era hermafrodita o no hay teoría que valga. Un chino que se pelaba una naranja a pellizcos, se la iba comiendo a la vez, hablaba por teléfono, manopleaba, tocaba la bocina y gritaba a todos lo coches que tenía delante. Además conducía el autobús. Cuando dejaba de comer, delante de un cartel que ponía prohibido comer, como no sabía qué hacer con una mano se agarraba de una barra como si fuera un pasajero. Pero lo puedo contar.


Escrito por chabeto el 11/11/2010 08:34 | Comentarios (3)

Gracias

De vez en cuando a uno le tocan la fibra sentimental y le produce escalofríos. ¿Cuándo sucede? Cuando mucha gente, amigos, conocidos, familia y desconocidos te envían correos electrónicos, te felicitan, notas cómo se alegran con lo que uno ha hecho, preguntan a la familia, se enteran de cómo han ido las cosas por no sé qué medios y parece que todo el mundo, en realidad todo el mundo que quiero, está pendiente de uno.

Como cuando a uno le tocan esa fibra que pone a titilar el corazón, se nota el cariño que a uno le pone al precioso borde del abismo del sinsetido. A los que está sensación me causáis, muchas gracias.

Manejarse en metro por Niuyork no es demasiado fácil. Circulan por la misma vía trenes que van a lugares distintos. Hoy al ir a cogerlo no encontraba la boca, porque era distinta la que iba hacia el norte de la del sur, aún siendo la misma línea. He entrado en una estación, he salido, he ido a otra, le he preguntado a una policía negra de uno ochenta de altura y me ha comenzado a dar explicaciones, pero no eran las que yo quería oír, así que le he interrumpido, “Jodido You, no estás prestando atención, escucha y llegarás a la jodida estación”. Cuando esto decía he podido comprobar cómo ella llegaba a los dos metros de altura y yo me empequeñecía hasta poco más de medio metro. Me he ido por donde me señalaba. Y no era la dirección correcta. Me han visto otros dos policías en apuros y han venido en mi ayuda, me han hecho pasar por un túnel de servicios para hacerme llegar a una salida desde donde podría tomar el metro. Cuando he llegado a la calle y he visto que estaba en el sitio correcto me he puesto a reír recordando la escena de la primera policía y alegrándome porque por fin estaba en la línea correcta y he lanzado una expresión en voz alta. Un viandante me ha mirado y ha debido pensar, están locos estos jodidos niuyorkinos.

Todavía muevo las piernas con dificultad y bajar unas escaleras es un drama. Todavía se ven por la calle maratonianos que van luciendo su medalla y personas anónimas que les felicitan. He estado en el Metropólitan, un magnífico museo donde pone un cartel de admisión diciendo que tienes que pagar 20 dólares, pero que si sólo les das uno igual te tienen que dejar entrar. Son cosas curiosas que pasan en este pueblo. Por supuesto podéis imaginar la opción que he elegido.

Además con guía española que nos ha llevado a matacaballo por todas las salas. Me he pegado a ella y la he seguido como si fuera mi presa. Los demás no podían y alguno se iba perdiendo. En un momento me ha dicho, tú valdrías para guía del museo, ¿por qué? Porque andas muy deprisa y también perderías a todos. Entonces para qué estudiar si lo único que hace falta es ir a toda leche para no tener que dar demasiadas explicaciones.

El Metropólitan es un museo para pasar unas cuantas semanas. Inmenso, bien organizado y con un fondo tremendo. En la hora que duraba la visita guiada ha dado tiempo para poco, pero interesante. Le he preguntado si no había alguna obra de Goya. Me ha dicho, pues claro que sí, pero para qué la quieres ver, es como si fueras de vacaciones a Holanda y no se te ocurre nada mejor que pedir para comer una paella. Con esta explicación me he dicho, pues tiene razón, para qué quiero ver a Goya. Aunque luego, furtivamente, me he ido a verlo. Ella ya no estaba.
Visita furtiva a mi paisano Paco, al que me voy encontrando por diversos museos del mundo.


Nos ha llevado a ver una miniatura del siglo XIII y nos ha dicho, por esta obra se pagó hace cuatro años, cuarenta y cinco millones de dólares, ahora hacedme la pregunta que todos estáis pensando. Nos hemos mirado sin saber cuál era esa coincidencia. Como no había pregunta se la ha hecho ella. ¿Cómo se puede pagar una cifra tan alta por una cosa tan pequeña? Respuesta; más pequeño es un diamante y se paga más. Y corriendo a otra sala.

Escrito por chabeto el 10/11/2010 02:35 | Comentarios (1)

Balada

Los niuyorkinos tienen la mirada puesta al frente. El pasado está muy bien, pero es inamovible. El futuro les pertenece. Además lo saben vender tan bien, que todo el mundo se lo acaba comprando.

Si la destrucción de las torres gemelas hubiera pasado en España, al minuto siguiente alguien estaría poniéndose manos a la obra para reconstruirlas tal como eran. En Niuyork, lloraron, se lamentaron e inmediatamente se pusieron a pensar qué hacer, cómo y de qué forma. Ni se les pasó por la cabeza reconstruir.


 Al fondo; Manhattan.

En ese aspecto comulgo totalmente con el espíritu niuyorkino. Mientras me acostaba ayer, después del tremendo esfuerzo que me supuso acabar el maratón, los organizadores pusieron un reloj en marcha en el que se señalaban los días, horas, minutos y segundos que faltaban para el próximo. Cuando me acostaba comencé a pensar en mi futuro. Contaré mi historia y lo disfrutaré, pero lo que más placer me va a proporcionar será lo próximo que haga. Correr un maratón fue un reto que me marqué un día en el que pensaba qué hacer en mis próximas vacaciones. Corrí uno y no pensé que pudiera haber un segundo. Ha habido un segundo y si hay o no un tercero ya no tiene importancia. Forma parte de mi historia, ya sería rutina. No tiene mucho aliciente correr un maratón cada año, aunque lo haga.

De los nuevos retos, aventuras, ilusiones, sueños, proyectos,… estoy haciendo una lista sin papel ni lápiz, es el principio. Luego iré borrando, tachando, modificando y veré qué hago. Como me dijo Jorge Praga, que citaba a otro que no recuerdo; somos lo que nos queda. Ser conformista no me vale. Esperar tampoco, repetirme no tiene sentido, la rutina la justa. Que cuando la muerte venga a por mí, que no encuentre nada que llevarse en su compañía, porque todo lo haya exprimido.

Puedo analizar que corrí demasiado al principio en el maratón y pagué las consecuencias. De todo se aprende, pero el análisis queda para los que hablemos de cómo me fue la carrera. Ahora sigo con mi aventura niuyorkina. En esta ciudad, donde todavía voy a estar medio mes me queda mucho que hacer, mucha gente a la que conocer y mucho de lo que hablar y también escribir, porque hasta que no pise tierra alcañizana voy a seguir con este blog.

Hoy he reconocido a una familia de colombianos, de la que ya escribí, que vinieron a animarme a la carrera y aunque no me vieron pasar me ha satisfecho enormemente. He conocido a una ingeniero de Cuenca que trabaja de limpiadora para aprender inglés, a un espalda mojada mexicano que me ha contado con detalle cómo cruzó la frontera hace diez años en una semana por el desierto y por cárceles cuando les prometieron que iban a estar una hora. Y sigue sin papeles. No puede volver a México y su deseo es poder volver antes de que se mueran sus padres.

Y es que aunque parezca triste la crónica, hay una familia colombiana que se debe a un amigo recién conocido, y eso es mucho. Que sigue buscando trabajo para realizar su sueño. Hay una ingeniero que volverá a España en enero para trabajar de ingeniero dominando el inglés y un mexicano que igual se casa con una norteamericana para tener los papeles e ir a ver a sus padres. Hermosas ilusiones todas. Ninguna rutinaria.

Y hoy he aprendido a jugar a un juego coreano con piedras. Me he acordado de todos los músculos que tengo cuando he intentado bajar unas escaleras, me he sentido espectador cuando me encontraba a muchos maratonianos que paseaban por la calle con la medalla colgada en el pecho.

Y es que hasta los más jevis, de vez en cuando escribimos una balada.

Escrito por chabeto el 09/11/2010 05:21 | Comentarios (1)


Ya he llegado

Ya he llegado, que no es poco. Aún no sé ni la marca, ni nada de nada, salvo que la meta cada vez la iban corriendo un poco y cuando pensaba que me faltaban diez minutos me la alargaban dos más.

Estoy tan hecho polvo, de cansancio, que temo que un soplo del fucking cierzo que tiene esta gente se me lleve.

Me había puesto esta noche dos despertadores para asegurarme que a las cinco de la mañana estaría en pie para salir en el maratón. Lo que no sabía es que no me haría falta ninguno si no iba a dormir. No he dormido mas que a pequeños y espaciados retazos. A las cinco me he levantado, me he ido al metro para acercarme hasta el ferry que nos llevaría a la línea de meta, y hete aquí que no circulaba por reparaciones. Así que mirando con el ojo izquierdo por ver si había taxis libres y con el derecho para no tropezar en mi avance hacia el ferry, he llegado a otra estación de metro donde ponían un autobús que suplía al metro para ir hasta el ferry. No me había dado cuenta, pero un buen You, me ha dicho ¿por qué vas andando si puedes ir en este autobús? En autobús he llegado al ferry donde había miles de atletas que nos hemos embarcado. Los primeros recibimientos de gente que nos deseaba buena suerte y buena carrera.

La logística perfecta. Bajabas del ferry y ya te estaba esperando los autobuses donde nos desplazaban a miles. Únicamente la espera, que se hace un poco larga hasta que entras en los corrales de salida. Eso sí, tienes desayunos y toda clase de potingues energéticos. Yo había planeado comerme un plátano, tomarme un té a determinadas horas para ir controlando el tiempo y los efectos tanto de la comida como de la bebida. Cuando me levanto a tomar el té, casualmente, pero casualmente, me entero que ya tenía que meterme en el corral de salida. Sólo faltaba un minuto y mi corral quedaba lejos, así que la primera carrera para poder entrar a tiempo de tomar la salida. Si me levanto un minuto más tarde a por el té, no salgo en la primera carrera, debería esperar a la segunda.

Unos instantes antes de dar la salida, leo en una camiseta Quino, Binéfar. Le pregunto, y efectivamente, es de Binéfar aunque vive en Cambrils. Tiene intención de hacer tres horas y media, como yo, y va provisto de toda la última tecnología para saber llevar el ritmo. Así que decidimos hacer la carrera juntos. Me va frenando, porque yo iba lanzadísimo. Pero toda tecnología no le sirvió para decirle en la segunda milla iba a tener ganas de mear. Así que va a echar sus líquidos por el puente Verrazano mientras yo sigo solo y sin que nadie sujete mis deseos de correr desbocadamente. De Binéfar me voy a las antípodas porque coincido con un neozolandés que lleva el mismo ritmo y hacemos millas y millas juntos. Por cierto que había dos opciones en le maratón,correr los 42 kilómetros o sólo 26 millas. Yo he elegido la opción de las millas. Hemos tenido alguna conversación, nos esperábamos cuando uno cogía agua o tenía problemas para adelantar, hasta que sobre la milla veinte mi cuerpo me ha dicho que me había pasado en el ritmo anterior y que ya estaba bien. Se ha ido y me he quedado. He comenzado a sufrir. A sufrir mucho primero, muchísimo después. Iba viendo cadáveres que se quedaban en las cunetas imaginarias de la calzada y me preguntaba por qué no hacía lo mismo. Seguiría andando y ya llegaría. No me acordaba que en estos casos es más fácil correr que andar. No me he parado en ningún instante pero la orden de mi cerebro las piernas la iban cumpliendo mecánicamente, sin entender por qué sin tener fuerzas ni recursos seguían dando pasos. Cada milla estaba más distanciada de la anterior, me he pasado a los kilómetros y entonces me los han hecho igual de largos que las millas, así que no me ha servido. Las últimas dos millas quería disfrutarlas, pero no podía. Cuando faltaban cuatrocientos metros me ha alcanzado el de Binéfar, y me ha pasado, claro había dejado el lastre en el puente.

Cansado, aterido por el frío, con una manta de aluminio de esas que dan a los inmigrantes que llegan en pateras, me ha costado una eternidad ir hasta el camión donde guardaban mis enseres. Cuando me he puesto el chándal he tenido la sensación de entrar en el calor del hogar.

Aún quedaba el terrible sacrificio de bajar las escaleras del metro, pero agarrándome a la barandilla poco a poco he llegado al andén. Y a casa con la obsesión de tomarme un té calentico y descansar, que habrá tiempo para duchas y comidas.

A pesar de lo agotado que he llegado, curiosamente me he recuperado muy pronto.

El maratón es un espectáculo del que formas parte y a su vez eres espectador del mismo espectáculo. Es impresionante ver a 45.000 corredores (dos millones según los sindicatos) por las avenidas niuyorquinas. La vista no te alcanza a ver ni el principio ni el final.

El público animando continuamente, ofreciéndote comida propia, caramelos, regaliz, plátanos, trozos de naranja. Carteles, gritos de ánimo, banderas de todos países y de algunos que quieren serlo, una colonia muy numerosa de chilenos animando al chileno minero. Cada poco rato, a veces cada doscientos metros, otras más separados, grupos de música actuando en vivo. Daban ganas de pararse un rato a escucharlos, pero otro grupo cogía el relevo y entretanto gritos de ánimo. Hasta que de una forma radical, todo el mundo se calla, el público desaparece, no se escucha música y sólo el golpear de las zancadas es el único acorde. ¿Qué pasa? Estamos pasando por un barrio judío. Y los judíos pasan olímpicamente de estos jodidos atletas. Los que se ven por las aceras van a paso de trabajo o con niños o están en sus negocios y se asoman con algo de curiosidad por la ventana si no tienen a ningún cliente que atender. Después de algo más de una milla, calculo, vuelve el aplauso, la animación, la música.

Al final, para algunos la apoteosis, con más música, con más público, con más música, con espectadores ocupando hasta cuatro filas para vernos pasar. Ver pasar, no hay que perderlo de vista, a unos mataos que van a cerca de hora y media del paso del primero. Que en principio no hay motivos para despertar interés en alguien distinto a la familia y amigos. Pero allí están, como si fueras a llegar el primero. Valorando tu esfuerzo. Cuando la escasez de fuerzas te pide echarte a un lado y que corran otros, no puedes dejar de pensar en no defraudar a tantos amigos desconocidos. Aún sabiendo que si abandonas, no te lo echarán en cara. Todo lo contrario, se ofrecerán para prestarte toda la ayuda que necesites.

Gebreselassie, un etiope que es campeón del mundo y que corría conmigo unos metros más delante, según me ha dicho Raúl Puche, no ha podido acabar la carrera y además ha dicho adiós a la competición.

¡Qué bello es el maratón! Y qué inhumano el esfuerzo de la mayoría.



Escrito por chabeto el 07/11/2010 22:57 | Comentarios (8)


Previo

Cuando esto escribo en España ya es domingo, pero como los niuyorkinos van a su bola, aquí todavía estamos a media tarde del sábado, así la noche es más larga.

He pasado gran parte del día de preparativos para mañana, es decir poco ejercicio, poco paseo y sujetarme los dorsales, el chip y la ropa que me he de llevar puesta, la que he de dejar para que la vistan los pobres niuyorquinos y la que me he de llevar en una bolsa que me han dado para ponerme cuando llegue a la meta. También he preparado la cena de esta noche, como si fuera a entrar en el corredor de la muerte, el desayuno de mañana y la comida que me esperará mañana cuando vuelva a casa, supuestamente agotado.


 En el país de la tecnología puntera, siempre hay algún nostálgico.


Un hombre mayor se me ha acercado y ha comenzado a susurrarme algo que no entendía. Le he dicho que no hablaba inglés y me ha dicho, coño, que si quieres marihuana. ¿Estaría pensando en así tener una buena colocación en la línea de meta?

He dado una vuelta por el barrio para ver actuaciones callejeras y he estado hablando con unos uruguayos que mañana van a animarme. Es sorprendente cómo la gente se vuelca ya con los corredores antes de la prueba. Será difícil ver a conocidos entre tanta multitud de público y corredores, pero creo que voy a tener a unos cuantos ojos que me andarán buscando entre los miles de dorsales.

La mujer uruguaya con la que he estado hablando, una mujer un poco mayor que yo, me ha dicho que ella vino a Nueva York el día antes del maratón y lo vio, quedándose sorprendida cómo la ciudad recibía con tanto agasajo a los miles de extranjeros que participaban. Siempre suele verlo. ¿Cómo lo podré identificar mañana? Me ha preguntado. Otro uruguayo que se ha sumado a la conversación me ha dicho que intentará verme por la zona de Brookyn o Queens. Al final, la despedida de todos los que saben que voy a correr el maratón, buena suerte, en español o inglés.



Pianista, que se ha llevado su piano a la calle y lo ha montado enmedio de una fuente. Todo el círculo, incluido donde está la gente sentada, forma parte de una fuente de chorros. Imagino que tendrán controlado cuándo el Fernando de la brigada de turno enchufa el agua.

También he recibido decenas de correos electrónicos, de familiares, amigos, conocidos y desconocidos dándome ánimos. Mis deberes ya los he hecho. Espero y deseo acabar.

Salgo a las 9:40, seis horas más en España. Y entre los compañeros de viaje, que cada uno hacemos con nuestros recursos, estará uno de los 33 mineros chilenos que se fue entrenando en la mina. Aquí está siendo la atracción de los medios de comunicación, además canta imitando muy bien a Elvis Presley.

Sobre las siete y media de la tarde, seis horas menos en Niuyork, está previsto que llegue a la meta. Un par de horas más tarde a casa.

Mañana para mí, que seguirá siendo hoy para los españoles, os cuento.

Escrito por chabeto el 07/11/2010 02:16 | Comentarios (1)


Hay tiempo para todo


La Plaza de la Unión es muy famosa en Niuyork. Aquí es donde se dan cita granjeros y agricultores varias veces por semana para vender sus productos recién traídos del campo. En la fachada de un comercio de la plaza hay una enorme tira de números. Estuve mirando un buen rato intentando descubrir qué escondían. Unos se movían, otros permanecían quietos y aunque pudiera parecer que dan la hora no se correspondía con la hora. Para salir de dudas me fui a la tienda, donde trabajan unos cincuenta empleados. Al primero que pregunto me dice que ni se había enterado que había tantos números en la fachada. El siguiente me dice que será la hora, le digo que tántos números para la hora son muchos números. Quince dígitos. Va en busca de un compañero, dice que son los segundos que faltan para que acabe el año. Le digo que la cuenta no es descendente sino ascendente. Me dice, pues no será lo que he dicho, pero es una bonita historia. Le pregunto a otro y me dice que comenzó marcando la hora y en estos momentos indica el dinero que está perdiendo el país. Es una buena interpretación y como no la doy por buena pregunto a uno que parece un encargado y me dice que ya está bien de hacer jodidas preguntas, que cuando ellos pusieron la tienda los números ya estaban ahí. Finalmente puedo saber que es una interpretación digital de un reloj de arena. Curioso. Los primeros números van creciendo a la vez que los últimos van disminuyendo, como un reloj de arena cuya parte superior va perdiendo granos para ganarlos la inferior. Al final siempre contiene la misma arena y el reloj de tantos dígitos al final siempre suma leídos por sus extremos la cantidad de 24 horas exactas.


El reloj misterioso. El primer dígito es un uno, lo que pasa que parpadeó en el momento de la foto.


He estado en Staten Island, que es una de las islas que componen la ciudad de Niuyork. Se nota que es mucho más pobre, con carteles en las tiendas donde se dice que se admiten vales de comida de caridad. No he caminado mucho, pero he visto pocos contrastes. Mucho hispano pobre. A parte de la visita el trayecto se hace en un ferry que es el que me llevará para participar en el maratón, pues sale de allí. Es un ferry gratuito que te permite hacerte unas fotografías con la estatua de la libertad al fondo y también con magníficas vistas de la mole de edificios de Manjatan.


La del fondo es la estatua de la libertad. Como todo el mundo la conoce es fácil de imaginar todo el contexto.


Estoy en mi nuevo grupo de inglés. El nivel es más bajo pero siguen hablando igual de jodidamente mal. Con lo fácil que es decir buenas tarde y ellos dicen gud ifning, y así con todo. Me entero de algo más. Al curso también acude una familia colombiana encantadora. El matrimonio y su hija. He estado platicando un buen rato con ellos. ¿Qué estudias? Estudiaré. ¿Dónde trabajas? Trabajaré. Están buscando trabajo para realizar su sueño americano. En nuestra charla les he asegurado que van a encontrar trabajo, que tendrán dinero y volverán a Colombia de vacaciones. Me han prometido que cuando ocurra me invitarán a su casa. Allí iré, porque es esa gente que sin apenas conocerla deseas que triunfe y porque están deseosos de enseñarme unas tierras, unas gentes y unos pueblos donde no se andan matando todo el día.

El martes hubo elecciones en Niuyork. Nada que ver con las elecciones en España. Aquí pasa totalmente desapercibido. Ni carteles, ni folletos, ni bolígrafos, ni mecheros de propaganda. Pasé por tres colegios electorales y no había nadie. Pero no es eso lo más curioso. La información de los colegios electorales estaba en inglés, en español y en coreano. Además aquí se puede hacer propaganda electoral incluido el mismo día de las votaciones y unos carteles en los tres idiomas indicaban que se tiene que estar a una distancia de cien pies del colegio. Es decir, que muchos de los votantes no conocen el inglés y les ponen el mensaje en español y en coreano. Imaginemos que en España en los colegios electorales la información también estuviera en árabe y rumano. Es un asunto para la reflexión. Cuánta tolerancia tenemos que aprender.

Escrito por chabeto el 06/11/2010 04:00 | Comentarios (0)


Cuenta atrás en marcha


Ya he realizado mi último entrenamiento. Fue el martes. Recomiendan entrenar algún día más. Pero como me voy conociendo me gusta llegar bien descansado, con deseos de correr y como no v oy a hacer ninguna marca, sino a intentar disfrutar, esperaré. Hace bastante frío, pero está previsto que el domingo aún haga más. Así que voy, vamos a pasar bastante frío, habrá que ir rápido.

Me he bajado al sur, no al moro, sino a la zona de Wall Street. Calles lúgubres por las que los edificios no dejan entrar el sol, con coches magníficos y gente que a los viandantes nos hacen imaginar que están forrados de dólares. Pero el contraste es constante en Niuyork. Al lado de la bolsa, con vallas de seguridad, con policía con chalecos antibalas, con personas que tienen nuestro mundo en sus manos, tenemos a un vendedor de perritos calientes a dos dólares. Y un poco más arriba, unas mujeres repartiendo comida entre indigentes. Los contrastes están a cada paso.

Como el perrito caliente ya me lo comí. Ahora, para poder sacar el pasaporte niuyorkino era necesario que me comiera un muffin, que es una magdalena enorme con pintitas en la superficie. As í que me he comprado una y me he ido a hacerme una foto en la parte de Brodway que está junto a Wall strit. Me he ido a hacer la foto yo solo, con la bolsa que me habían dado, típica americana, con el muffin y con la cámara.

Un americano que pasaba a toda prisa con su traje y su aspecto de ir corriendo a no perder doce millones de dólares me ha dicho, cómo vas a hacerte esa jodida foto si t e faltan manos, anda, trae la cámara. Dócil y obediente se la he dado y me ha hecho la foto, que ha salido un poco desenfocada, pero es que tenía prisa y todo ha sido voluntad. Son gente muy maja estos niuyorkinos. Resulta curioso que los hay de mil procedencias distintas, pero como norma general tienen en común la amabilidad y la predisposición a echarte una mano.

Luego me he ido a comer el muffin al cementerio que había allí al lado.





Había escuchado que con los resultados electorales de aquí de Niuyork la bolsa se iba a derrumbar. He corrido para hacer una foto de ese momento histórico y poder publicarlo en el Bajo Aragón Digital, pero no ha pasado nada. Se mantiene en pie como si nada.

Raúl ya estaba esperando a que visitara algún cementerio. Hoy he visitado dos. Están junto a la zona cero y son parte viva de la ciudad. Allí se va a comer un perrito caliente mientras las lápidas te contemplan.

Los americanos lo son tanto, que no pierden su condición ni aun cuando mueren. Así en varias tumbas algunos difuntos asomaban un huesecillo para agarrarse a una bandera norteamericana para ondearla toda su eternidad.




La Zona Cero, donde estaban las Torres Gemelas, es como un gran solar sobre el que están construyendo la especulación. Claro, te imaginas la tragedia y entonces ves claramente que es un solar sobre el que se construye la especulación. Pero eso no impide que haya personas a las que se les salten las lágrimas.

Junto a la Zona Cero hay una iglesia que se ha convertido en un centro de peregrinación, una especie de museo del horror del 11 S. Fotografías de fallecidos, un traje de un bombero que participó en el rescate al que no le han quitado el polvo, fragmentos de recuerdos fragmentados, tristeza y algunos lloros.

Si uno carece de planes, como ha sido en esta tarde, se sale a la calle, a una square, que es como esta gente llama a la plaza de toda la vida, y te sientas a escuchar a un grupo de música que no tenía otra cosa que hacer que esperar a que tu llegaras para actuar. Es así casi todo el día, y casi toda la noche. De vuelta, sobre las nueve de la noche, ya muy de noche, un chico estaba cantando él solo con su guitarra con la misma pasión y entrega como si lo hiciera para un auditorio inmenso y repleto. Sólo yo me he quedado un rato a hacerle compañía.


Escrito por chabeto el 05/11/2010 04:13 | Comentarios (3)


Chainataun


Ya hace unos días que quería pasarme por Chinatown. En realidad sólo hace una semana que estoy aquí, pero como dice José Luis (http://blog5.jl.pueser.com/) el sacarnos de la rutina debe ser el motivo por el que pensamos que llevamos una eternidad en los sitios distintos.





Chino chano he ido andando hasta el barrio chino niuyorkino. Estoy a doce minutos. En un momento desaparecen los hispanos, desaparecen los negros, desaparecen los jodidos Yous, desaparecen los blancos y todo el mundo es chino, que habla en chino, que escribe en chino y si puede te vende en un inglés muy chino. Los precios por lo general descienden notablemente. Es sorprendente el precio del pescado, que en algunos puestos está coleando, mucho más barato que en España. El mundo de los olores, de los sabores, del color y forma de las frutas es distinto. Por los puestos callejeros y las tiendas se pueden ver vegetales que no había visto en mi vida y otros que sí había visto pero con formas, tamaños y texturas distintos. Me daban ganas de buscar el enorme mantel que esconde todos estos productos en Manjatan para levantarlo y ver qué más oculta. Imagino, que salvo la cuadrícula de las calles, esto es China.

Como Raúl (leer comentario más abajo) está esperando que unas cagaleras den emoción a mis días, he comprado la comida en un autoservicio chino. Te cogen una bandeja, la mitad te la llenan de arroz y la otra mitad de todo lo que quieras hasta que no quepa más, con verduras, pescado, una especie de croquetas y otras cosas que aún después de comerlas no tengo ni idea de qué pueden ser. Todo por cuatro dólares y medio. Me he puesto las botas.

Por todas partes se pueden ver los carteles anunciando el maratón.



Pensaba que los niuyorquinos cuidaban más las formas, Ni podía imaginar que fueran tan pueblerinos como para tener algo tan vulgar como el cierzo. Pues tienen un cierzo, faking cierzo, lo llaman, que me hace buscar el Moncayo para pararlo. ¡Qué frío hace y qué viento!

Como el día va de internacional, qué mejor que irme a la O.N.U. Cuando España no formaba parte de la O.N.U. gracias al generalísimo, en una pancarta de apoyo en la plaza de Oriente de Madrid se podía leer “Si ellos tienen onu, nosotros tenemos dos”. Así que con mis dos, he acudido hasta el edificio. Pensaba que estaría lleno de activistas de todo tipo, en los alrededores del edificio, protestando por todas las injusticias que se comenten en todos los rincones del mundo, pero no. Sólo una chinica que me ha explicado que se quedó sin casa debido a la construcción de la expo china y nada más.



Primero las rubias





Luego la morena francesa. Todo quedó en estas risas. Ya sé que no están muy bien las fotos, pero es evidente que yo no las hice.


Fuera está esa pistola de cañón retorcido. La gente debió pensar que fui yo el que hice el nudo y las chicas estuvieron peleándose por hacerse una foto conmigo. Luego una francesa que hablaba español me dijo, necesitas una foto con una morena. ¡Cosas de la fama!

El interior con sabor rancio, algo casposo. Con una tienda donde venden todas las cursilerías típicas de todos los países del mundo, no he querido buscar los artículos españoles por temor a encontrarme un toro, una bailarina y una barretin. Una estatua de Pablo Casals nada más entrar y camisetas y banderas de la O.N.U. ¿Qué hacemos con tantas camisetas? En cada rincón, en cada esquina, en cada acontecimiento es necesario imprimir una camiseta para evitar ir al notario. Las camisetas dan fe de que se ha estado o se ha celebrado algo. Maldito consumo.



De que en Niuyork hay gente pa tó es una muestra esta imagen. Imaginemos a alguien en su casa cogiendo la bicicleta, haciéndole una funda de ganchillo con toda la paciencia del mundo, con los restos de ovillos de colores que le han quedado, y luego, desde el anonimato la saca a la calle, la ata con una cadena y espera a que los viandantes con prisa le echen una rápida ojeada.


De las dos horas de clase de inglés, he ido a la segunda, porque me he entretenido más de la cuenta en la O.N.U. No me he podido sentar junto a Pablo, el argentino que me echa una mano, así que he estado más perdido que un condón en un convento. Me han preguntado y he dicho una frase un poco larga de un tirón. Me han aplaudido. Pero lejos de pensar que era porque lo hacía bien, sé que los aplausos tenían el mismo tono que el de los padres cuando su hijo dice por primera vez ajo. El miércoles me ponen en un grupo de un nivel más bajo. Uno debe humillar cuando le corresponde.

Escrito por chabeto el 04/11/2010 03:41 | Comentarios (2)









Del Jarlem al Jalouin


Esta mañana me he ido a misa. No es que haya perdonado a Dios por haber hecho esta mierda de mundo en una semana cuando tenía toda la eternidad por delante. Con sólo haber dedicado un mes la cosa seguro que le habría quedado mejor, aunque también lo dudo. ¿Por qué he ido a misa? Porque es un espectáculo una misa góspel.




En la misa se podía hacer de todo, excepto fotos. Así que este es el pobre resultado.


El Harlem es un barrio de negros. Pero si queremos ver a un montón de rostros pálidos juntos, sólo tenemos que ir a misa góspel. Todos con ganas de ver el espectáculo. Y es un espectáculo, pero sin olvidar que es una ceremonia religiosa, lo que quiere decir que entre canción y canción te lanzan un espich religioso que hace temblar el misterio, lo que hace poco llevadera esa parte.

Al entrar en la iglesia ya te reciben con cantos. Luego se van sucediendo cantos y responsos en un ambiente que resulta confuso, porque sabes que estás en una iglesia y de pronto el predicador se levanta y dice, que levanten la mano los franceses, y luego ¿cuántos españoles tenemos entre nosotros?, ¿y alemanes? Y una feligresa bailando como en la discoteca y una negra que se levanta desde un lateral y grita oh yeah y el momento más espectacular llega cuando el mosén de turno dice que nos demos la mano entre nosotros. Los blancos nos quedamos como estamos, pero los negros se levantan de sus asientos y se van saludando con todos los presentes mientras otros negros cantan. Allí en misa, tocando la batería, bailando por los pasillos, dándonos todos la mano. Sorprendente. Pero el sermón largo acaba con casi todos los propósitos de enmienda.


En todo Manjatan, a la que los niuyorkinos llaman Mangden o un sonido parecido, abundan las ardillas. Son unas ardillas blancas, como las de un pelo canoso entreverado. Las hay por todas partes y a veces hacen extraños equilibrios para posar delante de los fotógrafos. Visitando el Harlem me llevé una gran sorpresa, las ardillas son distintas. Adivinas cómo. Efectivamente, las ardillas del Harlem son negras. ¡Qué mundo! con sus estanterías bien puestas para que podamos clasificar todos los seres vivos y los que carecen de vida.


En el recorrido de Harlem a Jalouin me he encontrado con esto y había que hacer una foto.

Me he cruzado tres cuartas partes de Manjatan andando para llegar desde Harlem hasta el sur con intención de ver el desfile de disfraces de Jalovuin. Miles de personas, se dice que alrededor de dos millones, se echan a la calle para ver el desfile.





En Niuyork cualquier cosa pude pasar. Estas chicas del Jarlem que bajan hasta el inicio del desfile, cuando llega la noche se transforman en la de abajo.




En la transformación han tenido un problemilla en la cara. Nada importante.


La policía toma las calles e impide a los espectadores llegar hasta la primera línea cuando ya hay demasiada gente. Todo para ver a unos cincuenta mil disfrazados que en una noche gélida, algunos y algunas con escasa ropa, se exhiban ante los espectadores. Entre los disfrazados algunos magníficos y otros penosos. Pero es que hay muchísimos. Los mineros de Chile también estaban representados en la comparsa. Un grupo decía que no eran treinta y tres, sino treinta y cuatro y faltaba uno por sacar.


Escrito por chabeto el 03/11/2010 03:39 | Comentarios
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Mundial y campesino


Niuyork, con ser una ciudad tan grande, no sólo se sale el sol por la mañana y se pone por la tarde, sino que además tiene una dimensiones muy humanas que facilitan la vida de barrio. A pesar de mis problemas de comunicación con el inglés, ya tengo un conocido que me va a conseguir entradas para dos clubs de música que están en mi barrio. Ya tengo recomendaciones para que el frutero del carro de la esquina me dé una pieza de más. Las tiendas de ultramarinos desaparecidas de casi toda España, aquí florecen. Las tiendas de barrio, cuyos propietarios saludan todas las mañanas a los vecinos, están por todas partes. Sorprendente también resulta que te encuentras con pequeños recintos donde los propietarios de perros llevan a sus perros para que jueguen a la pelota. En otro rincón de Niuyork te encuentras con parrillas en medio del cemento para que los ciudadanos hagan su barbacoa los domingos sin salir de la ciudad. También es frecuente encontrar zonas de veladores sin ningún bar próximo. Y es que son veladores como los de los mejores bares a disposición de todo el público para que consuman allí sus comidas sus bebidas.



En la plaza de Washington se pone uno a tocar una canción con la guitarra y otra gente se va añadiendo con sus guitarras para formar grupos improvisados de músicos que no se conocen. Tiene momentos sublimes cuando ves en vivo cómo se va formando una canción con coros, con guitarras, con sonajeros improvisados, con armónicas, con espectadores que colaboran cuando pueden y da la impresión que esté muy trabajado, pero ves esa frescura propia de la improvisación. También tiene momentos penosos, cuando nadie se desafina y no se acierta con los acordes.





También puedes ver agricultores biológicos en puestos callejeros con edificios enormes al fondo. Rompe, en positivo, algunos de los esquemas que se traen a Niuyork.







Brodway es el Niuyork de las películas. Allí me encontré con las mujeres al borde de un ataque de nervios, con gentes de todas las razas y religiones, con turistas, con locales, con los descendientes negros de las doce tribus de Israel que intentan convencer al mundo que se distribuyeron por América.







Mujeres y hombres enormes con culos que nublan el Universo, junto con atletas gimnastas que por su afán de exhibicionismo se cuelgan de los andamios que encuentran. La representación de todo el mundo concentrada en unos acres de cemento.





Escrito por chabeto el 02/11/2010 01:43 | Comentarios (0)




Central Park

Hoy toca ir a ver Central Park. Tenía intención de entrenar allí. Lo que pasa es que me queda un poco lejos de casa y debo ir en metro. Luego volver en metro. No tiene mucho sentido, además hay un parque junto al Río Este y otro junto al río Hudson. Así que la visita la Central Park sólo ha sido par verlo y disfrutarlo.
El Central Park rodeado de rascacielos


El primer momento de disfrute tiene que ver con la flora y la fauna. Al poco de entrar veo que están montando las gradas y los preparativos para el maratón. La ruta ya está señalada. Los trabajadores preparándolo todo y yo pensando para mis adentros que ellos no lo saben pero lo están haciendo para mí.

Si hiciera caso a los que me adulan acabaría creyendo que casi es para mí en exclusiva. A los que me preguntan qué hago en Niuyork, les digo que entre otras cosas he venido a correr el maratón. Muy sinceramente me dicen que tenga suerte y que gane. Ante mi cara de extrañeza y exceso de confianza que tienen en mí, inmediatamente rectifican a la baja y me dicen, bueno que quedes entre los diez primeros. Yo les digo que me conformo con quedar entre los diez mil primeros. El mito se les cae por los suelos y se ponen a reír. Luego tengo que explicarles, sin que acaben de comprenderlo, que no es broma, que es mi aspiración. Se habla de otra cosa. La leyenda ha acabado.

Resulta difícil explicar que después de tantos gastos y tantos kilómetros en realidad lo más importante es acabar. Hay que ser de espíritu maratoniano para entenderlo.

Central Park es un parque bonito, pero como muchos otros. Lo que pasa que todo lo niuyorquino vende. Si a un alcañizano se le hubiera ocurrido colorear fotocopias, le hubieran llamado hasta la atención por hacer mamarrachadas ya que no sabe dibujar. Lo hizo Warhol y le hicieron un icono mundial. ¿Cuál es la diferencia? Niuyork, que es un origen que vende.


 Todo este montaje para mí (y 44.999 más)


Como me gustan los parques disfruté caminando. Lo recorrí de sur a norte y de este a oeste. Los niuyorquinos son muy aficionados a poner los cuatro puntos cardinales a todo. Si se tiene una brújula no es necesario ni plano del metro. La ciudad, las calles, las plazas, hasta las mesas de los bares están divididas en los cuatro puntos cardinales.

Mi apartamento da a un patio interior donde están las escaleras de incendio que aparecen en todas las películas de acción con ladrones que corren por todas a gran velocidad y a los que siguen policías grasientos mucho más lentos y torpes pero que tienen la extraña habilidad de no perderlos nunca de vista. Estaba con el ordenador cuando por la ventana veo que un tío sale por la ventana de enfrente a la escalera de incendios. Ya tengo aquí la película de acción, me dije. Pero se queda quieto y agazapado. Para ponernos en situación hay que tener en cuenta que es de noche y hace un frío del carajo. Ya está, es una película de amor y ha venido el marido cuando la mujer estaba con el amante. Yo sin perder ojo, con la cortina ocultándome todo el cuerpo menos un ojo. Sorpresa, la película es de terror. Ha salido a fumar. Cuando acaba el cigarro da unos golpes al cristal y una mujer hermosa le vuelve a dejar entrar. Cabe esperar que el marido volvió a casa lo que duró fumarse un cigarro, pero me temo que no ha sido así. Hice foto del agazapado pero se ve más negra que el Harlem. Así que no la pongo.

Escrito por chabeto el 01/11/2010 05:03 | Comentarios (5)




Niuyork, Niuyork



Comiendo por Niuyork




Al fondo está el Empire State, pero el contraluz no lo deja ver.


Nuevamente voy a entrenar. Ya me quedan pocos entrenamientos hasta disfrutar de la carrera. Tomo migas de pan imaginadas y las voy soltando por calles y avenidas, entre todos los carteles y tiendas que soy capaz de recordar. No me pierdo. Voy por el mismo parque pero en sentido contrario y me encuentro acorazados, submarinos, corredores que comparten conmigo parte del recorrido, guarderías de niños que tienen el mismo sonido de fondo que las españolas, ciclistas, paseantes, corredoras con el carrito del niño, gordos para los que ir corriendo a toda velocidad supone avanzar la mitad que un caminante, imágenes de postales niuyorquinas, jardines frondosos, carreteras igualmente frondosas y un recorrido de ida y vuelta que buscando las migas visuales que fui dejando en mi memoria me llevan en seguida a casa.

Como desde hace un par de días soy un niuyorkino decido comer como uno de ellos camino de las clases de inglés. Compro comida en la calle y en un portal, con el Empire State al fondo se va produciendo mi inmersión en la cultura americana.

Las calles están llenas de calabazas. Jalovin es una fiesta que se vive en todos los sitios. En los bares la gente ya está disfrazada, aunque faltan un par de días. Resulta curioso observar cómo la vida en los barrios en una enorme ciudad como Niuyork es cercana, la gente se conoce, hay tiendas de ultramarinos que ya han desaparecido en gran parte de España. Puedes llevar tus zapatos a reparar a una zapatería tradicional y volver a vivir con la cercanía y la familiaridad de hace veinte años en España. Es un contraste curioso.


Las calabazas están más presentes estos díasen Niuyork que en un instituto de secundaria en junio.


La noche de Jalovin, los niños van por las casas pidiendo caramelos. Todas las familias adquieren gran cantidad dulces para dárselos a los niños. Los niños que viven en el centro, como la mayoría de los edificios están ocupados por oficinas, se desplazan a los barrios a pedir caramelo. Lo curioso es que si alguna persona no tiene preparado un buen puñado de caramelos para ofrecer a los niños es la habladuría del barrio, que lo consideran un gruñón y un insociable. Fíjate qué tipo de persona es, que se niega a ofrecer unos dulces a unos niños, dicen. Así que mañana me aprovisionaré de caramelos. A ver si me van a llamar la atención en el barrio.


Escrito por chabeto el 29/10/2010 14:46 | Comentarios (1)

Segundo día en Niuyork

Día segundo

¿Qué hago en Niuyork? Es una buena pregunta de la que tendré respuesta posiblemente dentro de un mes. Pensé en correr el maratón y en ello estoy desde hace unos meses. Como uno tiene que cumplir con sus compromisos, la primera faena que he hecho el primer día nada más levantarme ha sido ir a correr. Con mi pantaloncico corto, mi camiseta y las llaves de la casa metidas en una doblez de la tela del pantaloncico, me he ido al west de Manjatan a correr junto al río. Tenía que hacer 8 kilómetros a buen ritmo. Pensé que sería una zona tranquila a esas horas de la mañana, pero hete aquí, que trescientos jodidos yanquis habían pensado lo mismo que yo y todos por allí, río arriba, río abajo, hasta que sin quererlo caigo en la cuenta de que estoy corriendo en Niuyork ¿y qué tiene de particular correr en Niuyork? Pues que tienen la estatua de la Libertad. Y así, sin quererlo, ni buscarlo, ni saber por qué, me encuentro frente a ella. Me entusiasmo y sigo corriendo. Ya sé que es difícil perderse en las calles de Niuyork, todas cuadriculadas con su sexta avenida que viene después de la quinta y su calle veintiocho que viene después de la veintinueve, pero yo que he conseguido perderme en Ladruñán, cómo no iba a conseguirlo en Niuyork.

En la Estación Central a la espera de que salga Brus Vuils o Nicolas Keis.



Me perdí, sin dinero, sin orientación, sin agua y sin saber pronunciar west four estrit como lo pronuncian estos jodidos neoyorquinos. A todo esto con mi pantaloncico corto y mi camiseta por en medio de la multitud que pasaba de mí. Le pregunté a una policía y para quitárseme de en medio me dio las orientaciones oportunas para alejarme de mi destino, debía trabajar para turismo en vez de para tráfico y quería que no me perdiera ningún rincón de Manjatan. Le pregunté al lado de un semáforo y después de las explicaciones, como estaba en rojo me esperé aunque no pasaba ningún coche. Entonces me dijo, cruza la jodida strit, ¿no ves que no pasa ningún coche que vaya a partirte por otro sitio tu jodido culo? Y entendí que los semáforos en Niuyork indican la preferencia, pero no la obligación de esperar o pasar. Pasado mucho tiempo encontré la Sexta Avenida y me puse a remontarla hasta que media hora después di con la calle donde había salido del metro la noche anterior. Así llegué a casa, con el tiempo justo para comer e irme a clase. ¿A clase? Sí me había apuntado a clases de inglés. No es que tenga muchas esperanzas de aprender inglés después de varios intentos vanos y una edad que va poniendo trabas a la adquisición de nuevos conocimientos. Eso no me importa. ¿Quién no va a clases de inglés? Es obvio, quien no sabe inglés. ¿Y quienes no saben inglés? Los españoles. Perfecto. Voy a clases de inglés a encontrarme con españoles para hablar con ellos en la lengua de Cervantes sin estar pensando en qué coño querrán estar diciendo. En clase me encontré con una peruana, una ecuatoriana que vive en Amposta y un argentino. Enseguida nos hicimos amigos de toda la vida y platicamos cuanto quisimos sin acentos raros, consonantes inexistentes y vocales impronunciables, mientras las coreanas, que son gente que tampoco sabe hablar inglés, pero que pone mucho empeño, de ahí sus ojos prietos, aprendían, Diana, la de Amposta, Pablo, de la Córdoba argentina y yo, ciudadano del mundo, nos íbamos a tomar un té al apartamento que tiene Pablo compartiendo duelo por la muerte de su presidente. Qué curioso que en los ejercicios de clase nos pidieron que habláramos de nuestros presidentes de gobierno. Pablo dijo, el mío se me murió ayer provocando la lógica consternación entre todos los presentes.


Escrito por chabeto el 29/10/2010 14:39 | Comentarios (1)

Niuyork, Niuyork

Primer día en Niuyork

Entre el glamur de Niuyork, Niuyork de Frank Sinatra y la reflexión mundana que diría mi abuela “Nueva York, con ser una ciudad tan grande sale el sol por la mañana y se pone por la tarde”, me estoy moviendo desde hace unos días por estas tierras que en el pasado fueron de indios y en el presente hay miles de personas que hacen el indio por sus calles, pero sin rastro de ningún piel roja.

El martes pasado cogí mi mochila, una maleta pequeña con ropa de invierno y la ropa de invierno que llevaba puesta encima, que era más de la que estaba en la maleta. A las ocho de la mañana me metí en la estación de autobuses de Alcañiz y a partir de ese instante fui enlazando transportes sin pisar la calle hasta llegar a la Sexta Avenida de Niu York sobre las tres de la mañana hora española.

En el trayecto fui haciendo amigos eternos de momentos breves. En Barajas (la de Madrid, no la de Alcañiz), estuve hablando con una chilena que había perdido el vuelo a Estocolmo y para que no le volviera a suceder y porque estaba cansada de ir de una terminal a otra sin saber muy bien qué debía hacer, fue con sus tacones en los pies y paso firme hasta el puesto donde atienden a los minusválidos para solicitar una silla de ruedas con la que le llevasen hasta coger su vuelo. ¿Sabe?, me dijo, así no tengo que andar preguntando, no me pierdo y me llevan al sitio correcto.

Otra amistad todavía más duradera la hice con Bartolomé, un cordobés que lleva cuarenta años en Puerto Rico y que está esperando que un día de estos, cuando acabe mi aventura niuyorkina vaya a visitarle a su casa de San Juan.

Mi madre siempre dice que cuando se sale de casa hay que llevar una rebeca y un bocadillo por lo que pueda pasar. En vez de una rebeca me llevé puestos una cazadora y una gabardina y el bocadillo me lo preparé de berenjenas, calabazas y pimientos de mi huerta. Estando en pleno vuelo nos dieron a rellenar un formulario de las autoridades norteamericanas en las que se preguntaba que si había pisado una granja, que contesté negativamente a pesar de haber estado el día anterior con mi burro Einstein y si estábamos tratando de introducir vegetales en U.S.A. Me dije, ¿qué vegetales voy a introducir yo en U.S.A.? pero inmediatamente caí, mi bocadillo. Así que pregunté a una azafata que si podía pasar mi bocadillo de verduras por la frontera y la azafata partida de risa me dijo que si no quería tener problemas ya me lo podía ir comiendo. Así que entre en U.S.A. con el bocadillo puesto. El bocadillo, la merienda que nos habían dado en el avión y la cena que nos sirvieron poco más tarde.
Todo Niuyor está lleno de banderas americanas. No se han enterado de que el mundial de fútbol lo ha ganado España.


Nada más salir del avión vimos a una negra de cuatro metros cuadrados de superficie (dos x dos) que rodeada de sus maletas se lamentaba de su suerte contra una pared. Nadie entendíamos nada, pero sabíamos que formaba parte de una película que habíamos visto.

Llega el control de aduanas y allí estaba el Jodido You que es el nombre que tienen casi todos los neoyorquinos que no son de origen hispano. ¿Cuánto tiempo va a estar en Estados Unidos? Un mes, le contesto. ¿Un mes? ¿Y qué va a hacer en tanto tiempo? Voy a correr el maratón de Niu York. ¿El maratón de Niu York? ¿Y cuánto tiempo le cuesta correr ese jodido maratón? Tres horas y media. ¿Sólo tres horas y media? Eso está muy bien. Yo que le vi entregado añadí que tenía 54 años. ¿Cincuenta y cuatro años de viejo? Sí, contesté. Eso está muy bien. Así que me dejó pasar después de poner todos mis finguer sobre una pantalla y de hacerme una foto, mientras que a casi todo el mundo le interrogaban durante un cuarto de hora, e incluso a uno se lo llevaron dándome a entender que a esta hora todavía no ha pisado suelo de Niu York.

Después de un tren de cercanías y una línea de metro de muchas millas llegué a la que va a ser mi casa durante un mes. La relación con mi casa era como una cita a ciegas. Siempre imaginas que quien te espera al otro lado va a ser la hermana gemela de la Noemi Campbell de la Z Jons o alguien similar, cuando te vas acercando rebajas algo tus ilusiones por si acaso y cuando llegas a la cita miras a tu alrededor pensando que puede ser cualquier menos ese cardo en el que no te has fijado. (No he estado nunca en ninguna cita a ciegas pero he visto películas niuyorkinas donde pasan cosas parecidas). Esperaba un baño completo, una cocina amplia, un dormitorio espacioso, una sala de estar generosa y unos armarios donde meter mi ropa. En realidad todo fue así, pero un poco más reducido y con una particularidad, la cocina, el dormitorio, el baño y el cuarto de estar comparten los mismos doce metros cuadrados. Armarios no hay, ¿para qué? Si lo que necesitas lo tienes por el medio enseguida lo encuentras.

Escrito por chabeto el 29/10/2010 14:23 | Comentarios (1)





De Alcañiz a Santiago de Compostela.

Introducción:

En 1993, año compostelano, hice con un grupo de bajoaragoneses, el Camino de Santiago desde Jaca. Fue una buena experiencia en la que además de ciertos bagajes también incrementé el amistoso. Muchas de las amistades que hice entonces perduran. Este año tuve diversas posibilidades de aventura, una con uno de los amigos de 1993. Irnos a dar la vuelta a Islandia en bicicleta. Pero un día de frío y nieve del pasado invierno alcañizano me subí al castillo de Alcañiz, aguanté cuanto puede el frío, observé el horizonte y al cabo de diez minutos entendí perfectamente lo que podía suponer hacer un viaje en bicicleta por Islandia. Sólo tenía que bajar un poco más el termómetro, quitar los árboles y encontrar a gente que habla en un idioma extraño. Así que me dije; haré el Camino de Santiago, con cervezas de precios asequibles, con gente que en su mayoría me entenderán cuando hablo, con comidas que conozco y con la aventura de la incertidumbre si hago el viaje solo. Mi amigo me dijo, pues yo me voy a Madagascar.

Después de algunos cambios de la fecha de partida, pienso que el día 17 de julio es válido, tanto como el 19, que era el previsto, como dos días antes. Preparo las alforjas, no preparo la bicicleta, ni yo tampoco me preparo lo suficiente para aguantar una marcha tan larga. Ya no necesito más. ¿Cuándo me levanto? Cuando me despierto. Así que me levanto a primera hora, salgo a la puerta de mi casa y sin mirar atrás inicio el Camino de Santiago.

17/07/2010

Desde las faldas del Pui Pinos de Alcañiz, en la calle san Pedro, arranco. Doy las primeras pedaladas de miles, decenas o cientos de miles, no quiero calcularlo. Cuando llevo media docena de kilómetros miro el contador de la bicicleta y me hace pensar la de números que han de correr por él hasta llegar a la cita con Santiago (de Compostela). El refugio que supone el color verde, y su frescor, de la vega del Guadalope enseguida es sustituido por campos secos y amarillos. Más tarde el color se tornará gris con todos sus matices. Grises y pedregosos a pesar de estar a un lado del Ebro.

En Escatrón entro en contacto con el Ebro, que deberá ser mi referencia en el camino hasta Logroño. La parada en el Monasterio de Rueda es obligatoria. Está remodelado, de postal. Quizás demasiado bonito. Intento tomar un té en vano. Comienzo a tomar las primeras notas del viaje mientras camareros, ayudantes de camareros, camareras, asistentes, asistentas, jefes de unos y de otras, controladores de camareros, jefes de los controladores pasan por delante de mí, que soy el único cliente y no me atienden. El último en pasar fue Alfonso I y como también pasaba me fui con él.

Hasta Escatrón el camino está muy mal señalizado, pero confío en que en adelante mejoren las referencias. En el monasterio está bien señalizado pero el recorrido es impracticable para las bicicletas, ni para los osados. Vuelta atrás y carretera camino de Sástago.

De Alborge a Alforque hago mis pinitos de improvisación, tomo una senda que sé que no es del camino y bajo un sol guerrero que pretende desmontarme de mi cabalgadura hago bastantes kilómetros de más por tierras secas como la muerte y grises como el tormento. Después del castigo que me inflijo voy un tramo por carretera hasta Gelsa. Aquí había previsto acabar la etapa, pero aún queda mucho día por delante, sigo hasta Quinto y buscando las piscinas encuentro lugar donde beber, comer, hacer la siesta, ir tomando notas, leer la prensa y ver la etapa del Tour de Francia.

Para muchos bajoaragoneses Quinto no es más que una carretera de paso con casas a los lados. Este viaje en bicicleta me indica que merece una parada. Su interior sorprende gratamente.

Por la tarde, cuando el sol muestra un poco de debilidad me voy hasta Fuentes. Encuentro un cañaveral y me doy cuenta que ha sido el único tramo en el que he pillado un poco de sombra.

Mi cara esta colorada salvo la marca del barbuquejo de mi casco. Había previsto hacer 63 kilómetros y he hecho 106, de los cuales 19 han sido por pérdidas y recorridos innecesarios.

El descanso lo encuentro en la pensión Texas con muy buen servicio, atento, buena habitación, aire acondicionado por sólo 18 euros.

18/07/2010

Me levanto cuando me despierto. Me encuentro en la calle con los últimos trasnochadores que van de retirada a la vez que yo inicio los primeros pedales del día. La búsqueda de las flechas amarillas es un juego imposible. El primer tramo resulta duro. Luego, después de La Cartuja, se vuelve agradable, fresco y con muchos tonos verdes que relajan el pedaleo.

Hay una curiosidad con respecto a La Cartuja que considero conveniente apuntar. En Zaragoza existía un monasterio de cartujos. Estos religiosos decidieron instalar otro convento en Aragón y eligieron un terreno situado entre Alcañiz y Castelserás. Se compró y se dispusieron a construir la instalación necesaria para quedarse pero los catalanes, otra vez los catalanes, andaban enfrentados con los castellanos con chanzas en tierras bajoaragonesas. Los cartujos, temiendo ser víctimas del conflicto se instalaron en la actual Cartuja zaragozana, que se llama La Cartuja Baja, para distinguirla del otro asentamiento que ya existía. Cuando acabó el conflicto tuvieron intención de retomar su instalación en tierras bajoaragonesas, pero ante la amenaza de perder privilegios, se quedaron donde estaban.

El tramo entre La Cartuja y Zaragoza resulta espléndido, verde, sombreado, con fuentes, bien cuidado, con vistas a los galachos del Ebro y como es domingo con abundantes ciclistas y corredores de a pie.

Llego al Pilar sin ver ninguna señal del Camino de Santiago, parte de la culpa es mía por haber ido por la Alfranca, que está al margen, pero que ha merecido la pena.

En la plaza del Pilar voy a la oficina de información turística para ver si pueden decirme cómo seguir hacia Santiago. Ni idea. Cara de sorpresa. Un desconocido me dice; yo soy peregrino. En realidad, fue. Luego se acerca otro que es el secretario de los amigos del Camino. En fraternal lucha los dos me dan explicaciones, hasta que el primero me acompaña andando hasta el lugar por donde debo ir y me da todo lujo de explicaciones, giros, subidas, verjas, paredes, sendas, árboles y recomendaciones. Me olvido de todo ello, no veo una flecha y con alguna pedalada de más llego hasta Utebo donde una flecha amarilla, de las pocas que existen se empeña en hacerme entrar en la plaza. Luego comprobaré que ese es uno de los empeños de los pintadores de flechas. Hacer recorrer todos los pueblos, en algunos casos con idas y vueltas, descubriendo curiosamente que le camino, tan antiguo, tan tradicional, va pasando por bares y negocios de lo más diverso que ningún peregrino podía imaginar en la Edad Media que se iban a situar allí.

Al salir de Utebo sigo la GR 99, que es la senda que marca un recorrido desde el nacimiento del Ebro hasta su desembocadura. Está bastante bien señalizada y es mi referencia en muchos trayectos. Mi consuelo es que voy encontrando a otros perdidos. Uno de ellos es Francisco, como me lo encuentro deja de estar perdido y juntos hacemos un trecho. Ha salido a hacer unos kilómetros el domingo y en vez de buscar setas vamos buscando señales, perdiéndonos sin que nadie nos encuentre. Con mucha suerte llegamos a Alagón donde nos despedimos eternamente. Desde allí casi todo el tiempo por carretera hasta las piscinas de Gallur.

Sólo tenemos bocadillos me dice quien regenta la piscina, puedes ir al pueblo a un restaurante. No que no tienen césped para la siesta, ¿ponéis el Tour? Sacó una televisión y puso el Tour para mí sólo, aunque luego se unieron un montón. Ha velado por mi siesta echando la bulla a unos chicos que jugaban al fútbol para que no me molestaran. ¡Pobres chicos! Pero estos momentos son impagables.

Mi cabalgadura, con cargador solar en las alforjas para poder recargar móviles y mp3.



Con las fuerzas repuestas sigo hasta Cortes de Navarra con la grava bajo las ruedas, el Canal Imperial a la izquierda y pinos sedientos incapaces de dar sombra a la derecha.


Ni ellos ni yo lo sabíamos, pero Javier, Chelo, Loly y Jesús me estaban esperando. No nos conocíamos pero iniciamos la charla de los desconocidos, primero entre mesas de un velador, luego con un ¿por qué no te acercas? Y luego intimando y yéndonos a tomar otras cervezas. Les conté demasiadas batallitas. Y como una vez más formamos parte del pañuelo del mundo Chelo había estado viviendo durante un año en Alcañiz, por supuesto yo conocía a su amiga Pili, que se separó y tal …

A dormir a casa de La Abuela por 15 euros y en unas condiciones buenas. En la habitación me entero que en el pantano de Santolea se han ahogado tres personas de Alcañiz.

He hecho 107 kilómetros, otros 20 de más a costa de los rodeos y pérdidas.


19/07/2010

Mis amistades nocturnas me habían invitado a desayunar si estaba a las siete en la puerta de la pensión. Llegué tarde, aunque aún me da tiempo de despedirme de Javier cuando me lo encuentro que se va a Tudela a trabajar. Yo también voy a Tudela siguiendo un camino igual de monótono que el que me había traído ayer desde Gallur. En un ambiente festivo con vallas tipo San Fermín por las calles, compro fruta y zumos y hacia Alfaro. Faltando un kilómetro aproximadamente pincho. Veo unos árboles al fondo y como hace un calor propio del infierno y soy bastante lento cambiando la cámara decido ir andando hasta allí. Los árboles fueron demasiado generosos y me ofrecieron un gran descanso. Un descanso eterno. Eran los cipreses del cementerio. ¡Quita, quita! Se vengaron. El pinchazo no era tal. La cubierta delantera estaba reventada. A buscar una cubierta. Me indicaron que habría en el carrefur, pero no tenían, dos policías municipales me ven en apuros y me escoltan, andando, en busca de un señor que seguramente tendría, aunque habría su modesto taller cuando quería. Sí que tenía de todo tipo de cubiertas, menos de la que yo necesitaba. Eso me dijo. Los policías me dieron instrucciones para ir a otro lugar donde pudieran tener y abandonan su escoltado a su suerte. Voy allí en peregrinaje y un cartel me indica que mi viaje ha sido en vano pues no abren los lunes por la mañana. ¿Qué hago? Una mujer me dice que cera hay un taller de motos, que lo intente. Lo intento. Habían tenido una tienda de bicicletas hace muchos años y algo les quedaba, buscarían. Y encontraron. Les quedaba una cubierta de las medidas que necesitaba. La cambio, hablamos del circuito de Alcañiz que conocían e iban a venir. Ignoraban qué es eso de Motorland. Salgo contento con mi cubierta nueva y mi problema resuelto, pero es una ilusión. Antes de abandonar Alfaro, junto a la plaza de toros pincho. ¡Vaya con los cipreses vengadores! Sonrío y les lanzo un mensaje que voy a volver a cambiar la rueda para dejarlos allí, plantados como están. A negociar a las piscinas, comida, siesta y Tour. Comida espléndida y muy bien de precio, siesta descomunal y Tour insuperable con Contador que se pone la camiseta amarilla.

Peregrino con su perro dentro de su casita.




Por la mañana no me había perdido ni una sola vez. Increíble. Por la tarde tuve más perdidas que movistar. Llego a Alcanadre por sorpresa, por una carretera que en vez de ir volvía. Aquí hay albergue, así que voy a hacer uso de él. Y tanto. Soy el único peregrino. Está en una antigua estación de tren. La estación es antigua, pero el tren no. Y por la noche pasa en un sentido y otro como una flecha que va horadando mis sueños.

He recorrido 103 kilómetros y en el trayecto me he encontrado a los dos primeros peregrinos que iban andando.


20/07/2010

Durante toda la noche, en vez de contar ovejitas para dormir, he contado trenes para permanecer en vela. Debían haber abierto la veda de los mercancías.

Poco después de salir de Alcanadre te espera una buena cuesta de tierra y piedras unas sueltas, otras clavadas y otras que se te clavan desde la rueda hasta los riñones. Los pintores de rayas amarillas tenían especial interés en que visitase la ermita de Anadón, un enclave templario, y me han dejado allí abandonado a mi suerte, pues ya no había más flechas que seguir. Siguiendo con la referencia de la vía del tren que la paso y traspaso en varias ocasiones hasta encontrar a dos ciclistas, de las que no marcan paquete en la entrepierna, que estaban haciendo el recorrido desde el nacimiento del Ebro hasta su desembocadura. Breve charla y a seguir rumbo a Logroño. En Agoncillo la pérdida del momento me lleva hasta el río Leza que tengo que cruzar cómodamente, porque lleva poco agua, pero ante la atenta mirada de un paisano que le daba a la cabeza dudando de que pudiera llegar hasta el otro lado sin un buen remojón.

Llego a Logroño con el deseo de ver señalizaciones en condiciones. Así es. Además son tantos los peregrinos, que si tienes alguna duda, echas una mirada al horizonte y ves el camino de hormigas por el que debes ir. Comienzo a escuchar “buen camino” con generosidad y sinceridad. Otros van tan asfixiados que no pueden darte las gracias y extranjeros, que les digas lo que les digas sí te las dan.

Comida en las piscinas de Santo Domingo de la Calzada que están a las afueras, muy afueras de la población lo que contribuye a que sólo por la mañana haya hecho 100 kilómetros. Comida, siesta y Tour. Como debe ser.

Por la tarde no me encuentro a un solo peregrino. Me hago unos veinte kilómetros para llegar hasta el albergue de Villamayor del Río. ¿Hay muchos peregrinos? Alguno, pero van a llegar más. Si no me he encontrado a ninguno por el camino. Es que van a ir a buscarlos en coche. (No lo entiendo). Luego comprobé que mejor que en coche era en cosechadora pues son trabajadores polacos y portugueses, creo, que estaban cosechando por la zona y de peregrinos tienen lo mismo que un martillo al sol.

Decido salir a tomar una cerveza y algo de cena, pero en el pueblo no hay nada de nada, ni bares, ni tiendas, salvo un puticlub. Me voy andando hasta el pueblo más próximo que es Quintanilla. Allí, en el bar llegamos a coincidir siete personas. El censo de la población es de quince, así que de una tacada conocí a casi todos.

En total 120 kilómetros andando y unos 4 a pie para ver cómo servía las cervezas la cantinera de Quintanilla.


21/07/2010

Poco después de salir de Villamayor voy alcanzando a algún ciclista, lo que me provoca una doble ilusión, porque hay más ciclistas, no había visto a ninguno, y sobre todo porque soy yo el que los paso. Entre otros, me encuentro a un grupo que se ha ido haciendo por el camino que está liderado por Emilio, que salió con su mujer y al que entre otros, se ha añadido Francisco, un paraguayo, (aquí nos los comemos).

Voy cogiendo a más grupos de ciclistas, pero estoy sudado lo mío en la subida de Montes de Oca, que se me hace dura. Otros habían optado por hacerla por carretera. Unos kilómetros más adelante vuelvo a coger en la subida a Javier, que lleva su nombre escrito en una placa detrás de la bicicleta. Lo había adelantado el día anterior en otra subida. Te vuelvo a coger Javier, le digo. ¿Otra vez? Intercambio unas palabras con su compañero. Sigo ufano, pero cuando llego al llano me adelantan veloces, y picados. Los sigo en su ritmo fuerte de rodadores. Llegamos juntos a Hontanos y nos planteamos comer juntos. Les cuento mi plan de piscinas, les parece bien y sobre las dos nos sentamos a una mesa. Antes de iniciar cualquier conversación medio litro de cerveza por cabeza, luego otro medio litro, algo de comer y más medios litros, y luego otro y otro y no sé cuántos hasta que a las doce de la noche cambiamos a pacharán.

Formamos un grupo de tertulianos con Jonatan, peregrino peatón, Virgi, italiano que junto con Dana, alemana, llevan las piscinas y las cosas del hogar, pues son pareja y la tertulia va dando bandazos desde la tercera guerra mundial hasta los hijos que van a tener Virgi y Dana. Dos cervezas más y se nos suma a la hora de cenar el cartero de un pueblo vecino que es amigo de la pareja y nos cuenta lo bien que se lo pasa cuando va a Urrea de Gaén en Semana Santa y dos cervezas antes hablamos con Pablo que es un percusionista que disfruta en Calanda, y con otras cervezas hablamos del concepto que los italianos tienen de los españoles, los españoles de los alemanes, los alemanes de las parejas de italianos y españolas, los alemanes del este de los del oeste, los de Teruel de los de Sevilla, los de Sevilla de los castellanos, los castellanos, sevillanos, aragoneses, italianos y alemanes de los catalanes. Otras tres cervezas más y algo de picar.

Los sevillanos me hicieron comprender que sólo soy un bebedorcillo de cerveza. Nada más. Hubo un momento que las cervezas ya no se pedían de tres en tres, sino de dos en dos.





El peregrino se encontró con una astur y juro que era bella, por lo menos antes de ser romanizada.



Entre bromas y veras se nos hicieron las doce de la noche, dejamos la etapa ciclista de la tarde para otro día y no habíamos buscado albergue en Hontanos. Finalmente Virgi, de forma un tanto irregular, pero muy solidaria nos llevó a dormir a un lugar del que debíamos salir por la mañana sin que nos viera nadie.

Por la mañana, además, nos encontramos con que en cada bici, en vez de bidón de agua, teníamos una botella de vino.

Han sido 92 kilómetros de una tirada y una buena tarde-noche de una sentada.


22/07/2010

Me levanto antes que mis compañeros de fuga. Salgo para realizar una etapa de rodadores con muchas trazadas largas por tierras leonesas, con el camino que transcurre junto a la carretera durante muchos kilómetros y que hago en gran parte por el asfalto para evitar molestar a los peregrinos y porque también es más cómodo. Por la mañana me hago 115 kilómetros, pero estoy más cansado por las muchas horas sentado en el cómodo sillón de la bicicleta que por el cansancio de dar pedales. Poco antes del Burgo Ranero me encuentro con un antiguo camionero que está repartiendo folletos de publicidad de un restaurante entre los peregrinos. Me pregunta de dónde soy porque está llevando una estadística. De Alcañiz, ¿no sabes dónde está? Si, pero (duda). Pues como lo sabes no te lo voy a decir. Si, en Alcañiz hay carreras, me dice, ¿dónde está?, joder, me has confundido. Ya sé, en Castellón. No, pero casi. En Alicante. Vas a tener que buscarlo en el mapa de carreteras del coche. No me jodas, dímelo. Hasta luego, me despido. Efectivamente luego nos vemos. Cómo me has jodido. Si he estado en Alcañiz cuando iba con el camión a llevar viajes desde Andorra. Hablamos un rato y me dice que el 70% de los peregrinos que pasan por allí son extranjeros. Lo que confirmó los datos que yo había calculado a ojo. Luego más adelante se verían más españoles y es que los españoles inician el camino mucho más cerca de Santiago mientras los extranjeros suelen hacerlo desde Francia. En El Burgo Ranero también me encuentro con una mujer mayor que me indica los lugares donde puedo comer. A los pocos segundos de hablar con ella me dice que le he caído bien y me va a hacer una confidencia; no me recomienda ir a comer al albergue de peregrinos porque sabe a ciencia cierta que hace dos años la mujer que está a su cargo y prepara las comidas salió a servir el menú a un peregrino con un plato en cada mano y la barra de pan debajo del sobaco. No te lo recomiendo. Con ese argumento de peso me fui a comer al restaurante que me había recomendado el antiguo camionero.

Ha sido el primer día que no he ido de piscina. El motivo ha sido contundente e insalvable. En El Burgo Ranero no hay piscina.

A León llegué demasiado temprano por la mañana.



Por la tarde continuo rodando con intención de llegar a León capital donde tengo un par de amigos que me habían invitado a pasar la noche en su casa. No llego, me está cayendo la noche y no va a ser posible. Me quedo en Mansilla de las Mulas en el primer albergue que encuentro. Me doy un paseo por el pueblo que me resulta encantador y a dormir en una habitación con una treintena de compañeros.


23/07/2010

La noche ha sido horrorosa. Me acosté pronto y me dormí. Enseguida se encargaron de despertarme la legión de roncadores que me acompañaba.

Ronquidos aflautados, de mujer, los de caballero, sostenidos, ronquidos tímidos, generosos, ronquidos roncos, apagados, atronadores, callados, discontinuos, ronquidos varios, diversos que formaban una coral desorganizada y sin dirección. Estaba equivocado. No era una coral. Yo no lo sabía. Era un concurso. Poco a poco unos fueron callando, otros los fueron engullendo, otros desaparecieron. Y es que el gran roncador iba dejando a todos en la cuneta. Era un ronquido como el motor de un tractor que iba roturando de forma implacable el sueño de todos. Venció. Ya nadie más roncaba. Todos estábamos en vigilia. Y él a seguir roturando sueños. Sólo su mujer dormía porque se había puesto unos tapones. Ni nos advirtió, ni trajo tapones para los demás. Yo me metí un rollo de papel higiénico en cada oreja, pero fue en vano. El gran roncador de tarde en tarde callaba. Me relajaba, pero luego pensaba ¿se habrá muerto? La crueldad de la noche en vela me dejaba decir, pues que se muera yo no aviso a nadie hasta mañana, pero entonces volvía a poner la llave de contacto y arrancaba el tractor de su garganta con más brío. Se ha levantado con la oscuridad de la madrugada y nos ha dejado sin poder lapidarlo.

Desde Mansilla a León muchísimos peregrinos. Para empezar me encuentro con unos 500 franceses seguidos, con sus banderas y sus himnos. Me encuentro a un matrimonio de ciclistas que llevan a su hija en un carrito enganchado a la bicicleta del padre. A pesar de la sobrecarga están haciendo alrededor de 100 kilómetros diarios.

Paseo un rato por León ciudad siguiendo flechas y conchas y en otras ocasiones sin saber muy bien qué seguir hasta que me encuentro a otros dos sevillanos, padre e hijo, con los que salgo de la ciudad. Estando en ese intento creo cruzarme con tres personas de Alcañiz, pero no he tenido capacidad de reacción.

Cuando los peregrinos me preguntan de dónde he salido contesto; desde mi casa en Alcañiz. Un peregrino me hace la pregunta en Rabanal del Camino, donde estamos comiendo. Le contesto. Le pregunto ¿y tú? Yo también desde mi casa, en Suiza. Lleva caminando unos 1.700 kilómetros. ¿Cómo te llamas? Sylvan, no existe un nombre parecido en español, me dice. Puede traducirse por Silvio, le contesto. Con cara trascendente, como si fuera el instante sagrado de un segundo bautizo me dice; “a partir de ahora me llamaré Silvio”. Después de tanto tiempo andando cuando llegues a Santiago ¿qué harás? Continuaré hasta Finisterre, ¿y después? Hasta Fátima ¿luego? Hasta Gibraltar y allí si puedo me embarcaré para ir a Sudamérica, si no continuaré andando. Más tarde nos volvimos a encontrar en la Cruz de Ferro donde estaba realizando una ceremonia personal en la que él, según me contó, se convertía en una piedra del camino y entraba en comunión con todas las piedras depositadas por los peregrinos. Nos dijimos adiós con la seguridad de que ya no volveríamos a vernos.

En Rabanal del Camino, cuando Silvio se fue caminando hacia la Cruz de Ferro estuve echando un mus con unos estudiantes madrileños que agradecieron entusiasmados que gracias a mí habían podido vencer una tarde de letargo.

Mi amigo recién bautizado como Silvio, después de confundirse con una pidra de peregrino.


Voy a dormir a Molinaseca, un bello pueblo junto a Ponferrada. Los hosteleros muy cabreados porque por los medios de comunicación se dice que está todo lleno y en cambio están muy por debajo de la ocupación del año pasado.

Después de los 121 kilómetros del día, incluida la ascensión a la Cruz de Ferro, me voy a dormir a casa de Alejandra, no quiero pasar por el riesgo de coincidir con otro roncador. Alejandra es una mujer muy activa de 68 años que alquila habitaciones porque no puede estar parada. Gran habladora, pero comedida, me cuenta sus trabajos, su viudedad temprana, cómo sacó a sus cuatro hijos adelante trabajando en una fábrica de embutidos y llevando un bar y por supuesto a su prole. Cómo sufrió cuando su hija Angus con 17 años cogió un cáncer. Cómo vencieron el cáncer y cómo ahora su hija triunfa como productora de películas y series para televisión española.


24/07/2010

Al preparar el camino, había previsto hacerlo en catorce días. Ahora podría haberlo acabado el domingo 25, pero me planteo que no es el día adecuado para llegar a un Santiago que está a rebosar. Así que ya ayer me moderé un poco y hoy me lo tomo con tranquilidad para dividir el recorrido en tres etapas y llegar el lunes. Salgo con calma hablando con el primero que me encuentro, que resulta ser el responsable de un albergue que echa las muelas porque la ocupación ha bajado muchísimo. El año pasado por estas fechas tenía a 45 en el albergue, esta noche sólo 10. Me cuenta que ha hecho 27 veces el Camino de Santiago en bicicleta. Se sabe todas las cuestas, curvas,… y comienza a decirme cómo debo hacer el trayecto que me falta. Aquí bajas rápido porque luego viene una cuesta y si has bajado bien no hace falta casi dar pedales, luego viene una subida que… y así me fue describiendo el recorrido que me faltaba.

En Cacabelos voy hasta “La Moncloa” un complejo hostelero creado hace unos años por Prada, que se denominaba “Prada a tope”. En 1993 había estado hablando con él. Me causó muy buena impresión y cosas de las que me dijo y de las que vi me han servido para desarrollar un proyecto personal. El proyecto lo encontré más acabado, más perfecto pero más despersonalizado. Me dijeron que ya no lo llevaba Prada, sino sus hijos. Era tan bonito que parecía una postal, pero como postal, sin la personalidad de la fotografía hecha por uno, que aún con el mismo encuadre y la misma luz tiene un sabor personal.

Luego me junto con dos ciclistas cacereños, padre e hijo de nombre Carlos, que son muy colaboradores en todo. Como mi bicicleta, que es una antigualla, hace ruidos por todas partes y roza en todos lugares, se me ofrecen a arreglármela. Se lo agradezco ,pero ya estamos hechos el uno al otro y para lo que queda vamos a intentar llegar sin pasar por la itv. En la subida al Cebreiro nos separamos. ¡Qué subida! Con un calor insoportable y una cuesta que parecía la pesadilla de nunca acabar. Me encontré a muchos cadáveres en el camino, ignorando que poco después de la cima el cadáver sería yo.

Agotamiento en el Cebreiro. Todavía no sabía que la cubierta estaba reventada.



Llegué arriba muy justo de fuerzas. Me dispongo a bajar y noto un movimiento extraño en la rueda trasera. No había llegado a pinchar, pero la cubierta estaba deshecha. Para evitar pinchar bajo andando. Un esfuerzo extra que acaba con mis últimas fuerzas. Llego a Liñares. Sólo tienen cubiertas para tractores. Demasiado grande. Sigo, llego a Hospital. No tienen de nada. Decido comer. Estoy tan agotado que no puedo ni masticar. Nada más acabar de comer me tumbo largo en la calle. Debía presentar un aspecto tan deplorable que escucho comentarios de gente que me ve un tanto lastimosos.

Me dicen que hasta Triacastela no encontraré cubiertas. Quedan 15 kilómetros y por supuesto soy incapaz de hacerlos, pensando que deben ser a pie. Decido quedarme en el albergue de Hospital y mañana será otro día. Tiene muy poca capacidad y está lleno. Le suplico que me deje quedar aunque sea en el suelo. No. Le inspiro lástima, pero no. Después de muchos intentos desesperados le pido que me deje duchar con intención de revitalizarme un poco. No. Es una chica joven con cara de pertenecer a una ONG que salva a niños anónimos. Sin fuerzas ni para discutir me veo obligado a ir caminando hasta el alto del Poyo que está a poco más de 3 kilómetros. Voy andando, pero como la cámara no ha pinchado, bajo la presión y los llanos y cuestas abajo los hago montado en bici. Hay plazas en el albergue. Me ducho y me paso el resto de la tarde durmiendo, agotado por el esfuerzo. Ceno caldo gallego sin ganas. Me acuesto pronto y vuelvo a dormir toda la noche. A pesar de haber media docena más de peregrinos, no se escucha ningún ruido durante toda la noche.

Tenía intención de hacer pocos kilómetros, pero no tan pocos. Sólo 68.


25/07/2010

El problema de mi cubierta sigue sin resolver. Yo estoy casi repuesto. Me voy a Triacastela montado en bici, muy despacio, pensando que hasta que dure sin pinchar lo aprovecharé. Logró llegar justo hasta Triacastela sin pinchar. Allí dejó de dar de sí lo que dio de sí la cámara. Pregunto en un albergue por una tienda de bicicletas. Hoy es domingo y está todo cerrado, pero aquí ni hay, ni ha habido ninguna tienda de bicicletas ni nada parecido. Que fuera domingo no me importaba. Ya me encargaría de ir a buscar a su casa al dueño, pero si no había nada, no hacía falta buscar a ningún dueño. Aquí hay unos ciclistas, ¿si ellos te pueden ayudar? Vaya que si me ayudaron. Llevaban dos cubiertas y me dieron una. Gente generosa. Uno del grupo me dijo, cuando salió de casa con una cubierta le pregunté que para qué era, no lo sabía y resulta que era para ti. Efectivamente era para mí y para sacarme de esa difícil situación. No le pago la cámara pero sí para que se tomen unas cuantas cervezas y pletórico, aunque no demasiado sobrado de fuerzas me voy hasta Portomarín, por unos caminos sombreados, con agua abundante, pocos peregrinos y disfrutando de la bici y del recorrido. No tenía intención de hacer muchos kilómetros por la tarde, pero en el pueblo que había previsto quedarme no tienen albergue y llego hasta Melide pasadas las 9 de la noche. Total 107 kilómetros y me quedan unos 50 hasta Santiago.

Cuando sólo faltaban 100 kilómetros para llegar a Santiago.


Por la noche acabo dando clases de español a un coreano, Choi Koangwon, estudiante de literatura y además poeta que en futuro podrá decir con toda naturalidad una frase como “la cámara negra está encima de la botella transparente” fundamental para cualquier tipo de comunicación. Me explica la popularidad que existe en Corea del Camino de Santiago y del desconocimiento de la literatura española.


26/07/2010

Me levanto muy temprano dispuesto a cubrir los últimos kilómetros hasta Santiago. Por el camino, precioso, me encuentro a muchísimos peregrinos a pie a los que grito cuando me acerco “ojo que viene una bici”, lo que provoca sonrisas y comunicaciones breves y comentarios graciosos. Es la relación del ciclista con el peatón, cuando es buena.

Entre las personas a las que adelanto se encuentra Pueyos, una amiga de mi hija a la que yo no veo. Ella sí pero en vez de llamarme a mí, llama a mi hija, a mi mujer, a su madre, para decirles que me he cruzado con ella.

A falta de unos 10 kilómetros para llegar a Santiago, no me fijo en la flecha amarilla y sigo el camino de un peregrino que con su mochila está unos 100 metros delante de mí. Después de un rato pedaleando sin ver ninguna señal pregunto en una gasolinera y me dice que me estoy yendo a Lugo en vez de a Santiago, que tengo que retroceder. Retrocedo y me encuentro con el peregrino que me había confundido para decirle que estaba en el camino equivocado. No, no estoy en el camino equivocado. Yo he estado en Santiago, ahora voy andando al aeropuerto a coger el avión. Pues vale.

Cuando estoy en Santiago, a cincuenta metros de la plaza del Obradoiro escucho “el mundo es un pañuelo”. Laura Clavería y Sergio, su pareja, atletas alcañizanos me reconocen. Charlamos brevemente y a hacerme la foto delante de la catedral.

El viaje hace extraños compañeros. No nos conocemos de nada. No hemos intercambiado una palabra, pero hay que ver lo contento que está de posar con un peregrino. Y yo con él. Final del recorrido.



Voy a que me den la compostela , pero antes me encuentro con una cola enorme ¿para qué es? Para entrar en la catedral. Otra cola, para la compostela ¿cuánto tiempo? Unos 40 minutos de espera. Pues no hay compostela que a nadie tengo que demostrar nada y el cielo y el infierno, pese a las indulgencias, pueden esperar.


Escrito por chabeto el 29/07/2010 16:33 | Comentarios (1)


Los círculos

Muchos, entre otros yo, creemos que las acciones forman parte de una serie de círculos en los que estás metido y son necesarios cerrarlos. Bueno no sé si muchos. Pero esta filosofía, seguramente falsa ha formado parte de mi concepción de las relaciones de siempre. Primero han existido mis círculos y luego los he analizado.

Todas las filosofías tienen una portezuela para el escape y yo también la tengo. Dejo una puerta abierta en cada círculo para poder decir que está cerrado y a su vez que puedo iniciar otro que es tangencial.

Junto con Raúl Puche iniciamos, sin saberlo ninguno de los dos un círculo que hemos cerrado estos días pero del que hemos dejado una puerta abierta, generosa, amplia y que admite muchos más círculos tangenciales. Hablo de círculos y en realidad son circunferencias.

Al conocer de su existencia, eso está más abajo para quien quiera leer y ponerse al día, comenzamos una buena relación con algún vacío de contacto por culpa mía que no soy muy dado a entrar en los feisbuc . Por otra parte las relaciones humanas, el contacto epistolar es para mí tan importante, que cuando tengo un correo, en muchos casos aunque pudiera contestar con cuatro líneas en ese instante, pienso que vale la pena esperar para contestar cuando tenga más tiempo y así dedicar toda la atención que merece el amigo. Ocurre en no pocas ocasiones que se va distanciando tanto en el tiempo que luego me da pereza o entra en la parte del olvido que cada vez es un saco más grande.

En septiembre Raúl, su compañera Olga que es rusa de Omsk y que habla con acento pero con frases hechas en español que resultan muy graciosas, su hija Polina y una hija que estaba en camino y ya era viajera, Lorena, vinieron a Alcañiz a estar unos días con nosotros. Paseamos, hablamos, tomamos alguna cerveza. Lo más importante es que dos desconocidos , nos conocimos y por mi parte, y creo que también por la suya no nos arrepentimos de conocernos. Son estos encuentros que te depara el destino que podían haber sido un fiasco. Como Raúl es sobre todo buena gente yo al menos estoy encantado de conocerle.

Raúl, que es muy de guardar las formas que se crean en la adolescencia y por lo tanto le gustan los símbolos había pensado en que corriéramos la media maratón que se celebraba en Teruel al día siguiente de su partida. Podremos correr en Teruel los dos únicos españoles que estuvimos en el maratón de Siberia, me dijo. Pero yo que no estaba esos días para carreras, acepté su otra propuesta que era ir a correr a Almansa, cerca de su casa en Caudete, en la primavera del 2010. Yo que intento ser hombre de palabra, esperé pacientemente la fecha y le dije que allí iría. Raúl que es más impaciente veía como las inscripciones iban completándose y mi nombre no aparecía. Me envío un mensaje desesperado, sólo quedan doscientas plazas, date prisa. Me di prisa y me apunté.

El pasado 21 de mayo les devolvimos la visita. El proyecto de hija ya era una realidad de cinco meses y sus padres, Raúl y Olga, tan atareados están en atenderla y mirarla que no se les ha ocurrido enseñarla a llorar, así que Lorena se pasa todo el tiempo observando y sonriendo.

Participamos en el medio maratón de Almansa. Raúl tan cumplidor ya me había advertido que no podría correr porque arrastraba una lesión. Sólo hizo falta decirle unas palabras de insistencia, que él tomaría como de ánimo y el día 22 estuvo como un señor en la línea de salida. Así que pudimos hacernos la foto de rigor.

Después de la carrera, en un Caudete donde hasta los cojos corren maratones o participan en las carreras de bicicleta, cuatro medio maratonianos, con las respectivas parejas, uno Ángel como no tenía pareja se trajo un parejo, tuvimos una agradable velada entre pizzas y cerveza, arreglando el mundo y dándole unos consejos a Zapatero, que es lo que se suele hacer estos días, hasta que el cuerpo roto por el cansancio y por las horas de la noche nos dijo basta. Un paréntesis, debido a la crisis zapateril, el deporte tan español de hablar siempre del tiempo ha pasado a un segundo término. Si hay que hablar de algo aunque sea en un ascensor, que sea de la crisis y de los cientos de soluciones que cada españolito tenemos para salir de ella y recortar los gastos. Ah si Zapatero se dignara escucharnos, cómo iba a cambiar esto para bien. No es broma.

A la mañana siguiente teníamos una cita casi tan importante como la del medio maratón. El almuerzo caudetano. Curiosa forma de entablar relaciones sociales detrás de un plato a rebutir de viandas típicas de Caudete, con tu botellica de vino también de la localidad y la gaseosa y darle a la húmeda hasta que se rubrica con un café. Todo por cinco euros, y eso en los sitios caros. Magnífico.

Con las despedidas cerramos ese círculo, perdón circunferencia, del que dejamos una puerta abierta tan grande como la de los Príncipes de Sevilla en una tarde triunfal. Sin duda habrá un próximo encuentro. Un día de éstos, o de ésos le pondremos fecha y lugar.


Los Javaryús, etnia de Gambia.

En la vuelta del viaje de Rusia, conocí en San Petersburgo a un madrileño que estaba comenzando a iniciarse en la aventura del mundo. Había estado muchos años trabajando para amasar dinero y ahora tenía callos en las manos de tanto amasar sin poder cocerlo e hincarle el diente. En el corto espacio de tiempo que estuvimos juntos planeamos aventuras conjuntas y disjuntas y contactos frecuentes y amistad eterna.

Entre los proyectos a los que pusimos nombre y fecha figuraba uno para irnos los dos a un kibutz israelí. Él tenía un contacto judío gracias al cual íbamos a estar en un kibutz trabajando y aprendiendo inglés durante el mes de noviembre.

Ilusionado, fui comentando con algunos amigos mi próximo destino. Su correo con las instrucciones nunca llegó. Nunca contestó a los que yo le envié y nuestra eterna amistad quedó suspendida.

Como soy más pertinaz que las sequías en tiempos del Generalísimo, movilicé conocidos y desconocidos en busca de mi mes en un kibutz. Me moví mucho; embajadas, amigos, judíos, por supuesto internet y al final no conseguí mi objetivo. No pude ocupar el mes de noviembre de la forma que había pensado. Lo seguiré intentado.

Como las vacaciones igual las tenía pensé en otro destino. Se me ocurrió uno de lo más exótico, el más ingenioso que he tenido en mi vida; quedarme en casa. Sin desecharlo del todo fui mirando otras alternativas. De forma casual encontré que Gambia además de ser un destino, también era un país, dos elementos que unidos podían presentarme una solución. En dos días lo preparé, conseguí los vuelos y el hotel, me fui a Madrid (dos días de trabajo) dispuesto al destino que había conseguido localizar en el mapa, a pesar de que Senegal intentaba ocultarlo.

Como Madrid, además de trabajo también ofrece ocio, estuve viendo una exposición del Perú. Mi hija estaba en esos momentos por el Amazonas peruano y así en su ausencia recreaba su presencia. También, para meterme en ambiente estuve en una exposición magnífica sobre una cultura nigeriana (tengo por ahí los apuntes que suplen mis olvidos que me dicen que el la cultura Ife). También compré la guía de Gambia, a la que estuvo a punto de engullir la de Senegal y al fin de una negociación se vinieron las dos conmigo en un mismo libro.

La noche en Madrid me deparó un concierto de jazz aceptable. Tienen los pueblos de convertir las estaciones en cultura y el otoño madrileño lo convirtieron en cultural para envidia de la primavera. El concejal correspondiente queriendo compensar ya decía que las actividades se iban a trasladar para la próxima edición a la primavera. Pues bueno.

La mañana, en Madrid, fue de proyecto incumplido. Había pensado salir a correr, pero en los alrededores del hotel no había nada verde que me sirviera de destino e ir al ritmo propio combinado con el ritmo de los semáforos no me resultó muy atrayente.

Por la noche salida hacia Banjul (pronúnciese Banyul), la capital de Gambia.

El vuelo llegó de madrugada. Allí estaban esperándonos, a todos los pasajeros la tribu de los JAVARYÚS.

JAVARYÚS

Gambia está poblada por varias etnias, los mandingas o mandinkas, los fula,… Pero los más numerosos, que hacen sombra al resto de etnias son los Javaryús. Están tan orgullosos de serlo que van por la calle diciéndoselo a todos los blancos con los que se encuentran por el camino. Lo hacen con una ligera entonación; Javaryú? Son muy amigables, tanto, que tú no lo sabes pero ellos son los amigos negros que sin saberlo has tenido desde que naciste. Pero los Javaryús grandes conocedores de la historia te lo recuerdan; “España y Gambia amigas” mayfrench.

Eric y Anna en contacto con una mujer de la etnia Javaryú.



Son tan amigos que no dudan en acompañarte a todas partes, te llevan las maletas, te enseñan los caminos, te dan conversación en cualquier idioma ininteligible y te ofrecen toda una serie de productos que nunca pensaste que te llevarías de vuelta a España. Por lo general van solos y todos, todos sin excepción o tienen un taxi o un amigo que lo tiene. Te los ofrecen amarillos, verdes y de colores indefinidos. Los de colores indefinidos son de mayor tamaño y en su interior suele haber una docena de negros. Nunca supe si eran los mismos o se iban cambiando. También todos, todos sin excepción son dueños, o tienen un hermano que lo es, de un puesto que vende tallas de madera que seguramente deben importar de las Ramblas de Barcelona, donde antes de ir a Gambia había visto muchas.

Los Javaryús siempre sonríen, no tienen maldad ni dinero. La maldad no tienen intención de adquirirla, pero el dinero sí. Y que mejor forma de adquirirlo que de un blanco.

Una característica propia de los Javaryús es la repetición inmediata de cualquier sonido de hasta tres o cuatro sílabas. Te preguntan el nombre como si fueran los recogedores de patronímicos para sus muchos hijos. Les puedes contestar con la palabra que quieras que inmediatamente la reproducen fielmente. La cosa se complica cuando les dices de un tirón y sin respirar tus dos nombres y dos apellidos. Entonces repiten las dos últimas sílabas y se quejan de que tu nombre es demasiado largo. Es que en mi etnia somos así.

Los Javaryús niños tienen en común que a todos se les ha muerto el padre y por eso te piden dinero. Pensé que el dinero sería para cuidar su tumba en el cementerio. No llegué a saberlo porque fui a un cementerio y no lo pude ver pues la yerba me lo impedía. La madre siempre suele sobrevivir, y es que como son polígamos tienen varias.

Al poco tiempo me enteré que yo no era más que un tubab.

TUBAB

Son lo que los indios llamaban rostros pálidos. Además de por el color de la piel se nos distingue por llevar detrás a un grupo de niños que nos lo van recordando a cada instante. Muchos tubab se esfuerzan en dejar de serlo para integrarse con la población y para ello se pasan largas horas bajo el sol para intentar ponerse negros como los Javaryús, pero aunque se puede ver a algún tubab de piel muy oscura, los Javaryús siempre los distinguen y el coro de niños se lo sigue recordando a cada instante.

Los tubab se caracterizan por tener miles de dalasis, que es la moneda gambiana, para repartir en propinas, regateos, compras y comisiones.

Por lo general te recuerdan que eres tubab, sin ninguna carga negativa, aunque en alguna ocasión se puede intuir que va precedido del vocablo puto. Pero son intuiciones y muy escasas. Los Javaryús son por lo general muy buena gente, aunque un poco pesados.

Los propios Javaryús, en los primeros contactos, nos dijeron que vivían en una democracia, “una democracia africana donde cada cinco años hay elecciones y siempre gana el mismo”.

Los Javaryús y los Tubabs mantienen relaciones comerciales mediante un sistema conocido como el regateo.



El regateo

Es un sistema de compraventa justo en los países con grandes desequilibrios sociales. A parte de un juego. El que más tiene menos apura el regateo, porque los últimos momentos son muy duros y pueden ser muy largos. Quien tiene dinero, paga antes y quien vende tiene un margen de beneficio mayor. Quien no tiene dinero apura el margen comercial al máximo y por lo tanto paga menos a costa del vendedor, que para empezar ya ofrece un precio más moderado.

El regateo también es un juego de habilidades, de sicología, de tensión y distensión, de información, pues otros vendedores están al acecho y saben en qué cantidades nos movemos para ofrecernos, si pueden, otro objeto de menor valor al mismo precio.

El turista tiene un papel muy importante en el regateo ya que a los autóctonos se les vende muy poco. El turista suele caer en la trampa del regateo, lo que a la larga perjudica al comercio local y a las clases más bajas. Suelen comenzar pidiendo cantidades excesivas, entre diez y veinte veces más de lo que les ha costado. Un producto de 50 dalasis lo ofrecen por 500. Finalmente el turista paga 200 y se considera un buen regateador y como al final no es mucho dinero suele tener cierto remordimiento pensando que podía haberle pagado algo más pues es poco para nosotros y mucho para ellos. Pero eso supone que estás rompiendo sus relaciones económicas, estas pagando muy por encima de su coste y puede suponer la creación de un grupo de gente poco numeroso que vaya controlando la economía en su favor.Regateo de precio escribiendo las propuestas sobre la arena.



Por otra parte, al final, un turista se va a gastar una cantidad determinada de dinero. Más vale repartir ese dinero entre diez compras que entre ocho, porque al final siempre supone una mejor distribución del dinero.

No olvidemos que el regateo es un juego que ellos deciden plantearnos. Pero es un juego en el que solamente el vendedor conoce las cartas, por lo que poco o mucho siempre va a ganar. Nunca un vendedor venderá perdiendo.

Personalmente, de vez en cuando me gusta el juego del regateo. Hay momentos en los que disfruto y lo apuro todo lo que puedo cuando son comerciantes (intermediarios). Lo suelo rechazar cuando son productores (agricultores o personas que venden los alimentos que cocinan) aún cuando en alguna ocasión he sabido que me estaban engañando. Valoro su trabajo, no su margen comercial. Los productores no suelen cargar grandísimos márgenes como los comerciantes y luego sus relaciones con los turistas son esporádicas.

Si puedo utilizo estas visitas para comprar los regalos de Reyes. Aunque los tenga guardados algunos meses no tiene importancia y tiene unas grandes ventajas sociales. Gasto mi dinero en lugares donde es más necesario que en los Cortesingleses o Carrefures. Hago regalos para Reyes que son exóticos y no se anuncian en televisión, me cuestan mucho menos dinero y contribuyo a la economía de estas gentes pagando por su trabajo, no dándoles limosnas a través de oenegés. Es muy importante la dignidad.

Nada más llegar al aeropuerto me preguntan por el resultado del Madrid de fútbol, porque no lo había escuchado en la radio. Poco después me enteraría de lo que supone el fútbol para el pueblo gambiano, la parte varonil del pueblo. Entre otras cosas es importantísimo para su vestimenta. Si les quitan sus túnicas tradicionales veríamos a alguno en pelotas, pero si les retiran las camisetas del R. Madrid, del Barcelona o el Manchester, medio Gambia iría en pelotas.

En el hotel me encuentro a un tubab en el ordenador. Le pregunto por su procedencia y me dice muy pausadamente, para que le entendiera; Soy-de-Ja-ca-en-la-pro-vin-cia-de-Hues-ca, a lo que le respondí y-yo-de-Al-ca-ñiz-en-la-pro-vin-cia-de-Te-ruel. De esta forma, hablando en un mandinga casi perfecto comenzó nuestra relación de varios meses mandingas, (ocho días españoles). No sé por qué le comencé a llamar José Luis, debería ser porque él me lo dijo. Pero no fue así. Todos le llamamos José Luis.

Los primeros contactos con otros turistas alojados en el hotel sirvieron para aumentar el círculo de amistades que al principio constituíamos José Luis y yo. Conocimos a Eric y Anna pareja barcelonesa y comenzamos a planear cosas juntos, seguimos ampliando nuestras relaciones llegando hasta una pareja de astur-madrileños, Daniel y Susana y nos fuimos a organizarnos la vida conjuntamente hasta la única referencia latina que teníamos en Gamibia. “El Bar del Nota”, un madrileño muy vegetariano pues entre todas las comidas prefiere la hierba, que nos contó con mucho gracejo su relación con los Javaryús, nos habló de unas radiografías que le hicieron en Banjul donde finalmente le desaparecieron los pulmones, lo que le hizo ir a España asustado por su enfermedad que resultó inexistente. Nos describió el sentido de la decoración del carpintero que le hizo una celosía mitad con los listones inclinados y la otra horizontales. Nos describió pormenorizadamente su aventura de un viaje a Mali, sus aventuras de marino mercante, su digestión de hierba a la vera de la cabaña de la octava generación de Kunta Kinte y otras ocurrencias que nos mantuvieron entretenidos, risueños, partidos de risa y relajados durante un buen rato. Como pago a su humor, los seis más Lola y Andoni, dos salamantinos que se sumaron al grupo comimos en su restaurante y conocimos extrañados la salsa domoda que es de cacahuetes. Salsa que luego pudimos comprobar que era omnipresente. Nos presentó a Abdulai que sería el padre escolapio que al día siguiente nos llevaría al día de excursión.

Después de la comida, a iniciativa de Anna y Eric nos fuimos a visitar el parque de Abuko Nature Reserve. Parque interesante donde vimos aves, monos, varanos de más de un metro, hienas en cautividad que me impresionaron por su tamaño, tortugas inmensas y otras formas de vida con las que nos va deleitando la naturaleza. El paseo de unas dos horas resultó muy agradable. Fuimos en taxi que nos esperó a la salida para devolvernos al hotel después de realizar sus rezos, que casualmente coincidieron con nuestra llegada. Por lo leído en alguna guía de hace unos años y lo visto in situ, el parque, siendo muy variado, está decayendo de forma estrepitosa porque presenta menos variedad de vida cada año.

El segundo día de estancia comenzamos la mañana con una excursión al mercado de Serekunda. Lugar populoso donde puedes comprar pescado con moscas, carne agriada, leche, camisetas del Gambia de fútbol, especias que compiten con el viagra, telas, máscaras y todo lo que a uno se le pueda ocurrir incluidas lavadoras o bañeras. El Land Rover nos ha dejado en un punto y cuando he vuelto a él ya no estaba. Vamos, que me había perdido. Pero como un tubab es fácil de localizar en un mercado al poco rato me ha encontrado el hijo de Abdulai, que es el jefe de la expedición. Desde entonces no me ha dejado ni a sol ni a sombra, pensando que en cualquier momento podría desaparecer engullido por la multitud. Me giraba y ahí lo tenía haciendo como que paseaba casualmente junto a mí. He estado en una especie de patio donde pintaban las telas que luego venden y muy amables y sin intentar venderme nada me han invitado a pintar (un brochazo) muy amables y sonrientes me han dicho que pintaba como un mofingo.

Pintando una tela como un mofingo.



Ya queda dicho que los Javaryús son muy dados al regateo. Precio gambiano. Quiere decir que el que te ofrecen no vale. Lo curioso es que generalmente te sacan un bolígrafo y un papel para ir regateando sobre la libreta. Pero más curioso ha resultado un hombre que me ha entregado un palo tallado, mientras él se ha quedado con otro para que regateásemos escribiendo el precio sobre la arena del suelo.

Tengo por costumbre no llevarme en la mochila objetos que pueda comprar en el lugar de destino. Pienso, para guarecerme del sol compro un turbante o lo que ellos utilicen tradicionalmente pues la experiencia les habrá hecho conseguir un buen sistema. Lo que no podía imaginar es que después de quinientos años bajo el sol de Gambia, la mejor solución era la gorra con visera de los Lakers. Como no quise comprarla compré un pañuelo después del consiguiente regateo. El vendedor vio uno que no me gustaba. Había en un mismo montón unos cien de colores distintos y el que descarté fue uno de color naranja. Me dijo que todos valían 100 dalasi menos el naranja que valía cincuenta. Pa chulo yo. Me quedo con el naranja y es el que llevo para taparme del sol y del polvo.

Después visita a Lamin Lodge para ver una bahía de manglares desde una construcción de madera.

Imagen de postal del manglar con pescadores en cayuco.



Espectacular como suelen ser todas las cosas que ves por primera vez. Luego te puedes hartar de manglares o ver otros más sorprendentes. Parada en un lugar construido de madera y techo de ramas con pisos, muy agradable con toma de cerveza y charla relajada mientras algún mono nos contempla desde lejos. A los pies los peces rana, que son peces que van andando por el fango.

En Brikama hemos visitado un mercadillo de tallas de madera. Al regateo, que hay que combatir el alceimer con operaciones rápidas y observación de movimientos. Faburama, un javaryú, estaba tallando unas figuras a las que luego le iba a poner betún para que tenga la apariencia de una madera distinta a la que es. Como me han parecido bonitas se las he pedido y casi sin regateo me las ha dejado a buen precio asombrado porque no las quería barnizadas. Eric y Anna han llegado tarde a la compra y me han envidado. Ya se sabe la típica envida sana. Luego hemos vuelto al mismo lugar. Yo no lo sabía pero Faburama era mi gran amigo. Me ha invitado a que terminara las piezas que me había vendido. Luego nos hemos hecho una foto de grupo en la que Faburama ha exigido estar al lado mío. Me ha escrito su dirección, una hoja entera de datos. Le escribiré, he pensado, le enviaré la foto. Luego he sabido que en Gambia no hay servicio de correos y por lo tanto nada puede llegar a su destino. Así que casi puedo dejar en suspenso mi amistad con Faburama.

La comida ha sido en la playa de Sanyang donde nos han preparado una langosta por 500 dalasis no regateables puesto que estaba contratada por teléfono. No me ha parecido buena.

Langosta con patatas fritas.



Además la guarnición, patatas fritas, no acompañaba la dignidad aristocrática del plato. Bien, pero no ha estado mal, ni muy bien tampoco. Incluso he tenido dudas de si continuar o no con la expedición del día siguiente. En el grupo, que éramos 16 había también alguna duda, pero lo maravilloso del día estaba por venir.

Hemos ido con el Land Rover por la playa para llegar al siguiente destino; Tanji. Quizás no sea de lo más respetuoso con la naturaleza, pero no hemos destruido nada y ha sido de película de champú con los cabellos al viento.

Vadeando el mar. Casi nada.





Ganado junto a la playa.



Nos hemos encontrado inglesas viejas con Javaryús nuevos, pastores con sus vacas que iban junto al mar, horizonte tan hermoso que parecía que cabalgásemos por él y finalmente lo más sorprendente, el bullicio de las gentes que llegaban con sus cayucos llenos de pescado que descargaban en una playa repleta de seres vivos, los javaryús y turistas y seres recién muertos, los pescados. ¡Qué color!, ¡qué movimiento!, ¡qué vida! Después del recorrido de la playa desierta es como si brotara la existencia de la arena.

He pedido a un grupo de mujeres hacerme una foto con ellas. Me han dicho que no. Luego les he dicho que me las llevaba a España y no sólo me han dejado hacer la fotografía sino que además me han jurado amor eterno. Ha sido divertido. La javaryú que se iba a venir conmigo a España hacíendo que demuestre mi amor.



Allí mismo ahumaban el pescado. La explicación; como no tienen frigoríficos es la única forma de conservarlo. Decididamente, al día siguiente iba a participar en la excursión prevista.

Para nuestro tercer día de estancia en Gambia hemos contratado nuevamente los servicios de Abdulai para ir hasta Tendaba, dormir allí y hacer algunas paradas por el camino.

La primera parada ha sido en un termitero. Son construcciones de más de dos metros de alto que resultan curiosas de observar por la cantidad de tierra que deben remover las hormigas para construirlo. La parte húmeda es la que han construido en la última noche. El primero que vimos estaba vacío ya que había agujeros, según nos dijo Abdulai por donde lo habían desalojado. Los termiteros vivos están completamente cerrados y si haces una abertura inmediatamente salen los soldados que son extremadamente violentos.

Otros soldados menos violentos salieron a vendernos sandías. Son los del país. Está prohibido hacer fotografías a edificios oficiales y embajadas, pero estos soldados andaban deseosos de posar para la cámara de un tubab. Fotos hasta que llegó un mando y les echó una bronca. Así que antes de ser partícipes en un golpe de estado seguimos nuestro viaje hasta Sutusinya donde vimos un impresionante árbol elefante y una no menos impresionante tienda por su tamaño, infimo y sus atiborradas y oscuras estanterías. Sección étnica del Corte Inglés gambiano.


Como la selva está llena de sorpresas y no nos aparecían, nuestro guía Abdulai estropeó el Land Rover. El tubo de escape comenzó a disparar como si fuera un cazador a por un elefante. Luego el motor, o la bobina o los platinos, o no sé qué dijo que no seguía. Y no siguió. Reparación en medio de la carretera con un martillo. Como faltaba el destornillador (martillo y destornillador son las dos herramientas básicas para arreglar cualquier vehículo según nos contó El Nota) la cosa se fue postergando, así que yo, impaciente me fui andando hacia nuestro destino a unos 80 kilómetros. Pero lo arreglaron y me alcanzaron antes.

Mucho mecánico





Posando en árbol elefante que se llama así por el aspecto que tiene muy parecido a la piel del plantígrado.



En medio del camino, parada para comer y bebiendo un par de tés con espuma gambiana. A los postres comimos unas obleas de cacahuete y azúcar que nos vendieron unas niñas, que intentaron abusar de los tubabs. Primero nos cobraron cinco dalasis por cada una y luego los Javaryús les hicieron darnos cada una a su precio, una por dalasi. Hasta entonces no había visto ninguna moneda de dalasi, así que siguiendo la teoría de José Luis pedí cuatro y me devolvieron una moneda. Mi primer dalasi.

Llegada a Tendaba a un campamento de modernas chozas que eran más cutres que un rock indio, con una piscina a medio llenar entre arena y agua. Como no puedo bañarme tampoco puedo ducharme porque no hay agua. Son cosas de la abundancia. El río está al lado, ¿para qué hace falta agua en la ducha?



Choza gambiana. La vida se desarrolla en el patio, que barren muy a menudo.


Con todo el polvo del camino, con una camisa blanca inicialmente y luego roja de la arena nos fuimos a adentrarnos por los manglares en un cayuco a 200 dalasis por cabeza. Espectacular el paseo de unas dos horas por el río Gambia y algún afluente. Vimos pájaros, una nutria, una serpiente, pero aunque no hubiera visto nada me sentí sumergido en una película.



En el cayuco, cazando imágenes. José Luis, Andoni, Eric y Anna



Por la noche, las siete, dimos una vuelta por el pueblo rodeados de no sé cuantos javaryús porque no había ninguna luz y siendo todo negro era imposible distinguir nada. Se oía mucho bullicio, así que serían muchos, rodeados, tropezando, sin poder avanzar, llevando cuatro conversaciones a la vez en distintos idiomas y dialectos sin entender ni lo que yo mismo decía. Al fin llegamos al lugar del campamento donde había unas rejas a la entrada. Pasar al otro lado de las rejas, lejos de parecerme estar encerrado, supuso una liberación.

Por la noche una agradable tertulia dividida en dos parte. Primero con los asturianos hablando de economía, de sus trabajos y de mi Maratón. Luego un descanso para ver a unos Javaryús cantando con letras muy curiosas, que me tradujo Abdulai, como “ahora te veo”, “ahora no te veo”, “aquí estoy yo”, “aquí estás tú”, “es es el conductor del Land Rover” y genialidades semejantes que un corifeo femenino repetía continuamente.

En la segunda parte de la tertulia se sumó un javaryú al que no conocíamos y que sin decir palabra iba siguiendo todas las conversaciones. Bueno, son esas cosas que pasan. Hasta que alguien pensó que era el conductor que llevaba nuestro Land Rover. Como habíamos pinchado en el camino y la rueda la habíamos dejado en un pueblo para arreglar, a José Luis se le ocurrió realizar la pregunta clave para saber si realmente se trataba de nuestro conductor, ¿qué tal la rueda?, como si se tratara de una enferma. No lo entendió, así que surgió nuevamente la duda de la identidad de nuestra compañía. Después de algunos gestos y explicaciones supimos que sí, era nuestro conductor. Así que disipada la duda nos fuimos a dormir.Abdoulie Jallow, nuestro guía y Javaryús en crecimiento.



Dormir es un decir. En la habitación tenía ventilador, que falta le hacía, pero no tenía motor, así que era una bonita escultura a la que de vez en cuando tiraba de una cuerda por ver si le apetecía dar vueltas. La cama estaba sobre una losa elevada y sobre la cama un cubrecamas como toda ropa. Pensé en los cientos de tubabs, mofingos, javaryús y seres vivos y muertos que habían estado antes que yo sobre esa tela. Así que cogí la toalla y me acosté sobre ella intentando toda la noche no ser invadido por el mundo de los fungi que me rodeaba. Una noche inlolvidable. No dormí prácticamente nada.

Desayuno, clavada económica y regreso con nuevas paradas. Primero vimos árboles llenos de pelícanos y de sus nidos. Un poblado donde una mujer embarazada me dejó después de mucha insistencia descascarillar el arroz.

Paramos en una aldea fula, que son antiguos nómadas por lo que sus chozas son todavía más elementales que las de los demás. Abdulai definió muy bien su situación, son pobres pero no míseros. Tienen bien poco y difiere poco de las cabañas de las películas de Tarzán.

Entramos en un colegio donde un negro enorme con apariencia de aspirante a dictador que se come los higadillos de sus ministros, nos recibió porque era el director. Nos abrasó con un discurso que me recordaba a los padres escolapios. No podía aguantar y me parecía irrespetuoso irme. Al final me fui. Antes pude descubrir uno de los secretos mejores guardados. José Luis, no se llamaba José Luis, sino José Miguel. Y es que el director con aspecto de dictador le preguntó su nombre, se acojonó y dijo la verdad; me llamo José Miguel.

Estuve en el recreo donde me invitaron a una pasta que parecía hecha de garbanzos, donde vi cómo los niños compraban por un dalasi un pequeño bocadillo de espaguetis y yo mismo compré más obleas de cacahuete a las niñas que se lo ofrecían a los estudiantes.

Visitamos una plantación de cacahuetes donde Abdulai nos enseñó cómo se trillaba con dos palos. Muy curioso. Compré simiente para plantarlos en Alcañiz. Veremos.

Abdulai aprovechó el viaje de vuelta para visitar a dos hijas (de los 17 hijos que tiene con tres mujeres), que están castigadas en una aldea para que estudien. El castigo durará tres años. Abdoulie con una sobrina, mientras los demás estaban haciendo un rondo de fútbol.



Compré fruto del baobab para preparar bebida refrescante, que ya tengo en el frigorífico y me resulta agradable y también hojas de wonjo para hacer bebida después de preparar la infusión y dejarla enfriar. Eso lo tengo pendiente.

Suelo visitar los cementerios y pedí que nos llevara a uno. El cementerio estaba lleno de tantas hierbas que no se veían ni las almas. Aunque se utilizaba, nos dijeron que al cementerio sólo se iba a llevar al muerto, nada más. Así que allí reposaban los cadáveres javaryús abandonados de la mano de Alá.

Como el consumo de agua es recomendable que sea embotellada y por otra parte el de cerveza es recomendable que sea frecuente, para mantener la alegría de la vida, decidimos comprar una caja de cerveza y otra de agua. Cada uno hicimos nuestro pedido, pusimos dinero de sobras y por arte del influjo africano y de las habilidades contables de José Miguel (ex José Luis), todos obtuvimos menos líquido del solicitado y a todos se nos dejó a deber dinero.

Por la noche fui a comprar fruta. Pedí un coco a unos que me dijeron que vendían. Entonces un javaryú, le dijo a otro que se subiera al cocotero de la plaza a cogérmelo. Por subir a cogerlo al árbol me pidió una cantidad desorbitada. Como no tenía ganas de regatear lo dejé estar, así que junto con José Miguel, Anna y Eric nos fuimos a comer una pizza y a disfrutar de unas risas que construimos entre los cuatro y un javaryú que nos quería llevar a una discoteca.

Desde que salí de casa no había corrido, a pesar de pasear mis zapatillas maratonianas por toda Gambia. De hoy no pasa, me dije, y salí a las siete de la mañana a correr por la playa. Ignoraba que también están los Javaryús corredores. Aún no había hecho un kilómetro cuando ya tenía mi compañía autóctona. Me acompañó durante un buen rato. Viendo que yo no paraba me dijo que cuánto corría. Le dije que había hecho un maratón de 40 kilómetros. Se paró y con un palo escribió en la arena 60. Sus maratones eran de 60 kilómetros. En estos países el tamaño importa. Cuando llevábamos dos vuelta me dijo que lo hacía muy bien y que se quedaba en un punto de la playa para animarme. Y así fue. Cada vez que pasaba por allí se levantaba junto a otro Javaryú y vociferaba mi nombre.

Corriendo por las playas gambianas en Kotu


Por la playa en la carrera matutina fui esquivando peces globos, doradas, peces sin ojos que se habían llevado algunos pájaros, buitres que no si inmutaban a mi paso cuando disfrutaban de un festín, inglesas viejas con javaryús nuevos y vendedores de fruta, que aún no habían abierto su puesto pero que ya iban a la caza del futuro cliente. Ya sé que acabas de desayunar, pero luego, vienes a mi puesto.

Me iba a ir solo a callejear. Tanta gente conocida tantos días me cansa. Necesito la soledad para ir asimilando todo lo que he visto, todo lo que estoy viendo y lo que pienso que puedo ver. José Miguel dijo que se apuntaba a la excursión que había preparado y me ha acompañado. He estado en una soledad compartida. Con Lamin, nuestro guía entrando en un risaw en el que finalmente no fuimos.


Luego, sin saber cómo Lamin, un javaryú se ha convertido en nuestro guía y los tres hemos ido callejeando, mercadeando, hablando, comiendo, cerveceando, tragando polvo, esquivando coches y algún javaryú, pocos porque cuando te ven con uno de los suyos no se suelen meter. Entro en supermercados, miro los precios, entro en panaderías, bebo donde beben los javaryús y como donde ellos comen por 25 dalasis frente a los 250 habituales. Me meto en lugares oscuros del mercadillo, más oscuros cuando estoy totalmente rodeado de negros que me quieren vender una camiseta y discuten entre ellos por intentar llevarme al huerto.

Comida con una extraña Guiness con licencia irlandesa por tan sólo 60 céntimos de euro. 25 Dalasi.


Los javaryús son muy aficionados al fútbol. Es inimaginable. En las calles hay pantallas gigantes de unos 15 o hasta 20 metros cuadrados. Frente a ellas se congregan cientos de javaryús para ver los partidos de fútbol que son de su interés, o sea todos. Estaban televisando el Suecia o Suiza contra Colombia sub 17. Uno de los equipos estaba ganando 4-0 y quedaban dos minutos. Me puse delante para hacerme una foto y se armó una bronca tremenda porque les estaba tapando.

Una de las cosas que quería probar era el vino de palma. Lamín me dijo que me llevaría a un lugar para comprarlo. Primero pasamos por su casa para saludar a su madre y a su hermana. Luego por un lugar lleno de basura y escombros inmundos llegamos hasta una cabaña donde esperamos a que nos trajeran el vino. Recién cogido, con la insistencia de que era natural, (Lamín me lo repitió una decena de veces) nos trajo tres litros. Allí mismo con abejas muertas en una taza nos bebimos uno y nos llevamos los otros dos en una botella, seguramente cogida de la escombrera, con una abertura para que saliera la vomitina que producía la fermentación.

Tenía intención de traerme a casa esos dos litros, pero la fermentación seguía y seguía. La vomitina no cesaba y cuando tenía la botella en recepción para llevarme se formó un pequeño charco pegajoso (pusieron un cartel de que el suelo resbalaba) y ante el temor de que estallara en el avión lo dejé en el hotel, muy a mi pesar.

Susana, Dani y yo quedamos para ir en bicicleta hasta Banjul y luego otros sitios de interés. A las ocho de la mañana, que es cuando habíamos quedado recibo un mensaje de que Susana está enferma, así que me voy solo. ¿Sólo en Gambia? No. Lamín, el javaryú del día anterior me acompaña. Nos vamos hasta Banjul por carretera, por autopista, ora por el carril de los vehículos rápidos, otrora en sentido contrario,… vamos una aventura divertida, pero no peligrosa, así se conduce en Gambia. Además, para aderezar la aventura a Lamín se le rompe un pedal. Lo repara y los dos le quedan a la misma altura por lo que resulta imposible y cómico ir en bicicleta. Finalmente lo arreglamos y nos vamos hasta casa de su abuelo en Banjul. Allí tengo conversación familiar, dejamos las bicicletas y nos vamos hasta el Mercado de Alberto que es tan populoso como los vistos pero un poco más recogido. Antes visitamos la playa donde continuamente llegan los cayucos descargando pescados. Allí veo también una lucha gambiana, que era algo que deseaba contemplar, pero que me dijeron que ahora no era temporada. Lo que vi fue una lucha improvisada entre jóvenes.

La lucha gambiana es muy tradicional. Forma parte de un juego que se practica en todas partes que pueden. Aunque yo sólo vi esta.


En la entrada había quedado con Eric, Anna y José Miguel. Como no llegaban a la hora prevista un ejército de javaryús se pusieron a buscarlos. En un momento me vino uno y me dijo que había visto a dos tubabs. Le dije que también había una mujer y me dijo que no me preocupase que ya iba a buscar una tubab para completar el trío de amigos que buscaba.

Tiendas, fotos, regateos y compras.

José Miguel se compró una camisa que fue la envidia de tubabs y mofingos.



Visitamos las dependencias del palacio presidencial donde viven las personas que trabajan para el presidente, porque algunas son familia de Lamin y después nos vamos a comer a Bakau, a un restaurante que regenta un inglés. Más tarde visita a Charlie, un famoso cocodrilo que según cuenta forma parte del culto de las religiones animistas y que está tan cebado que no se mueve aunque lo zarandees. Así que foto al canto con cocodrilo al lado. No es el único cocodrilo, hay más de todos los tamaños y todos igual de tranquilos. Uno de los lugares más interesantes para visitar y conocer con algo más de detalle la cultura tradicional gambiana es el museo que está en el mismo centro del cocodrilo.

Vuelta a casa en bici. Ya llegamos de noche, no sin antes encontrarme una sorpresa. Un autobús de Alcañiz con matrícula de Banjul. Como diría Kiko Veneno, el pañuelo es un mundo.

El que me alquiló la bicicleta me debía 50 dalasis. Ya había previsto que tuviera alguna escusa para no dármelos. Me guardé la llave del candado de la bicicleta. Le pido los 50 dalasi, me dice que no tiene. Me pide la llave, le digo que no la tengo. Inmediatamente se fue a un grupo de javaryús que estaban postrados de rodillas mirando a la Meca, los hizo levantar, les pidió el dinero y entre risas me lo devolvió mientras yo le daba la llave.

Ya no me quedaba dinero para pasar el último día. Voy a una oficina de cambio. Le pregunto a cómo está. En la calculadora me escribe 38,5 Le pregunto 38,5. Me sonríe y me escribe 39. Sorprendente. Hasta el cambio de moneda se regatea. No era mi intención.

El último día en Gambia coincidió con una feria internacional que se celebraba en el único estadio de fútbol que existe en el país. Allá que fui con Anna y Eric. Nos metimos sin más. A la salido vimos que la gente para entrar debía sacar una entrada. Fuimos en taxi comunitario. Era una de mis asignaturas pendientes en Gambia.

En la feria había un estand de teléfonos móviles, de buen aspecto, junto a un vendedor de gallinas. También había dromedario o camellos, todavía no los distingo, una serpiente enorme, una hiena enjaulada y un cocodrilo en una caja en la que no cabía y sacaba un tozo de cola por los barrotes. También había tecnología de Taiwan, un vendedor de anacardos de Malí que no sabía cuánto valían pero que pedía que le pagara en dalasi que él ya me daría los cambios. Buñuel podía haber filmado , sin salir de la feria, un par de películas surrealistas.

A la vuelta nos paró una furgoneta con caja descubierta a la que subí, pero con la que finalmente no fuimos porque Anna llevaba faldas. Luego nos paró un cuatro por cuatro con aire acondicionado. Fuimos a comer al bar del Nota, hablamos con él un rato, hicimos unas risas. Pedí menestra gambiana y me trajeron menestra congelada de Pescanova. Pedí té gambiano y me trajeron uno chino. Llegó el Nota y pudimos tomar nuestro té en condiciones. A Anna le sentó muy bien hasta que El Nota le explicó que todos bebían del mismo vaso.

Por la noche, con unas cervezas estuvimos en el hotel escuchando la actuación de un grupo que no estaba mal e interpretaba dignamente a Eric Clapton, Mark Knofler y compañía.

Fue una noche de despedidas. Nos despedimos en el hotel. Ellos iban a Barcelona y yo a Madrid. Luego nos despedimos en la recepción del hotel y luego como su vuelo llevaba retraso nos volvimos a despedir en el aeropuerto. Como con Dani y Susana fuimos en el mismo vuelo y luego, en Madrid, en el mismo metro, nos volvimos a despedir. Y en ese momento se dio fin a una aventura y el inicio a una larguísima amistad.





Escrito por chabeto el 17/11/2009 20:37 | Comentarios (0)






Algunos comentarios para mi sobrina Arancha


Si alguien, como por ejemplo mi sobrina Arancha, me pidiera alguna información sobre cosas rusas aquí habría algo de su interés.


Los retretes públicos.

Los retretes públicos, por unos 15 o 20 rublos, están por todas partes a disposición de los viandantes necesitados.. Resulta sorprendente la primera vez que los ves, no por el aspecto, que son como cualquiera, cutre, de fiestas, meadas y vomitinas, sino porque al principio ves a una persona sentada en uno de ellos, aparentemente haciendo sus necesidades, con la puerta abierta y leyendo una revista o escuchando la radio. Miras, no miras, el morbo y la curiosidad te puede y finalmente con el velo protector que te cubre al ser extranjero y que no te conocen y posiblemente no te verán nunca, miras descaradamente y quedas todavía más sorprendido cuando alguien se acerca y se pone a charlar con quien está sentado supuestamente haciendo sus necesidades. Luego descubres que es el dueño de los retretes y está esperando a su clientela habiendo habilitado uno de ellos para descansar, leer y esperar lo más dignamente posible a sus clientes.



He dicho que están por todas partes, pero no es cierto. En Irkutsk me bebí un kbas, que es una bebida tradicional rusa, refrescante, barata y de un sabor agradable, sin alcohol, cosa rara, o con muy poco alcohol. A pesar de todas sus cualidades me debió sentar mal y me produjo unos terribles retorcijones de tripa. Como deduje que tras el revuelto vendría la incontinencia, decidí volver a casa por un atajo. El atajo resultó ser una calle, amplia, poco transitada y sin ningún establecimiento comercial, y por supuesto sin ningún retrete, tualet le llaman los rusos. El contenido de mi estómago revuelto comenzó a llamar con cierta urgencia a la puerta preta de mi culo. No encontraba ningún sitio donde entrar. Corriendo, desesperado, sintiéndome humillado decidí buscar con premura, un lugar en plena calle donde evacuar, no podía dar ni un paso más, cuando me encuentro una funeraria donde una elegante mujer y bien vestida estaba atendiendo a una pareja de clientes. Era mi única salvación, el clavo ardiendo que buscamos en la desesperación. Junté las manos, preté un poco más mis glúteos y con una cara que debió resultar de lo más expresiva llena de desesperación, sólo pude articular una palabra, la única que conocía para estos casos "tualet" con entonación de pregunta, desespero y solicitación de favor. Mi cara, todo mi cuerpo debía ser un poema. La mujer viendo que me iba a cagar en todos sus muertos, en todas sus lápidas y en los clientes, me dio unas instrucciones mientras señalaba hacia un lugar, corrí en la dirección señalada y suspiré porque allí estuviera la ansiada tualet. Suerte tuvo la funeraria y suerte tuve yo que la puerta que abrí fue la buscada, porque de lo contrario escampo todo el contenido de mi estómago por el despacho.

¡Qué apuro, qué mal trago y sobre todo qué alivio! Cuando salí me estaba mirando desde su despacho atónita e inquisitora. Le dije spasiba y me fui agradecido y aliviado. Pensé en llevarle unos bombones o unas flores al día siguiente pero ante el temor de que no pudiera entenderme o que echase a lapidazos antes de ofrecerle mi presente, al recordar el presente del pasado, allí acabo la historia.

Algunos malos ratos, malísimo éste, qué risas despiertan cuando una vez superados los cuentas.



Las cejas de las rusas


Es curioso comprobar como las rusas carecen de cejas. No he podido averiguar si es de nacimiento, por alguna extraña mutación genética después de tantos años de comunismo o porque se ponen nerviosas y tiran de las pinzas. Pero lo cierto es que extraño encontrarse a una rusa con cejas propias, por lo que recurren al extraño truco de pintarse una raya encima de los ojos.



La belleza de las rusas


Es muy común encontrarse a hombres hablar de la belleza inigualable de las mujeres rusas. Como diría algún esforzado ciclista, ¡qué será el hambre! Las hay guapas, muy guapas, pero no son tantas como pueda parecer. Lo cierto es que nuestra vista es selectiva, vamos buscando a las más apetecibles y desechamos a las demás por lo que al final la percepción es equivocada. Las gordas son más abundantes que las que están buenas, suelen vivir en cabinas muy pequeñas donde las deben meter a presión para vigilar a las personas que entran en el metro o en el tren. Deduzco que son las típicas matriuscas de las que sacan ocho o diez tías buenas.



Matriuska a punto de mostrar las bellezas que lleva en su interior.


Pero sean guapas o no, lo cierto es que las rusas tienen una responsabilidad ante la sociedad de mostrarse guapas y bien arregladas. Resulta un misterio saber dónde toman el sol, porque suelen tener el toque moreno justo. Como muestra esta violetera vendedora de cigarrillos que estaba por las calles de Omsk. Generalmente les encanta que les pidas hacerles una foto. Parece como si se arreglaran para posar ante todas las cámaras del mundo.


La cerveza

Una de las primeras palabras que hay que aprender en cualquier idioma extraño es "cerveza". A partir de ese momento ya estás en condiciones de entablar conversación con el camarero, que generalmente es un buen aliado de los viajeros. Después de un par de cervezas (en Rusia las más pequeñas son de medio litro) ya puedes entablar conversación con cualquiera y en cualquier idioma. La barrera del idioma está superada. En Rusia hay multitud de marcas de cerveza y cada una tiene un precio distinto, con diferencias en muchos casos de sólo algunos céntimos. Cuando pides una cerveza debes saber la marca, el grado de alcohol de la marca que has pedido, si la quieres en botella o en lata y si la quieres fría o del tiempo. De lo contrario pedir una cerveza puede ser un interrogatorio propio de la KGB



Rezando en San Petersburgo ante la diosa Baltika 3, fría y en botella, la más común de las deidades descendientes de Baco.



Lenin y Stalin

No han muerto. Están presentes en la mayoría de los rincones de la Plaza Roja. Tienen el don de la ubicuidad. Por unos pocos rublos acceden a formar parte de tu álbum de fotos.





Comer

Como suele ocurrir en todas partes los nativos no comen lo mismo que los turistas ni en los mismos lugares. Comer en Rusia es muy barato si te comportas como un ruso. Es carísimo si eres un turista. Todas las calles están llenas de pequeños kioskos donde venden comida en algunos casos estupenda y a precios ridículos. Comiendo de esta forma puedes estar bien alimentado, con buen sabor, comida casera y fiable. En los restaurantes existe una especie de menú del día que ellos llaman bisnis lanch, así como lo he escrito, pero en cirílico. A un precio muy bajo te sirven por lo general una ensalada, una sopa muy bien aliñada y con mucho condimento, el equivalente a un segundo plato de carne o pescado y un té o un pastel. La bebida, si no es agua, no suele estar incluida. El precio puede rondan los cinco euros. Esta comida la suelen servir desde las once de la mañana hasta las cinco de la tarde.



Saboreando la buena cocina rusa



La presencia de lo español


A pesar de lo que nos suelen vender por estas tierras de que España está presente en todas partes, salvo los equipos de fútbol, lo único conocido son las islas Canarias que son el sueño de cualquier ruso, porque irte allí significa tener el dinero suficiente para huir del frío invierno ruso. No obstante te puedes llevar sorpresas como es la presencia de una escultura del Quijote en la siberiana Omsk. Te encuentras a poquísima gente que hable español. Aunque me sorprendió encontrarme a dos abueletes de Zaragoza en el aeropuerto de Moscú, que iban por su cuenta por Rusia y que no sabían una palabra ni de ruso ni de inglés y se movían por todas parte con asombrosa tranquilidad. Me decían que siempre encontraban a alguien que les entendiera. Pues qué suerte.



Don Quijote cabalgando por la siberiana Omsk.



Monedas

La moneda es el rublo y los céntimos son los kopecs que para mí tenían un significado especial por el sufrimiento que suponía en las novelas de Dostoyevski conseguirlas y cómo sus personajes debían estirarlas para poder mal comer de vez en cuando. Los rusos son muy despreocupados con las monedas. Donde ven un charco de agua, una rendija en una pared o cualquier lugar donde quepa una, allí están tirándola o escondiéndola pensando que eso les va a traer buena suerte. Es curioso como en las inmediaciones de la Plaza Roja los turistas tiran monedas pidiendo un deseo y unas mujeres las recongen inmediatamente, viendo cumplido su deseo particular de sacarse un jornal por la superstición de los turistas.



Rusa intentando sacar una moneda escondida en una rendija en las inmediaciones de la Plaza Roja.



La mochila

Generalmente, cuando se va uno de viaje suele llenar el equipaje de cosas por si acaso. Un por si acaso que no llega nunca y si llega no tienes el equipaje a mano para utilizarlo. Después de unos cuantos viajes he aprendido a economizar recursos para viajar con muy poco peso y moverme por todas partes con comodidad. Si en un caso extremo surje algún por si acaso, compro lo necesario en le país de destino.



Mi mochila contiene ropa deportiva para hacer ejercicio y para poder bañarme. Una camisa, por si tengo que ir medianamente bien vestido a algún sitio, cuatro camisetas para poder ir cambiéndome y a su vez me sirven para hacer ejercicio. Unas zapatillas de ir por casa, que también me sirven para ir por la calle. Un chubasquero que me proteje de la lluvia y también del frío. Una camiseta que me protege del frío intenso, un bolsillo secreto para llevarlo en el interior del pantalón para llevar el pasaporte y el dinero. La guía del país que visito y un libro para ir leyendo y así no poder tener tiempos muertos. Tres calzoncillos, cuatro pares de calcetines, tres pañuelos, una toalla pequeña que se seca con enseñarle los rayos del sol, una linterna, tres pantalones, un mp4 por si no quieres escuchar lo que estás obligado a oír, un nintendo para apurar alguna tarde de tedio, los correspondientes cargadores, además del teléfono móvil. Un cuaderno donde tengo un vocabulario básico y algunas instrucciones y direcciones de interés como embajadas,... donde tomo nota de las direcciones donde estoy, de las direcciones de quienes conozoco,... comida energética, pues nunca sabes qué puede pasar. Una linterna que se carga con el movimiento de la mano para no tener que utilizar pilas, por lo que haya que ver en la oscuridad. Antimosquitos, que sólo repelo los mosquitos, y no todos. Tapones para los oídos, por si hay mucho ruido en el lugar donde duermes. Una mochila pequeña para ir por la calle con ella y llevar el libro, la guía o las pequeñas cosas que vaya comprando. Un diccionario de inglés, por si te encuentras a alguien que hable ese extraño idioma en muchas partes del mundo. Tres pantalones y la mochila que contiene todo y que es muy pequeña, donde además dejo hueco para poder traer algún regalo. Y unas gafas de sol por si te quedas deslumbrado por algún motivo.

Aquí llevo todo mi equipaje ligero. En cada hotel lavo y siempre salgo con todo limpio para el próximo destino. La ropa más sucia siempre es la que llevo puesta.



Los semáforos

Están pensados para gente de pies ligeros y amplia paciencia. Los coches están pasando durante muchos minutos. En los pasos de cebra junto al semáforo se apiñan los peatones y cuando se pone verde a correr, porque en algunos casos escasamente se tiene tiempo de cruzar las grandes avenidas. No es ninguna exageración.



Ser cobrador de autobuses

Es una profesión que no está remunerada y a la que puede acceder cualquiera sin pasar ningún tipo de examen. Sólo hace falta ser un pardillo que se siente detrás del conductor. Está establecido que el que está en ese lugar recoge el dinero de los pasajeros que van subiendo al autobús y se lo da al conductor. Yo no lo sabía y en una ocasión me senté en ese asiento. Al momento la gente comenzó a darme dinero sin que yo entendiera nada. Llegué a pensar que me estaban dando alguna limosna, hasta que me hicieron saber cuál era mi función. Cuando entré en materia fue diviertido, recogiendo monedas y billetes y devolviendo los cambios, además de ir haciendo yo mis propias composiciones cuando con el dinero que me entregaban dos personas, sumaba los importes y devolvía a una lo que sobraba de otra. No hubo ninguna queja.


Escrito por chabeto el 17/09/2009 21:06 | Comentarios (0)



San Petersburgo

Hoy ha sido un día de dos amaneceres. En Irkutsk, Serguei, la persona que me acogió en su casa me ha preparado un buen desayuno y un taxi para llegar hasta el aeropuerto. Me voy con una sensación muy agradable de esta ciudad y muy correcta de la compañía y ganas de complacerme de Seguei, ruso de padre griego. Me he ido de madrugada, he visto el inicio de la salida del sol y como he ido volando hacia el oeste, al llegar a San Petersburgo nuevamente estaba amaneciendo. Hoy he tenido unas 21 horas de luz y he estado más de 24 sin dormir.


Esto es San Petersburgo y el ambiente ha cambiado un poco con relacion a las otras ciudades. Es mas urbanita, con menos botellón por la calle. El botellón es un gran problema social de este país. Cientos de personas borrachas desde primeras horas de la mañana y de todas las edades. Lo más importante sin un programa de reinsercion y con el problema creciendo.


Ya he estado en el Ermitás, que es obligado para viajeros, viajentes y turistas. En muchas ocasiones uno tiene que decir que ha estado en determinados lugares para evitar dar otras explicaciones. Pero el Ermitás merece la pena, tanto por el edificio y sus interiores, como por el contenido. He estado un día entero, lo que significa una ligera pincelada. Se calcula que si uno esta dispuesto a ver un cuadro por minuto deberia estar encerrado unos ocho años. Hay salas que merecen un dia, pero yo he tenido un dia para todas las salas.



En todo el viaje sólo me he encontrado con un aragonés, Paco, estaba en el Ermitás. Nacido en Fuendetodos aquí dejó una de sus obras.


Aquí se ven, y se oyen bastantes españoles. Tenía ganas de regalarme los oídos con palabras entendibles y sin esfuerzo. Nada más llegar he tenido un revés en este sentido. Después de un par de días de cartujo obligado, sin poder hablar con nadie, he escuchado palabras en español. Me he acercado al grupo para decir algo, para escuchar. Le he dicho al primero que he visto ¿sois españoles? Sí aquí hay muchos. Y ha vuelto la cara. La tarde la he seguido en mi monasterio interior. Se me han ido las ganas de hablar.



Durante el viaje he llevado dos camisetas con el mismo texto y una caricatura mía que me había hecho Violeta. "No entiendo a estos rusos. Que alguien me hable en cristiano". En este caso una española es la que me identificó como cristiano viejo y me hizo la fotografía con los danzantes de Matís.


Casi todos los viajes tienen su momento de música y este lo ha tenido. Por casualidad di con un bar donde se escuchaban ritmos de blus. Hay rusos para todo. Y alli estaba un ruso con su traje blanco, su pelo engominado, junto con su grupo de aspecto mas blusero, que tocaban y cantaban maravillosamente. Quizás también se sumaron mis ganas. Y en la barra estaba un inglés con el que hice migas, viajero de verano, que vive en España durante todo el año excepto cuando hace calor. Conoció a una princesa rusa, eso me aseguró, y le presto su apartamento.

El útimo día en San Petersburgo fue de indecisión. No sabía muy bien qué hacer. Me he aventurado a ir a una isla que no figuraba en ninguna guía con la ambigüedad de la aventura y de matar el tiempo. El casco urbano de San Petersburgo lo tenía muy pateado. Soy un exagerado caminante.

Ha sido todo un acierto. Un parque inmenso, toda la isla, una zona boscosa con rincones muy bien cuidados y construidos. Al poco de bajar del metro me he encontrado con unas chicas luchando con katanas. Luego he ido a visitar un museo. El museo Elegance. Debía ser el primer turista en entrar en muchísimo tiempo. El guarda, rodeado de pantallas estaba durmiendo, la portera no aparecía. Cuando apareció la portera se fue a buscar a la guía que nadie sabía dónde estaba. Cuando apareció la guía se dieron cuenta de que no tenía billete de entrada por lo que fueron a buscar a la taquillera que tampoco aparecía, como no la encuentran optan por decirme que el museo está cerrado. Muestro mi sorpresa porque a las once de la mañana esté cerrado y vuelven a buscar a la cajera hasta que la encuentran y por lo tanto el museo está abierto para mí. Luego me han hecho poner unas babuchas para desplazarme por el museo y he tenido que esperar a la mujer de las llaves que era la que tenía que abrirme las puertas. Aún había mucha más gente trabajando, bueno mejor que trabajando cobrando por estas unas horas en el museo. En otra dependencia me encuentro con un grupo de mujeres trabajadoras almorzando y platicando que se sorprenden al ver a un visitante. Corren a cerrar la puerta para que no las siga viendo. Voy riéndome por los pasillos. En cada sala hay una mujer a la que van corriendo a buscar para que se siente en su silla y me vigile mientras veo lo que ofrece la estancia. Mi guía me hace saber que no puedo hacer fotos si no pago otro billete, pero luego sonríe, se hace cómplice mío y me dice que si ella no me ve... Así que tengo que hacer alguna foto para complacerla cuando se hace la despistada. El museo merecía poco la pena, pero el espectáculo vivido ha sido magnífico. Parecía como si todo el funcionariado ruso estuviera trabajando para mí, haciendo como que estaban cumpliendo con su trabajo como esforzados burócratas, el problema es que llegaban tarde y toda la tramolla discurría delante de mis ojos.


Salgo del museo y sigo asombrado. Un grupo de una docena de abuelas van haciendo aeorbic a la rusa. El profesor, también de unos cuantos años va cantando las canciones que animan los ejercicios de las abuelas. Luego corren un rato. Se paran y vuelta a cantar y a hacer ejercicios. Sorprendente.



El padrino de la boda, con el museo que visité al fondo.


Para finalizar la mañana me encuentro con una boda. Encontrarse con una boda no es nada raro en Rusia. A todas horas se están casando por todas partes. Además para hacerse las fotos se desplazan en limusinas todos los amigos a la vez que van bebiendo champán. Desde hace unos cuantos viajes me suelo hacer una foto con recién casados, como no tenía todavía ninguna en Rusia, me incorporo a la comitiva y poso en la foto, que a estas alturas estarán repasando en su álbum, si no se han separado.

La aventura esta tocando a su fin. Me quedan dos dí as para terminar de conocer por encima la vida y los palacios e iglesias de San Petersburgo. Ya va siendo hora de pensar en cambiar el hotel dulce hotel por el hogar dulce hogar.


Escrito por chabeto el 09/08/2009 20:37 | Comentarios (4)   Irkutsk Baikal


Ahora estoy viviendo con una familia de rusos en Irkutsk. No es nada fácil el conseguir no estar en un hotel. Son muy amables aunque la comunicacion es escasa, creo que por no molestarme, aunque cuando les pregunto algo se desviven.

Pensando en mi estancia en Irkutsk me han organizado un par de excursiones, sin preguntarles nada. Para mi es una sorpresa lo que me va a deparar el dia, pues sus explicaciones no han sido demasiado claras.


Estoy cogiendo complejo de persona adoptada. Me deben ver desvalido y en cuanto tienen ocasion, unos u otros, se preocupan por mi, me organizan y me protegen. Asi son estos rusos, o al menos casi todos los rusos con los que me encuentro.

Desde la casa donde vivo he cogido un tranvia hasta la estación de tren. En el tranvia ya me esperaba una señorita que seria mi protectora y que me ha dicho donde debía bajarme.


El tren ha salido con retraso. Me he sentado con unos rusos con los que he tardado en entrar en conversacion hasta que por una pregunta han descutierto que no hablo ni una plabra de su idioma. Todo resuelto. Además me dicen que hablan inglés y un poquito de español. El poquito de español ya voy descubriendo que son tres palabras, poquito, español y adiós.


Son de Vladibostok. Pensaba qu eran pareja, pero han resultado ser padre e hija.


El viaje que me han deparado estos rusos esta resultando muy interesante y muy documentado. En una pantalla de TV van emitiendo uno tras otro una serie de documentales de la dos, pero en ruso. Ideal para dormirse. De vez en cuando los interrumpen para dar mas explicaciones de los lugares por donde pasamos, pero esta vez tambien en ruso.


El tren, un tren normal pero convertido en tren turistico, ha hecho un recorrido bordeando una pequena parte del lago Baikal, parando en lugares de interes. Ha resultado que para los rusos es de sumo interes la construccion de tuneles, pues hemos parado en todos y en todos ha habido una explicacion, larga explicacion sobre las toneladas de dinamita necesarias, los metros cubicos de roca removidos y cosas asi.


Estar en el lago Baikal resulta sorprendente. Jamas en mi vida he visto ni vere, ni tendre la sensacion de haber visto tanta agua dulce. Aunque un lago es un lago, no deja de llamar la atencion tanta agua dulce.



Puesto de suvenirs ruso para los turistas del tren


Robert, un estadounidense que tambien corrio el maraton y del que hablare en otro momento, me dijo que quien se baña en el Baikal prolonga su vida 25 años. Él, que es un gran viajero lleno de proyectos necesita esos 25 años que sumar a sus setenta para acabar una pequeña parte de ellos. Por esto me he bañado en él.


Los rusos que viven a la orilla del lago no se han debide bañar nunca, o sólo una vez al nacer, pues su esperanza de vida no llega a los 60 años. He visto lo que es la miseria en la que vive una gran parte de la población rusa, con una economia de subsistencia, con pescados que ahuman para poder comer en el invierno y con los sobrantes los ofrecen a los turistas sobre tablas o en calderos. Yo creia que las casas destartaladas de madera que veia eran casas abandonadas o casas de campo a las afueras de las grandes poblaciones, pero no, me han dicho que alli viven familias toda su vida. Sin apenas servicios, sin una estructura urbana minima y vendiendo para tener algo de dinero las cosas mas estupidas, como calendarios, dedales, pero sobre todo comida que hacen ellos mismos. Ante los turistas se afanan en vendernos un pez ahumado porque posiblemente sean sus únicos ingresos del dia.


En una de las paradas existia una casa que ofrecia borst que es un tazon de sopa en el que ademas de caldo hay patatas, zanahoria, otras verduras y carne. Es muy alimenticio. Como buen adaptado a la cultura rusa, mientras comia la sopa, asesorado por los de Vladibostok, me te tomado una copa de Nastoica, que es algo asi como orujo, pero a lo bestia, que no se toma como un chupito al final de la comida, sino como el agua mientras se come.


Para los rusos ir en tren es todo un acontecimiento social. Acuden al vagon con familia y amigos, salvo que tengan que hacer el viaje solos, pero en todo caso con gran cantidad de comida. Apenas arranca el tren comienzan a comer sin parar todo tipo de viandas. Autenticos banquetes. Cuando bajan del tren compran la comida que les ofrecen las campesinas rusas y los peces ahumados y vuelta al tren a seguir comiendo. Es digno de verse.


Con mis compañeros de viaje de Vladibostoc con los que estoy compartiendo el consabido té. Es cusiosa la amabilidad rusa. Cuando te ofrecen algo lo hacen sinceramente, no por quedar bien. Si te ofrecen un té es porque desean compartirlo contigo. De lo contrario no te dicen nada, como se hace en España para quedar bien. Si les dices que no, no te insisten se toman su té y a otra cosa.

Cuando el viaje ha llegado a su final, me habian dicho que debia coger un autobus para volver a Irkutsk. Los de Vladibostoc, despues de escuchar unas instrucciones por los altavoces me han dicho que les siguiera, asi que al poco rato me veo montado en un barco, donde no se porque motivos habia una seleccion en la que yo he entrado. Me veo en medio del lago Baikal y sin saber donde iba. Finalmente hemos llegado, en barco, hasta la parada de autobuses y regreso a casa.


La excursion que me habian preparado los rusos ha resultado interesante. Pasadas las diez de la noche estoy de vuelta, con mi familia de acogida que esta muy preocupada y no sabe como explicarme y disculparse porque se ha estropeado el agua caliente que suministra a todo el barrio. Cuando les he contestado con lo de o sea que Jiuston tenemos un problema no, (los interrogantes no se donde estan en este teclado), han visto que me lo tomaba a bien y le han quitado preocupacion al asunto, pero que si queria banarme en ese momento me calentaban agua. Les he dicho que manana y por la manana a la hora de levantarme me han traido un barreno con agua caliente. Les he explicado que soy de un pueblecito al lado de Bilbao y que me duchaba con agua fria y se han quedado sorprendidos.

Saliendo de las aguas dulces del mar Baikal. El pantalón es el mismo de la carrera. Cuando uno lleva una mochila pequeña el equipaje debe tener más de una función.


En las crónicas suelen dejarse a un lado las situaciones ridículas o bochornosas que uno vive. Pero voy a aportar una que muestre mi desnudez y desvalimiento en tierras extrañas.

Estaba en Irkutsk paseando por una zona peatonal de tiendas. Los rusos suelen tomar mucho kbac, que es una bebida artesanal producida por la fermentación del pan que apenas tiene alcohol y resulta refrescante en verano.

Vendedora de kbac


Por todas partes hay puestos callejeros donde la venden. Yo me compré una y la fui tomando. Pero algo en mi estómago dijo que o no era la bebida que necesitaba o no era el momento. Al poco rato comencé a sentir unos retorcijones de tripa que me hicieron tomar la determinación de volver a casa para hacer uso del retrete con urgencia. Me fui por una calle por donde no había ningún bar ni ningún establecimiento público. El estómago me apretaba, las tripas se me revolvían, la mierda que adivinaba que se había vuelto líquida como el kbac quería escaparse de mi cuerpo mientras mis glúteos no soportaban tanta presión y a pesar de que se cerraban como la puerta de una cárcel. Decidí cagar en la calle, busqué la esquina de una casa que no guardaba la alineación con las demás para bajarme allí mismo los pantalones. Tanta era la presión del contenido de mi vientre que el tiempo empleado no podía ser mucho. El problema iban a ser las salpicaduras que dejaría por mi pantalón. Estaba decidido, luego llegaría a casa, a ducharme y a lavar. Cuando ya me iba a bajar los pantalones vi unos pasos más adelante otro lugar que me ofrecía un poco más de intimidad, en una calle bastante transitada, e inmediatamente después vi un establecimiento abierto. Era una funeraria donde vendían lápidas. Allí estaba una mujer, la vendedora, hablando con dos ancianos. Como pude llegué hasta ellos y quitándome las manos del culo, que estaban ayudando a hacer presión para evitar la cagalera, las puse juntas, como para orar y supliqué diciendo la única palabra en ruso que sabía para estas ocasiones ¿tualet? (retrete). Pensé; rápido que si no me cago aquí en todos tus muertos y en todas tus lápidas. La mujer que debió ver mi cara de pena y mi apuro incontrolado, me señaló hacia el interior de unas oficinas dándome una serie de instrucciones en ruso, que por supuesto no entendí. Yo corrí en la dirección que me indicaba rogando que la puerta que abriera fuera la de la tualet porque sino me iba a cagar en su oficina. Hubo suerte. Llegué justo a tiempo. Si hubiera estado la taza dos centímetros más allá me cago fuera.

Cuando salí aliviado, sólo le pude dar las gracias. Pensé en volver a regalarle unos bombones o una flor, pero pensé que igual no lo entendería o no sería ella la misma, porque no recordaba su cara y éste es todo el agradecimiento que puedo expresar. ¡Qué mal lo pasé y cuánto me río cada vez que lo recuerdo!

Mañana me voy a Piter, que es como coloquialmente los paisanos de Putin, que nació allí, llaman a San Petersburgo.



Escrito por chabeto el 06/08/2009 11:14 | Comentarios (1)

Transiberiano. Preambulo.


El transiberiano es un mito. A cualquiera que le dices que has estado en el transiberiano, te imagina como el personaje de una película que ha vivido aventuras con princesas destronadas que corren, bailan y sueñan por los pasillos de un espléndido tren. Pero si eres capaz de analizar qué es el transiberiano antes de montar en él, la realidad es muy otra. El transiberiano no es más que un tren. Sencillamente un tren. Ahí acaba todo su encanto y toda la excepcionalidad. Es lo mismo que decir que has montado en el correo que va de Caspe a Barcelona. Cambia el paisaje. Pero después de media hora te das cuenta que el paisaje es un documental de dos minutos que van enlazando indefinidamente entre las estaciones. Se repite. Mucho árbol, mucho verde, pero una repetición continua.

El tren, todos los trenes, suelen ir ocupados por personas. Las personas son las que hacen a los trenes fantásticos, las que pueden hacerte sentir un príncipe, las que ponen tu cabeza llena de ensoñaciones o las que en un vagón pueden hacer una pista de baile.


Al subir al tren me di cuenta de cuál era la realidad, descubrí lo que he escrito. Simplemente estaba en un tren. En mi compartimento de cuatro plazas sólo había una rusa a la que miraba a la cara esperando que se transformase en algo, aunque fuera en una rana. Ella callaba, ni siquiera me miraba. Temiendo que esa fuera la imagen que iba a tener del tren durante las próximas cuarenta horas que iba a estar en él, intenté comunicarme con ella. Me dijo que hablaba un poco inglés y un poquito español. Me animé. A continuación en un ruso que entendí a la primera gracias a su enérgico gesto con la mano, me dijo que saliera al pasillo porque se iba a poner el pijama. Salí, cuando se cambió me dijo que ya podía pasar. Se metió en su cama y allí acabó mi relación en español, ruso e inglés. Mirando por la ventanilla descubrí lo fabulosa que es la imaginación para hacerte creer que el mundo es otro. Seis horas después me volvió a decir en ruso, y volví a entender, que volviera a salir pues se iba a vestir de calle. Se bajó del tren y un momento antes de abandonarlo, para demostrarme que no me había mentido me dijo adiós en español. Me quedaban unas treinta y seis horas. Estaba sólo y sin mitos.


Pero entonces subió Alexis. Un joven primario, con pintas de militar, lo era, y movido. La soledad me envolvía de tal forma que Alexis tuvo que hacerse paso hasta llegar a mi persona. Neim Alexis. Luego me señaló. José Alberto, contesté. Allí comenzó una relación fabulosa. En las cerca de cuarenta horas que pasamos juntos, sólo tuvimos dos palabras en común; neim (name) y army. Eran las dos únicas palabras que sabía en inglés. Alexis, con unos 24 años me protegió de todas las alimañas habidas y por haber, creadas, reales o imaginarias que existieran en la amplia Rusia.


Foto que me hizo Alexis en una de las paradas del tren donde bajamos para comprar. Mi compañera es la azafata (provodnitsa) que nos atendía en el vagón, que se preocupaba de vendernos el té y que nos despertaba cuando nos acercábamos a nuestro destino. También se puede ver a una de las muchas mujeres que se ponen a vender su comida casera en el andén. Alexis y yo habíamos salido de compras.

Fue a buscar un té para él y otro para mí. Nos lo bebímos mirándonos y sonriendo. Yo no lo sabía, pero en el cuartel donde estaba destinado había cocinado para mí. Me sacó la cena, que compartimos, yo puse sobre la mesa común mis galletas, queso y fruta. Bebimos más té y hablamos en ruso y español, con alguna sonrisa, entendiendo nuestras ganas de comunicarnos aunque ninguno de los dos sabía a ciencia cierta qué decía el otro.

Comprobé que aunque a veces una imagen vale más de mil palabras, también mil imágenes pueden servir para explicar cuatro palabras. En el ordenador portatil que llevaba me enseñó más de mil fotografías haciendo maniobras con el ejército (army)para que entendiera que era conductor de tanques. Conocí también a su novia, a sus amigos, supe como era una jornada en el ejército ruso.

Por la mañana me trajo un nuevo té a mi litera en el que mojamos las pastas que yo aporté. En las paradas del tren, que podían prolongarse hasta cuarenta minutos, salíamos a hacer la compra juntos. Me aconsejaba con los gestos. Comprábamos los dos para los dos. Él compraba la comida, yo las cervezas. Yo daba mi aprobación en la comida, él con una mirada me señalaba cuál era la mejor cerveza. Comíamos juntos. Entonces ya había una mujer en nuestro compartimento que entendía que nuestra amistad era larga y profunda. Si venía algún vendedor hasta nuestro compartimento, Alexis les decía que se fueran, que yo era español, que no me molestaran.
Bebiendo el té matutino que Alexis me trajo a mi litera.


Yo no sabía dónde iba a comprar el té. Así que me aventuré por el tren en busca del lugar. No era el restaurante. Volví con las manos vacías. Luego observé a otra gente y deduje que lo servía la azafata del tren a un precio muy módico. Le dije a Alexis que me iba a comprar té (dos tés, uno para cada uno), él me miró con dudas si sabría hacerlo bien, me observó desde la puerta del compartimento como la madre que permite que su hijo pequeño se aleje de su falda. Con una mirada me dio su aprobación indicándome que sí, que era capaz de hacerlo bien.

En uno de esos actos instrascendentes que hacemos las personas cuando no tenemos nada que hacer me pidió mi pasaporte para echarle una ojeada. Él me enseñó el suyo. Comprobó que el mío estaba ajado y sin funda (los rusos suelen llevar una funda cubriendo su pasaporte. Se quitó la del suyo y me la entregó. Este fue otro de los detalles intrascendentes que fue sumando y sumando hasta hacer de toda nuestra relación un acto trascendente que no creo que olvide nunca.

En nuestra comunicación primaria yo le hice saber que bajaba en Irkutsk. Entendí que él también bajaba en la misma ciudad aunque iba a otra población cercana. Entendí mal. Cuando sobre las cinco y media de la mañana me despertó la azafata para decirme que debía levantarme para bajar en la estación, a Alexis no le llamaron. Entonces supe que iba a una población cercana pero continuaba en el tren.

Me vestí, entregué las sábanas y me dolía no despedirme de Alexis. Él estaba durmiendo. No quería despertarlo sólo para estrechar su mano y decirle en mal ruso "da svidaniya". Ya estaba en el pasillo con mi mochila dispuesto a bajar cuando tuvo un acceso de arrepentimiento y pensé en volver al compartimento para llamarlo y despedirme. Me frené. Entonces se abrió la puerta y salió Alexis, que sí había tomado la determinación de despedirse de mí. Me emocionó su actitud más decidida que la mía, así que fui hacia él por el pasillo para abrazarle. Me paró con un gesto y me hizo saber que los buenos amigos se despiden en el andén. Así que esperamos en silencio hasta que se nos permitió bajar. En el andén me estaba esperando un ruso para llevarme a su casa. Sabía hablar un poco de inglés. Le dije que le transmitiera a Alexis que estaba muy contento de haberlo conocido. Alexis me hizo saber que él también lo estaba. Esa fue la frase más larga que intercambiamos. Nos despedimos y ya nunca más volveremos a saber el uno del otro. Algún día viendo las noticias sobre las chechenias y esos lugares donde los rusos tienen conflictos pienso que voy a ver la imagen de Alexis en su tanque. Y también imagino que puede ser la de un fallecido. Es una persona que
se entrega.



.

Esta es la única fotografía que tengo de Alexis con nuestra mesa. Comida, tés y cervezas compartidas.



También es necesario contar otra historia que viví en el transiberiano. En el compartimento fueron entrando y saliendo otras personas que realizaban un trayecto más corto. Así como Alexis se intentó comunicar conmigo desde el primer instante, hubo otras personas que no me dirigieron la palabra. Una de ellas era una mujer de mi edad que no intercambió ni un saludo conmigo. Cuando la azafata me llamó sobre las cinco y media de la mañana para bajar en Irkutsk también la llamó a ella. Fui plegando las sábanas tranquilamente porque había observado en otros casos que llamaban con una media hora de antelación. Me fui vistiendo y haciendo mi mochila y el tren paró a los diez minutos sin que yo estuviera preparado para bajar. Me puse algo nervioso. Le pregunté a la mujer si esa parada era la de Irkutsk, tal como lo puede hacer un rusoparlante como yo; ¿Irkutsk? Me dijo con la cabeza que no. Ya me tranquilicé y seguí a mi ritmo. A los cinco minutos la mujer me llama y me hace saber con gestos que tengo una llamada en su móvil para mí. La situación es imposible de imaginar. Perdido en el mundo, en la Siberia profunda. Nadie en ese instante sabía dónde estaba, y menos que me acompañaba esa mujer, que supiera su número de teléfono y que le llamara a ella para hablar conmigo. Todo a las seis menos cuarto de la mañana. Noche cerrada todavía. Pensaba que los diablos me habían llevado a un lugar donde torturarme sicológicamente. Así que cogí el teléfono. Una voz femenina me hablaba al otro lado. No entendía nada. Me estaba hablando en inglés, pero aunque lo hiciera en español tampoco la hubiera entendido. Estaba aturdido. Le hacía repetir una y otra vez lo que me decía porque no podía entender la situación. Finalmente me dije; José Alberto serénate y escucha. Entonces entendí que me decía que era la hija de mi compañera de compartimento que le había llamado su madre porque sabía hablar inglés para que me dijera que estuviese tranquilo que hasta las seis de la mañana no llegaba el tren a Irkutsk. Asombroso. La mujer que no me había dirigido la palabra había despertado a su hija para que se comunicara conmigo y me tranquilizara. Sorprendente. La mujer no se había comunicado conmigo porque no teníamos ninguna palabra en común, pero cuando vio que necesitaba ayuda, una pequeñísima ayuda que ya me había dado diciéndome que no era la parada de Irkutsk, no dudó en despertar a su hija.

En Rusia sólo he encontrado buena gente. Buenísima gente.

Ahora estoy en Irkutsk, una ciudad preciosa. Manana voy al lago Baikal. Espero tener tiempo para poder escribir la cronica.

En el transiberiano he hecho un amigo ruso, que sin hablar me ha adoptado y me ha llevado por todas partes, del tren. Alexis. Nos hemos despedido esta misma manana muy emocionados los dos. Hemos convivido cerca de 40 horas en la misma celda de cartujos.



Escrito por chabeto el 04/08/2009 06:08 | Comentarios (1)

La cronica de la carrera


La carrera comenzaba a las nueve, mis companeros extranjeros se fueron a las ocho en autobus a la meta. A mi me parecio demasiado pronto, desayune tranquilamente a las ocho y me fui hasta la meta, con el pantalon corto puesto. No sabia exactamente cual era el camino mas corto hasta que me encontre una riada de unas cinco mil personas, no exagero, con dorsales que iban en una direccion y no era la que yo iba a llevar. Tanta gente no podia estar equivocada. Si estaban equivocados. Ellos pasaban por otro lugar porque participaban en la prueba popular y aunque salian a la vez pasaban por otro sitio, asi que a desandar lo andado y buscar la salida.


La prueba es todo un acontecimiento en Rusia, todas las televisiones se han hecho eco de la misma y me resultaba muy gracioso escuchar en las cronicas nacionales que se iba a celebrar con participacion de norteamericanos, austriacos, chinos,... y espanoles. En realidad yo era toda España, pues finalmente fui el unico español.



No me podia levantar.



Había previsto, en mi preparación, llevar una gorra con bisera del peso de una pluma que debía protegerme del sol o de la lluvia si llegaba. También llevaba las gafas de sol para que la vista no se cansara con tantas horas de luz mirando al frente. Llevaba un MP3 con la música seleccionada que debía darme ánimos a partir de la tercera hora con la gente que más me gusta y con la que había corrido cuando entrenaba. Pero la mañana de la carrera todo me pareció un exceso. Era yo, sólo yo, quien iba a correr, sin gorra, sin gafas, sin música. Casi desnudo. Desnudo si hubiera podido. Todo había que vivirlo, disfrutarlo y también si tocaba, que era lo más probable, sufrirlo. Con esa determinación, escaso de equipaje me fui hasta la línea de salida.



Al iniciar la carrera sufri un subidon de anedralina indescriptible. Cuando dieron la salida yo me dije que ya habia cumplido, me habia marcado un objetivo, habia entrenado, habia realizado todo lo que debia hacer y finalmente salia a participar. Como dijo Cruyff entrenador del Barcelona a sus jugadores en una final, ahora a disfrutar. Si me lesionaba en la carrera, si me caia, si se suspendia, si pasaba cualquier cosa, era secundario, yo aun antes de acabar, habia cumplido. Esa fue mi sensacion y mi emocion. Durante unos instantes recordé mi decisión, mis entrenamientos, mis objetivos, la forma que he tenido de disfrutar esta aventura y me cayeron dos lagrimas como puños. Tan contento estaba que sali como un lebrel. Yo que suelo ir siempre de menos a más, no me controlé. Estaba eufórico. Corri demasiado. No he visto todavia los tiempos pero los primeros diez kilometros y la mitad de la maraton fueron sensacionales. Calculo que iba a hacer algo mas de tres horas, pero no mucho mas. Sobre el kilometro 20 baje el ritmo y en el kilometro 25, los kilometros median por lo menos 1.200 metros.
Mordiendo el oro del primer español clasificado (único que corrí)



Las señales de los kilometros cada vez las ponian mas lejos. Por el camino iba cogiendo algun cadáver que habia controlado menos que yo, pero eran muchos los depredadores que iban a por mi. Me dolian hasta las pestanas. Comence a tener dolor en los isquiotibiales, en el esternocleidomastoideo y en las axilas. La almohadilla de la rodilla mandó una instancia al cerebro diciendo que este abuso no estaba en el convenio suscrito con el cuerpo.

Una carrera tan larga da para mucho y ante mi tozudez de seguir, el cuerpo se sometio al dictamen de mi voluntad y yendo mas despacio fui haciendo kilometros. En el 38 ya tuve la seguridad de que acababa. Solo faltaban 4 kilometros (los 195 metros, en ese momento los obviaba). Solo me falta dar una vuelta a los puentes (de Alcañiz).

A los 39 kilometros me alcanzo la liebre de las 3 horas 30 minutos y me dije, pues no voy mal del todo. En los controles de avituallamiento me tome un te que me sento muy bien, cogi ritmo dispuesto a alcanzar a los de las tres horas y media, hasta que un musculo de mi gemelo dijo que hasta aqui hemos llegado. Pensaba que se me partia la pierna. Me pare para hacer ejercicios de estiramiento lo que me permitio seguir hasta el kilometro 40, nuevo aviso de los gemelos, mas ejercicios, cuatrocientos metros mas, nuevo dolor, mas ejercicios y me dije que se parta por donde quiera. La meta se veia a lo lejos, el publico, muy abundante durante todo el recorrido, animaba sin parar, y eso que hacia mas de una hora que habia pasado el primero, saque la bandera española, a veces uno tiene debilidades extrañas, que habia comprado en Barcelona y jaleado por el público llegue medio cojeando hasta la meta.



En una parte del recorrido, con un publico que no paraba de animar, me dijeron algunas palabras en ruso. Yo dije que era español, entonces me contesto NO PASARAN, y como dice el cuple, HEMOS PASADO, la meta.



Despues de pasar la meta, en una carpa que habia instalada, alli estabamos derrotados los que ibamos llegando, cualquiera que viera solo esa imagen creeria imposible que gente que no nos podiamos levantar sin ayuda del asiento hubiesemos sido capaces de recorrer 42 kilometros y 195 metros.



Escrito por chabeto el 04/08/2009 05:53 | Comentarios (0)

La meta estaba más lejos de lo que me dijeron







Momentos antes de la salida con el grupo que unidos por el deseo de correr un maratón nos hicimos amigos. A mi derecha está Mun Con el dorsal que sólo se ve el número 5 está Robert y con el número 59 Harry.





Si los griegos, a falta de Filipides hubieran confiado en mi, no se si hubiera llegado a tiempo para salvar a los atenienses del suicidio, pero habria llegado, y por poco, pero no expire.





Dos metros después de pasar la meta. Estaba contento. Si me hubieran dicho que la carrera la habían alargado 5 kilómetros más, los hubiera hecho sin rechistar.



Son muchos los que desde que comencé a fraguar esta aventura me han ido animando. Es curioso como algunas personas, sin apenas conocerme, me dijeron frases del tipo "me han dicho que tú consigues todo lo que te propones". No es cierto, pero me enorgullece que alguien lo piense. La verdad es que eso es un empujón que te obliga a continuar. Con la ayuda de los que me han empujado, los que me han animado, me han aguantado, han tendio, y tendrán en mi a un abuelete batallitas y mi esfuerzo e ilusión he vivido un momento feliz en mi vida.



Muchas veces recuerdo aquello que dijo Abderramán III de que había tenido las mejores mujeres, las joyas más preciadas, lo palacios más hermosos, había hecho cumplir muchos de sus deseos, y a pesar de ello apenas había sido feliz una docena de veces en su vida. Soy de la misma idea, pero este es uno de ellos. La fortuna además me ha acompañado y la cola de la felicidad se ha ido alargando en el tiempo.



Sin personas a las que contarlo, con las que vivirlo y revivirlo, la aventura habría muerte nada más nacer y con un vuelo tan corto que no sería capaz de recordarla, quizás no hubiera habido reto. Por eso, gracias a todos los que me habeis dado ánimos.




Ahora me voy a coger el Transiberiano.



Escrito por chabeto el 02/08/2009 05:50 | Comentarios (13)





Preparado

El primer maraton de competicion se corrio entre Maraton y Atenas. Para las olimpiadas de Londres se establecio que la distancia iba a ser de 38 kilometros. Pero mira por donde salio un dia lluvioso y la reina Victoria, para no mojarse en vez de ir al estadio a dar la salida la dio desde el palacio de Baquinjam y ese es el motivo por el que se corre la distancia de 42 kilometros y 195 metros.

Vivancos, un maratoniano alcanizano, dice que sobre el kilometro treinta y tantos te quedas sin fuerzas y tienes la sensacion de que te han robado el alma, otros le llaman el muro, cuando te dices que cono estoy haciendo aqui con lo bien que podria estar sentado en el sofa.

Pues que quede claro que si me roban el alma la culpable sera la reina Victoria de Inglaterra.

El numero 54 es divisible por nueve, ademas suma nueve y nueve es lo mismo que tres al cuadrado, es decir el tres y el dos o tres de febrero que es el dia que naci. Ese es el dorsal que me ha correspondido y que esta manana he ido a recoger junto a un grupo de maratonianos extranjeros. Yo soy extranjero.

Ya estoy consiguiendo que el idioma oficial de los extranjeros sea el espanol. A veces los ruso se sienten en tierra extrana porque hasta un chino que viene a correr dice jamon con un acento mas que correcto. Robert, que es un estadounidense ya se llama Roberto.

Manana va a ser un dia de sufrimiento, eso lo tengo asegurado, y si acabo de satisfaccion, pero a dia de hoy solo tengo garantizado el sufrimiento.

Otro de los elementos para manana sera la soledad. Al final, en la meta, si llego, y si no donde este el final, no habra nadie esperandome, nadie con quien compartir ni dolor ni alegria. Son cosas de la aventura.



La carrera, para los que tienen un satelite enfocando a Omsk o la van a ver por television, comienza a las 9 de la manana, cuatro de la manana en Espana.

Y como dijo Clinton a la Levinski, atencion, que me voy a correr.


Escrito por chabeto el 31/07/2009 12:16 | Comentarios (2)

Inna


Inna es una mujer rusa que no confiaba demasiado en como le irian las cosas en su patria, asi que estuvo en Espana realizando todo tipo de trabajos. Es judia y cuando saco un poco de dinero se fue con su marido a vivir a Israel. Alli las cosas les fueron bien economicamente, pero la ilusion de quedarse a vivir en la tierra prometida se trunco por el fanatismo judio. Volvieron a hacer las maletas y se vinieron a Omsk. Ella es la encargada de organizar parte del maraton siberiano y ella es la que nos ofrecio a Vladimir y a mi una sopa rusa de bienvenida. Tambien es la que me ha tramitado el viaje en el tren hasta Irkutsk y la que en una agradable charla, por fin alguien que habla espanol, de un par de horas en la que sobre todo fue respondiendo a mis continuas preguntas, nos despedimos hasta el dia uno, que es cuando se realiza la prueba del maraton. Nos veremos en la salida, pues en la prueba, ademas de la maraton tambien participan otros corredores para distancias mas cortas, incluso por delante van unos sobre patines. Aunque no esta cerrada todavia la inscripcion, hay unos dieciseis mil, de los cuales apenas un millar seremos los que recorramos, o lo intentemos, los 42 kilometros 195 metros.

Inna va a correr con su bebe de 10 meses y 12 kilos que llevara su marido de algunos meses mas, dos metros de altura y mas de 100 kilos de peso.

Las casas rusas por fuera tienen un aspecto que no indican nada de lo que esconden en su interior. Las fachadas estan poco cuidadas. Entrar en el patio interior es presagiar que estas en una cabana llena de suciedad y descuido, las escaleras te confirman la impresion, pero luego el piso es sorprendentemente limpio, amplio, iluminado, cuidado. Eso si, es obligatorio descalzarse antes de entrar en los pisos rusos, porque sino dejarias toda la porqueria arrastrada desde el patio.

En Omsk, Omck para los rusos, hay muchos cosacos y el que me ha hecho la foto, por el aspecto es uno de ellos. Este es el cartel anunciador de la Siberian Internacional Maraton. Tenemos sobre unos quince grados y brisa fresca. He puesto mas fotos en otros comentarios de dias anteriores.


Escrito por chabeto el 30/07/2009 13:23 | Comentarios (0)

Conociendo Omsk

La llegada ayer fue un poco triste, acababa de llover, habia dormido poco, estuvo con los taxistas que intentaron enganarme,el ambiente no era muy agradable. No lo sentia muy agradable, pero por la noche, sobre las doce, siete hora espanola, una cerveza negra me hizo comenzar a ver las cosas de otra forma. Y han sido de otra forma.


Esta manana ha venido a buscarme Vladimir un ruso que habla aleman, chino e ingles, algo que me trae sin cuidado porque no habla espanol. Pero es sumamente agradable, se ha esforzado en hacerme entender todo el ingles que soy capaz de entender, hemos paseado por la ciudad que me ha ido descubriendo. Hemos estado en el museo dedicado a Dostoyeski, hemos visitado una mazmorra y me ha hecho una fotografia con una camisa que ponian a los que iban a fusilar que tiene un circulo negro en el corazon para no fallar. Vladimir ha disparado la camara de fotos.


Omsk esta lleno de simbologia comunista, hoces, martillos, nombres, la principal avenida se llama Lenin, y estatuas del mismo que con el brazo en alto te va lanzando proclamas mudas e interminables. Me ha resultado curioso y Vladimir me lo ha explicado. Vino Stalin y se cargo los simbolos zaristas y las iglesias, luego vinieron sus sucesores y se cargaron todas las estatuas de Stalin, incluso edificios de viviendas que habia mandado construir. Ahora han dejado lo que queda porque forma parte de la historia y no es cuestion de ir arrasando todo lo anterior porque no contribuye a borrar la memoria. Ademas la memoria no se debe borrar.

Omsk es mas barato. Mucho mas barato que Moscu, de entrada un cuarenta por ciento.

Puedo encontrar camisetas de futbol del Manchester, del Milan, del Madrid, pero no del equipo de futbol del Omsk. Donde pregunto me miran con cara extrana y sonrien, Una camiseta del equipo de futbol de aqui? Encongen los hombros y hacen comentarios entre ellos.


El dia dos me voy en el transiberiano, ya lo apunte en el blog anterior. La hora del tren es la de Moscu, ya lo dije, pero esas cosas como cuando se cambia el reloj de hora en primavera y en otono, que la pregunta se reduce a se adelanta o se retrasa. Yo como no habia echo la pregunta calcule que la tenia que adelantar, asi que el tren que dije que salia a las seis y pico de la manana, en realidad sale a las doce y pico. Tenia que haber preguntado si se sumaba o restaba. Se sumaba. Salgo el dia dos y llego el dia cuatro a las cuatro de la manana. En Irkutsk me estara esperando, se supone, un ruso que me llevara a su casa.


Escrito por chabeto el 29/07/2009 13:56 | Comentarios (0)

Llegada a Omsk


Cuando cojo un avion en una ciudad de idioma extrano, para mi lo son todos menos el espanol, siempre tengo dudas de si cogere el tren, el autobus correcto,... Esta manana para ir al aeropuerto, por diversas conjeturas y deducciones he llegado a la conclusion de que existia un autobus que iba directamente a la terminal uno, que es la de vuelos interiores, la que yo necesitaba. Y asi ha sido. He tenido la suerte de ahorrarme unos cuantos rublos y sobre todo un monton de tiempo.


A mi llegada a Omsk, ciudad en la que voy a correr el maraton, me debia estar esperando un chico de la organizacion. No lo he visto por ninguna parte y he decidido contratar un taxi para ir hasta el hotel. He preguntado a un taxista ruso por el precio, porque todas las guias dicen que hay que negociar, ha consultado con otro taxista y en un perfecto ruso que entendian hasta los mudos se decian entre si: cuanto cobramos a este guiry estupido que no sabe donde esta ni de que van los precios. Lo he entendido todo. Al final, despues de unas risotadas me han apuntado en un papel la cantidad de 100 dolares. Entonces el que se ha reido he sido yo. No esperaban mi risa y han venido buscando mi complicidad con sus sonrisas para negociar dandome a entender que era una broma. Con su broma se han quedado, pues sin querer ni hablar con ellos, justo entonces ha aparecido el guia que debia esperarme y me ha trasladado hasta el hotel.


Ya tengo el billete en el transiberiano que saldra a las nueve de la manana el proximo dia dos de agosto. Es necesario saber para viajeros de este tren que el horario por el que se rige en todo el trayecto es el de Moscu, pues como pasa por nueve husos horarios distintos podria ser caotico el poder organizarse. Asi que a las seis de la manana, al dia siguiente del maraton me voy en tren. Poco podre dormir, aunque me quedaran dos dias de descanso y lectura. Tambien llevo la Nintendo, que soy muy apanado. En otro comentario ya pondre el contenido de mi mochila, que es diminuta, pero llevo de todo.



Con Vladimir en el monumento que existe en Omsk a la maraton siberiana. Detras en dorado estan los nombres de los triunfadores de ediciones anteriores. Ya estan preparando la grabacion del mio.


Escrito por chabeto el 28/07/2009 14:46 | Comentarios (1)

Mijail Bulgakov


Hasta hace unos veinte dias no conocia a Mijail Bulgakov. Es un escritor de culto ruso. Preparando mi viaje, quise tener un libro de un ruso que no fuera uno de los clasicos. Entre en una libreria y buscando descubri uno de este senor. No habia escuchado su nombre en la vida, pero lo compre.


En Moscu me he ido encontrando con el por todas partes, ademas de en mi habitacion, pues llevo su libro, aunque no estoy leyendo demasiado. Lo encontre en el cementerio (fallecio en 1940 mas o menos) y luego encontre un museo que unos aficionados a su obra mantienen en la que fuera su casa moscovita. Alli, en un ambiente literario estuve pasando un buen rato a la vez que tomaba un te. Despues, cerca de su casa, encontre el Estanque de los Patriarcas. Un lugar increible, para estar en el. No valen las fotografias.



En la tumba de Mijail, con su libro y una fotografa que encontre no muy concentrada


El Estanque de los patriarcas es un estanque artificial de cerca de una hectarea que esta en medio de Moscu, rodeado de una zona verde, un paseo y edificios.



Resulta sorprendente encontrarlo.


Fue tanto mi asombro, y tanto mi placer que ademas de estar un buen rato sentado en uno de los muchos bancos que se comparten con jovenes, viejos, (casi todos con su botella de cerveza en la mano), di cuatro vueltas al estanque viendo las gentes, el ambiente, una especie de ajetreo moderado, un sentimiento de comunicacion no agresiva. Incluso un grupo de jovenes que guitarra en mano hacian del desafino un intento de cancion, no rompian el encanto del lugar.


¡Qué placer! Placer que tiene su punto poetico, de encuentro, de esas comunicaciones de las que hablaba al principio de mi blog, que existen sin saberlo, cuando se suma que ese es el lugar donde parte la narracion de la novela de Bulgakov que estoy leyendo.





La casa de Bulgakov


Ya de noche he ido caminando sin controlar demasiado la direccion, casualmente por la calle Espiridion, que lleva el nombre de mi padre y que también sale en el libro.



Escrito por chabeto el 28/07/2009 14:34 | Comentarios (0)

Adiós a Moscú

27 Julio 2009

Ya dejo Moscu. Los parques de las ciudades son la forma que tienen de respirar y tambien para que los ansiosos de conocer sepamos como respiran.

Esta manana, he estado en dos parques, uno por casualidad, el otro porque habia previsto ir a visitarlo. Fue la antigua residencia veraniega de los zares. Esta al sur de Moscu, a unos doce kilometros junto al rio Mockva. Un lugar idilico. Jardines inmensos llenos de colores, bien cuidados, con jardineros que miraban cada una de las plantas como si fuera la unica, sorprendente. La zona de paseo junto al rio, espectacular.

Ademas, a este parque se han traido algunas de las construcciones tradicionales procedentes de otras zonas, no muchas, pero que aumentan a dar al parque un aire mucho mas bonito, con salpicaduras dignas de ver, como la casa de madera de Pedro el Grande, la residencia que hizo construir Catalina I,...

Una cerveza, antes de comer, junto al rio todavia le dio un toque de mayor profundidad, vistosa y filosofica. Las cervezas minimas son de medio litro, de ahi para arriba.

Moscu esta salpicado de parques, grandes, pequenos, algunos de apariencia salvaje, otros cuidadisimos. Gracias a ello en ningun momento da la sensacion de ser una ciudad grande, a pesar de sus muchos millones de habitantes, entre 10 y 20, segun donde lo leas.

La seguridad. En algunos lugares he leido que era inseguro. Yo en ningun momento me he sentido inseguro. Ver pasar por senderos estrechos, por la noche a mujeres jovenes y hermosas entre jovenes que practican botellon, sin ningun temor, da una gran sensacion de seguridad. Otra cosa es ver a algun espanolito que va llamando a los posibles rateros a que le roben porque va mirando para todas partes, mostrando desconfianza y dando a entender que esconde un tesoro. No he tenido ningun problema, ni la sensacion de que podia tenerlo.

Los pasos de cebra. Son lugares donde se te garantiza que si mueres atropellado tu familia es posible que reciba alguna indemnizacion. Nada mas. Eso si que es una asignatura pendiente pues hay que aventurarse en avenidas de tres y cuatro carriles, a cruzar por un paso de cebra como si fuera una pista de autos de choque.

La mirada. Para conocer a la gente, tambien se le puede conocer por la mirada. Los espanoles nos miramos bastante a los ojos. En cambio los ingleses se sienten agredidos. Los espanoles solemos ser mas directos, relacionado con la mirada, en cambio los ingleses dan todos los rodeos que pueden para decirte las cosas. Los rusos miran a los ojos, a veces hasta con cierta violencia. Intimidan, sobre todo si quien lo hace es un desconocido o desconocida. Me han dado la sensacion de que son directos, francos. Eso ya es una percepcion mas personal, pues el trato con los rusos ha sido escaso.


La piel morena. Muchas mujeres lucen un bronceado ligero, el justo, pero mi pregunta es, donde se ponen morenas? Es una pregunta que por ahora queda sin respuesta. Alguna rusa hay por ahi que quizas la tenga.


Imagen que parece pertenecer al pasado con un grupo de estalinistas entrando en la Plaza Roja, que sigue llamandose Roja, porque ya se llamaba asi antes de los comunistas, porque Rojo en ruso quiere decir bello.


Escrito por chabeto el 28/07/2009 14:21 | Comentarios (0)

Mi ultimo dia de preparacion


Hoy domingo ha sido el ultimo dia que he salido a correr, una hora y media. Hasta la carrera, el proximo sabado no me queda mas que descansar, si descansar se puede llamar a patear todo Moscu.

Hoy he estado en el Kremlin, que quiere decir fortaleza y es el antiguo Moscu amurallado. Es digno de ver, y siguiendo con las virtudes de los moscovitas, son muy limpios. Ni una colilla en el suelo. En las zonas perifericas hay algo mas de desorden y descuido, pero poco mas. Lo unico que puede contribuir a una imagen distinta son las fachadas en los barrios que no las tienen nada cuidadas. Los parque son enormes y abundantes.

En el entrenamiento, por un parque proximo al hotel me he perdido, y como era temprano, sobre las ocho de la manana, no habia nadie. Finalmente una amazona que habia visto otro dia me ha dado la orientacion necesaria para recuperar el camino.

En la Plaza Roja habia una manifestacion de nostalgicos comunistas, una treintena con banderas que le daba el aspecto visto en television en tiempos pasados. De fondo estaban Lenin y Stalin vivos saludando a los manifestantes. Son personajes que se parecen a los lideres comunistas, que se visten como ellos y que sirven de atraccion para los turistas con los que se hacen fotografias. Tengo una foto, pero este ordenador no me permite subirlas.

En los viajes suelo visitar los supermercados, para ver como viven los vivos y de que se alimentan y tambien visito los cementerios para ver como llevan la muerte.

Ayer estuve en un cementerio donde reposan los pensamientos y los cuerpos de las celebridades rusas y sovieticas, con sus maldades en reposo, sus bondades y su pasado. Un cementerio curioso, lleno de esculturas, donde en un paseo te puedes encontrar con Gogol, Chejov, Mijail Bulgakov, de quien estoy leyendo,poco, un libro ahora o de Kropotkin. Con todo ellos anduve departiendo, pero no hubo respuesta.

Algo curioso, la mayoria de los cuidadores del cementerio son sordomudos. Imagino que despues de tantos intentos como el mio de comunicarse con los muertos y no hayar respuesta, los trabajadores guardan silencio.


Escrito por chabeto el 26/07/2009 20:39 | Comentarios (0)

Otras cosas


El botellon esta muy extendido. Que el alcoholismo es una cultura entre una gran parte de la poblacion queda patente en casi todos los rincones y espacios abiertos. Jovenes, viejos,gente con traje, haraposos,... muchisimas son las personas que encuentras borrachas a todas horas del dia. Parece exclusivo de hombres, no he visto a ninguna mujer. Son pacificos, no se meten con nadie.
Aunque en la foto no se aprecia son dos borrachos, muy borrachos, uno de ellos recien levantado del suelo que estan siendo filmados por otro.

En un restaurante al ofrecerme la carta, le pedi una ensalada de primero, pero como suele ocurrir tienen muchos tipos de ensalada y son muy insitente hasta que dices con exactitud cual quieres. Despues de una pequena discusion me recomienta la que tienen en la casa como especialidad que es muy muy buena, segun me hace saber el camarero. Lo acepto y cuando me la saca !Sorpres! Ensaladilla rusa. Intento explicarle que eso se llama en Espana ensaladilla rusa, pero como no estoy para demasiadas clases de hispano ruso, lo dejo estar.

Hay muy pocos turistas, si tenemos en cuenta la gran poblacion y el interes que aparentemente despierta Moscu. Espanoles poquisimos. Ademas si te sales de la plaza Roja, que es lo que hago yo, suelo ser el unico y a mas de uno le he escuchado el comentario hacia otro senalandome como un turist, que es como llaman a los turistas en ruso.

El cirilico, en el que ya me defiendo aunque con lentitud, es muy curioso, porque han adoptado muchas palabras latinas, francesas e inglesas, pero como lo deben transcribir al cirilico hacen literalmente el sonido. Asi la toilet francesa pasa a ser la tualet, el lunch ingles pasa a ser el lanch y asi.



Escrito por chabeto el 24/07/2009 17:28 | Comentarios (2)

Las entrañas de Moscú


Ayer conoci Moscu en profundidad. Moverse en el metro no es demasiado facil cuando quieres cambiar de estacion. Por una parte esta el idioma, la escritura y que en muchas estaciones es dificil encontrar el nombre para saber donde te encuentras. Ayer hable, en las entranas de Moscu, con abuelitas que se encargan de dar la informacion pero que no saben muy bien donde estan, con policias que querian hablar ingles y ya era imposible entender ni los gestos, con voluntarios y voluntarias que me veian perdido y que querian ayudarme. Todos a mi favor pero yo perdido. Por fin, despues de no se cuantos trasbordos y muchas estaciones, sali en la que queria, pero lejos de ver la luz, vi la oscuridad, pues ya era de noche. Curiosa experiencia.
Estacion de metro que visite, entre otras muchas.

Es curioso el sistema de retretes publicos que tienen los moscovitas. Una persona es propietaria de dos o tres retretes de los que se ponen para fiestas en los pueblos de Espana y los ponen a disposicion de los turistas por 20 rublos la meada. Lo curioso es que uno de ellos lo guardan para hacer de taquilla y resulta chocante ver a una mujer haciendo ganchillo o leyendo sentada en la taza del retrete, dandote la impresion de que se ha dejado la puerta abierta mientras hace sus necesidades.



Este es el guardian de las mierdas perdidas.



Escrito por chabeto el 24/07/2009 17:15 | Comentarios (0)

Los niños de la guerra

Esta la manana la he pasado con los ninos de la guerra. Ninos de muy buen aspecto a pesar de que casi todos pasan de los 80 anos. He tomado un te con ellos mientras charlabamos de su dura experiencia, pero como ha sido su vida la viven como una aventura mas. Paco, un madrileno, cada vez que puede va a Madrid a pesar de que ya no le queda nadie, sus padres y hermanos murieron hace algun tiempo. Pero va a Madrid a ver los lugares donde hacia cola para que le dieran de comer, los cuarteles donde iba a pedir el rancho que sobraba a los soldados, a los restos de la fabrica de galletas donde pedia los recortes que quedaban para comer el y sus cinco hermanos. Para eso va a Madrid, es la visita de lo que le queda.

Hemos hablado tambien de la transformacion de su pensamiento, que de ser stalinistas, por educacion, ahora odian, dicen que todos lo ninos, al comunismo y lo que representa. Tarde, pero ahora se saben enganados, manejados y en el pasado rotos.

Mucho de lo que hablar, pues hemos estado de chachara mas de dos horas.


Han venido de la television autonomica asturiana, que estan haciendo algo asi como asturianos por el mundo a realizar un reportaje con los asturianos que quedan.


En total, entre todos, no quedan mas de 200 y piensan que el centro espanol cerrara cuando ellos mueran.


Es curioso ver un crucifijo en el interior, a pesar de que los que estaban decian que todos o casi todos eran ateos. Tambien resulta curioso ver una bandera de Espana en la entrada, parece como que se les fuera a identificar con la bandera republicana.





Aqui estan jugando al tute, partidas que echan a diario. Ademas los viernes quedan a comer aportando cada uno lo suyo desde casa. No se reunen mas de quince o veinte. Me han invitado a quedarme con ellos, se lo he agradecido pero me he ido a un lugar donde me han recomendado. En Moscu existe una especie de menu del dia, que ellos llaman buznis lanch que por unos cinco euros comes tres platos y un te. Esta muy bien.


Esta manana he salido a correr por un parque que esta en los alrededores del hotel. Estoy bien de forma fisica, pero creo que el turismo deberia haberlo hecho solo despues de correr. Se me olvida.



Aqui ya estaba de vuelta de los 13 kilometros que he corrido. El portero del hotel ha sido el fotografo.


Escrito por chabeto el 24/07/2009 16:58 | Comentarios (1)

El paseo

23 julio

El ordenador no me permite enviar correos electronicos. Cosas de los rusos. Hoy ha tocado pasear. Callejear por donde lo hacen los turistas, ver las ramblas moscovitas, con sus magos, sus musicos callejeros, sus gentes disfrazadas,...


No mucho que contar salvo lo que puede relatar cualquier manual de turistas.


No puedo colgar fotografias. Imagino que lo solucionare en los proximos dias. Llevo una camiseta que pone NO ENTIENDO A ESTOS RUSOS, QUE ALGUIEN ME HABLE EN CRISTIANO. Pero es que hay muy pocos cristianos por estos lares. Los primeros que me he encontrado han sido esta misma noche, unos granadinos que me han ayudado con esto del ordenador a teclear en latino en vez de en cirilico, que es como estan los ordenadores.


Todavia quedan cosas, pero resulta que todo lo escrito desde mi partida hasta ahora lo he hecho de un tiron, porque los rusos tienen de todo, pero cibercafes o algo parecido, o hay donde encontrarlos. Ahora me he metido en un hotel que no es el mio, me he hecho pasar por cliente, ha colado y gracias a eso he podido actualizar el blog.

Hoy me he tenido que recordar que voy a correr un maraton. Manana tengo intencion de entrenar.



Escrito por chabeto el 23/07/2009 21:17 | Comentarios (1)

Los cubanitos

22 julio



En la estacion de metro me encuentro a una pareja de cubanitos que estan buscando sus senas de identidad. Julio nacio en Moscu hace treinta anos, que no culos, porque su padre era una alto dirigente, y colaborador del Che Guevara, que estaba en comision de servicios en Rusia. Cuado Julio tenia 4 anos, que no culos, muere su padre y regresa a Cuba. Hace cinco anos emigra a Espana, viviendo en Madrid, y ahora le ha dado por encontrar sus raices. Ha vuelto a ver la casa donde nacio. La siguiente etapa es Jaca, si la de Huesca, donde dice que ha oido que esta el origen de su apellido

Con Julio y su mujer, Yamira, ques como Mirella, pero al reves, he pasado todo el dia. Hemos etado en la plaza Roja, hemos comido en el Gum, que es un lugar muy caro y pijo, pero que tiene un restaurante que me recomendo Jaime, un alcanizano que se va a casar con una rusa, y que es muy barato.


Entre las visitas hemos ido a un convento, donde ponian muchas pegas para entrar. Finalmente me han dejado entrar solo a mi. Habia una puerta de lo que creia que era una iglesia. Empujo y no se abre. El ruso me hace un gesto que interpreto como que haga mas fuerza para entrar.Yo hago mas fuerza, se abre, sale un pope y el pope y el guardian del convento vienen a por mi, porqe lo que me estaba diciendo era que eran estancias privadas donde no podia pasar, asi que echandome una bronca en ruso, que si no es porque eran religiosos, creeria que se estaban cagando en todos los santos, me han echado a mi tambien de la visita.


Ya no me acordaba de que he venido a Rusia a correr un maraton. Me lo tengo que recordar de vez en cuando. Esta manana he salido a correr por un parque inmenso, con una sensacion de individualidad tremenda. En la hora y cuarto que he estado corriendo no me he encontrado mas que una docena de personas.

Nada que ver con la salida por Barcelona. Pero la sensacion genial.

Luego he hecho un desayuno espanol, que consiste en ponerte ciego de desayunar para evitarte la comida, que no me la he evitado, y hacer una merienda cena, que si la he hecho.


Escrito por chabeto el 23/07/2009 21:10 | Comentarios (0)

El viaje


Lunes 20 Julio


Disculpas porque estoy escribiendo con un teclado cirilico y saldra lo que salga.Cuando este en España, a mediado de agosto ya lo corregiré.


Quino es una buena persona, compañero de trabajo y además amigo. Un buen amigo y muy amigo, no solo mio, sino de todos sus amigos.


Como teniamos que solucionar el mundo. A Quino le interesa, sobre todo, solucionar el mundo mas inmediato, el que se mueve a pocos metros de los pies que apoyamos en el suelo y como excepcion los que apoyan Butragueno, Raul y compañía. Como teníamos que solucionar el mundo, Quino se brindo a llevarme a Zaragoza para coger el autobus que me llevara a Madrid. En el camino, Quino siempre defiende la teoria de que los viejes dan mucho de si, hablamos de las soluciones que necesitamos. Y casi tenemos que volver porque el camino dio lo justo para tocar todos los temas necesarios. Con Quino es con la persona con la que mas hablo y como la semana pasada estuvo de vacaciones habia mucho de que platicar.

En Zaragoza nos hicimos la foto correspondiente y cada uno a lo suyo, el de vuelta yo a Madrid.



Irina, la chica que habla ametrallando las frases a una velocidad irrepetible, es la de mi derecha. A la izquierda una profesora rusa de español.



Llegue a Moscu sobre las seis de la manana moscovita. Me habian hablado mucho de la indiferencia y la distancia que ponen por el medio los rusos. Mi experiencia ha sido de todo lo contrario. Una rusa, Irina, que venia en el mismo vuelo se brindo a ayudarme desinteresadamente, me conujo a todas parte, hizo por mi todos los papeles como si fuera un nino y llamo a su padre para que viniera con el coche y me llevara hasta el hotel. Ella trabajaba esa misma manana y lleg tarde al trabajo por el desvelo que tuvo en que yo estuviera bien. Muchas gracias.


Sali a tormar un chai, que es como llaman aqui los rusos al te, tuve una conversacion de aproximadamente un cuarto de hora con el camarero y un cliente. Por supuesto no tengo ni idea de lo que m dijeron ni ellos de lo que yo les dije. Me invitaron al chai y me llevaron a un restaurante, en coche, a comer. Increible.

El dia lo pase por el barrio donde esta el hotel. Me gusta callejear. Como no esta en el centro, veo las costumbres de la gente de a pie, no de los turistas.



Escrito por chabeto el 23/07/2009 20:57 | Comentarios (0)

Por fin me voy a Siberia


El Caimán, con mayúsculas, es un consumado ciclista que sube montañas como los rodadores y marcha en llano como los colombianos. Es una pieza importante de esos esforzados hombres de la ruta gastronómica y literaria que forman parte de La Vuelta. Él me hizo uno de los regalos que más he valorado en mi vida. Me regaló un libro editado por él del discurso de José Saramago en la entrega del Premio Nobel de Literatura. Había escuchado con emoción las partes del discurso que habían reproducido en la radio. Pero fue un instante pasajero. Cuando días después me llegó su librillo lo leí con el respeto que me merece José Saramago y degustándolo como se merece el regalo que me hizo Jorge, que es el nombre de El Caimán. Lo he releído, yo que antes releía poco, en varias ocasiones. A veces he idealizado tanto el discurso que tengo que volver a leerlo a ver si lo que pienso se corresponde con lo escrito. Un pedazo del texto me emociona cada vez que lo leo, aunque sólo hayan pasado cinco minutos desde la última vez: “…y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver.”


Yo tengo unos árboles con los que convivo todos los días, algunos los he plantado yo y otros vivían antes de que yo naciera, un burro que responde, cuando quiere, al nombre de Einstein (es que a veces está ensimismado con sus cavilaciones), perros, gatos, ocas, gallos, gallinas. Con todos no me abrazo, pero si con algunos árboles a los que les dejo el encargo de que transmitan mi cariño a los demás. A Einstein le dejo el recado para el resto de animales. Me dice que sí, pero luego va a la suya.


Sobre todo creo esa comunión cuando vuelvo de un viaje, no cuando me despido, como Jerónimo. Entonces, siempre recuerdo a los seres vivos con los que convivo todos los días y a lo que representan Jorge y Saramago.


Ayer fui a la huerta, los he dejado preparados y con agua hasta que vuelva. Del día a día, con el mismo cariño que yo, se ocupará Violeta, mi hija.


También me despido de otros seres, pero eso es más común y menos literario.



Einstein en pleno proceso de "pienso", luego existo. Se hace necesario el pienso diario.



Escrito por chabeto el 20/07/2009 10:33 | Comentarios (1)

Un blog ¿para qué?


Aunque llevo unos días escribiendo en el blog, no fue hasta el jueves pasado cuando lo di a conocer. Está muy extendido esto de los blogs. Si no tienes, sólo existes en la reducida órbita de tus amistades y conocidos, pero es un círculo excesivamente reducido. Para que el notario cibernético de la existencia te extienda un certificado de vida, necesitas como mínimo un blog. Cuando lo tienes, te das cuenta que hay mucha gente que no lo tiene, que no era tan necesario, que existen otras cosas como el feisbuc. Me imagino que todo se andará.


¿Por qué voy a contar mi vida? En realidad una parte de la mentira de mi vida. Porque al cabo uno va contando lo que le interesa, se es muy selectivo. Un día, 24 horas, reducidos a unas líneas. Cagar es muy vulgar, comer también salvo que sea una mariscada, entonces formará parte de la desnudez del blog.


Al final uno quiere ser diferente, y que los demás lo sepan. No sirve de nada ser distinto encerrado y en silencio. ¿Acaso alguien conoce a otro que quiera ser diferente y no lo comunique?


Mi hija, Violeta, que es un referente de cordura, de sentido común y de análisis cuando supo que iba a escribir un blog me preguntó que por qué quería destacar. Y sólo le respondí con una mueca sonriente. “Todo el mundo hace lo posible por destacar”, me dijo. Seguramente es así. Lo más duro viene después, porque uno quiere ser ejemplo, aunque escriba que “nada más lejos de mi intención”. Uno quiere ser modelo, se siente reconfortado cuando alguien le pide consejo, le envidia o le dice que tú sí que vales que no te acomodas.


Es otra de esas mentiras de la vida que como nos interesa las divulgamos. Como la mujer que dice que se pone guapa para ella, con minifalda en la calle y con rulos y bata de guatiné en casa.


Y el blog, los libros, los artículos de prensa, las opiniones que llegan más allá del grupo que te lo ha solicitado son lo mismo.


Esto supone desnudarse, lanzarse al vacío, estar expuesto. Lo que no había previsto, porque no es previsible, es la respuesta. He comenzado a recibir palabras de ánimo, de envidia (sana, que parece que hay una envidia sana) y la verdad es que me he emocionado. No había pensado en ello, pero a nivel personal ha merecido la pena. Y no he hecho más que empezar.


Tus experiencias al final las cuentas a tus amigos y familiares. Esto es una exposición pública que ahorra muchas comunicaciones y como dice Ángel Lahoz, un excelente viajero alcañizano, cuando vuelves de un viaje ya está todo dicho y todo el mundo tiene conocimiento de tus andanzas.


Además parece que uno tiene su filosofía y la quiere divulgar.



Mi hija Violeta, con su padre al fondo



Escrito por chabeto el 19/07/2009 20:18 | Comentarios (2)

La Vuelta


Hace más de treinta años unos amigos, entonces estudiantes con pocos medios, pensaron en pasar unas vacaciones sobre bicicletas recorriendo una parte de la geografía española. A ese grupo inicial, con el paso de los años se fueron añadiendo medios materiales de todo tipo y también humanos. La tienda de campaña fue sustituida por la casa rural, aunque Germán siempre va con la suya y la planta en la habitación. Yo me incorporé en 1996 y desde entonces, salvo el año pasado no he faltado nunca a la cita.


La semana que está a caballo entre el mes de junio y julio nos citamos en un lugar de España y en la mayoría de los casos, sin habernos visto antes, reiniciamos las conversaciones que dejamos inacabadas el año anterior con el argot propio de “La Vuelta”, que así con mayúsculas es como se denomina la cita. El rundidero es el jamón que inicia la ruta con nosotros, pero que nunca la acaba; el magma un lugar presente en todos los equipajes que va engullendo todo tipo de ropas, botellines y artilugios (prefiere calzoncillos y calcetines). Con los primeros contactos se devuelven los calcetines que aparecieron el año anterior en la bolsa de otro. Nos miramos las caras, nos reconocemos y siempre estamos igual a pesar de que hay quien dice que van pasando los años.


En la cita de este año había pocas ganas de pedalear, tan pocas que yo no tuve oportunidad ni de subirme a la bicicleta. Dentro de mi programación de entrenamiento maratoniano había previsto reposo activo, que es lo que los entendidos denominan a seguir entrenando pero sin correr. Llegué tarde a la cita y durante dos días estuvimos paseando la bicicleta del Cholla, uno de los componentes que sólo viene cuando La Vuelta pasa por tierras galas o burgalesas, por tierras navarras y del sur de Francia. Ni una pedalada. El tiempo que pasamos juntos tampoco fue suficiente para dar buena cuenta del rundidero, ni para hablar todo lo pendiente, ni para escanciar toda la sidra, ni para otras muchas cosas de las que disfrutamos. Yo disfruto. Pero al igual que en una tarde floja de toros ves un par de naturales y te dices, ha merecido la pena, mereció la pena algunas pláticas robadas al conjunto, otras en la privacidad de las habitaciones, los apuntes de conversaciones literarias que siempre van coleando y luego hay que completar con envíos postales.


Yo que soy una persona con pocos recuerdos, durante unos días me sumerjo en esta tribu dominada por menonitas para disfrutar con ellos.


Cuando llegué a casa me puse las zapatillas y taché de mi preparación lo del reposo activo. Sólo fue reposo.






Escrito por chabeto el 18/07/2009 18:52 | Comentarios (0)

El espectáculo


La noche del cuatro al cinco de julio dormí en Barcelona. Las zapatillas y el pantalón corto me acompañan a todas partes. A las seis y media de la mañana, más o menos, me disfracé de atleta y corrí junto a la playa. ¡Qué contraste! Noctámbulos que se retiraban, yoguis que saludaban al sol, culos sin bragas, ojeras que se confundían con las mejillas, jóvenes desnudos que saludaban al agua, viejos verdes que miraban, ojos que no veían, orines de cerveza, botellas apuradas, rosas marchitas que se arrastraban, gaviotas que ocupaban su plaza, puñetazos al viento en peleas sin argumentos, policías haciendo el boca a boca, bocas que no se despegaban con el sol. Sol, mucho sol que se reflejaba en el mar. Las primeras familias que tendían su toalla junto a habitaciones improvisadas donde dormían en cuadrillas. Olores, todos los olores mezclados. Algunos críos presuntamente sin casa, casas de ensueño que se contaban los amantes de una noche que no encontraban la forma de acabarla. Toda la fauna del sexo. También estaban los que no habían conseguido sus propósitos y ya pensaban en la próxima noche como el inicio de sus soluciones.

Allí, entre toda esa gente, entre perros atados y desatados, compañeros y vagabundos, entre otros deportistas que habían elegido el mismo lugar y la misma hora que yo, allí estaba corriendo, viendo la película de las primeras horas del día a ciento cincuenta zancadas por minuto.


Creí, quise creer, que el espectáculo se había montado para mí. Luego supe que yo mismo formaba parte del divertimento.

No hay foto. Sólo tengo imágenes.



Escrito por chabeto el 17/07/2009 09:02 | Comentarios (1)

Tragamillas


Llevo casi toda la vida, tengo 53 años y de los primeros no recuerdo nada, escuchando que tal o cual tema es cuestión de educación, cosas triviales como no tirar papeles en el suelo, no hacer ruido con la moto,… y a partir de ahí todo lo que uno quiera imaginar. O no es cuestión de educación o no ha funcionado.


Frente a la protesta siempre ha habido padres que han educado inculcando valores a sus hijos por medio de la práctica, no por teorías. Una práctica para mí siempre enriquecedora ha sido la del atletismo. Es un deporte al que debo una gran parte de mi filosofía ante la vida, que junto al hábito de la alimentación (no hay que dejarse nunca comida en el plato) y al diálogo creo que conforman los tres elementos básicos para una buena educación, la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos.


En el atletismo siempre luchas por ti y contra ti. Esa es su gran belleza. El día que quedas a entrenar, quedas contigo, eres prescindible y si no quieres no vas. Ningún equipo te necesita. El día que mejoras tu marca es el que vences aunque quedes el último. Quedar el primero sin superarte no es ninguna victoria. Podría seguir con la moralina.


Salgo a entrenar solo. Alguna vez me he encontrado con algún destalentado como yo, como el cinco de febrero pasado a las once de la noche, fría noche, y algún trecho he recorrido con algún ocasional corredor. Salgo de noche o de madrugada y encima soy un lobo estepario. Aun con todo, sin necesitarlo me he apuntado a un club, “Tragamillas”, porque son padres que educan a sus hijos en la superación, que algunos con michelines salen con sus hijos para demostrarles que están con ellos, que otros, más atléticos, animan a correr a sus mujeres menos deportistas, que otras muy sacrificadas y deportistas sirven de ejemplo a sus maridos para que las sigan si pueden en sus carreras por la carretera. Luego también están los atletas, la buena gente que practica atletismo porque sí. Como toda esta gente, a algunos los conozco, me merecen todo mi respeto, y sin coincidir conmigo compartimos una filosofía común (seguramente ignorada), decidí hacerme del club.


En la carrera de Omsk ignorando el amor por los colores de mi equipo, ignorando el amor por mi patria chica, pero recordando la filosofía del educador que trabaja y entrena solo o con su compañera o compañero y con sus hijos por ser mejores y superarse, llevaré el equipaje del “Tragamillas”, que encima, así son de generosos, me regalaron con mi inscripción.


No he conocido atleta malo.



Prueba de 10 kilómetros organizada por el club Tragamillas.



Escrito por chabeto el 14/07/2009 18:20 | Comentarios (0)

Raúl Puche



Una vez decidido que iba a correr en Omsk, en Siberia, me puse a buscar datos sobre la ciudad y sobre el maratón. Tuve conocimiento de que había participado únicamente un español en la edición de 2008; Raúl Puche. He oído decir que para llegar hasta una persona sólo hacen falta como máximo 6 contactos intermedios, así que pensé en cómo actuar y con uno solo logré llegar hasta él. En principio me iba a meter en su intimidad y siempre se golpea suavemente con los nudillos, no vaya a ser que moleste. Fue dar unos toques tímidos y su puerta me la abrió de par en par. Me contó su preparación, su carrera, su viaje por tierras rusas y con taxistas descerebrados, su novia rusa, su táctica para salir en la foto con una bandera española que no llevaba encima. En definitiva, me fue escribiendo para describirme su aventura en una lucha de preparación, rematada en un maratón, para perder peso. Me envió correos que me hicieron llorar, literal, de emoción. Con su experiencia personal, con las aventuras y desventuras, con la huerta canaria que se comió mientras corría en Omsk, me animó, me ahorró tiempo, cavilaciones y contactos. Aunque mi predisposición ha sido colaborar con todo aquel que quiera iniciar una aventura como la mía, la actitud de Raúl me reafirmó en mi intención de dejar mi puerta abierta para ayudar a quien me requiera.


Con sus cuatro horas largas de carrera fue el primer español clasificado en 2008. Durante unos días tuve la esperanza de copar también ese primer puesto para gloria del país. Luego supe que participaban este año dos españoles más, uno de ellos con una marca próxima a las tres horas. Así que sólo aspiro a pódium.



Raúl, primer español clasificado en Omsk en la edición de 2008



Escrito por chabeto el 14/07/2009 17:47 | Comentarios (0)

Los dioses me dirigen


Es de muchas personas conocida la historia del origen de la carrera de Maratón. Pero la describo brevemente, para que sirva para confirmar otro de los lazos curiosos, ajenos a uno que se tejen en las relaciones humanas.


La batalla de Maratón fue algo así como la guerra de la Independencia española contra los franceses pero con un valor añadido de suma importancia, mientras en España se gritaba “viva las caenas” en alusión a la mano dura de Fernando VII, los griegos luchaban por la libertad y la democracia. Los griegos se enfrentaron a los persas en Maratón, allí estaban todos los hombres. Las mujeres y los niños se habían quedado en Atenas con la decisión de que si sus padres y maridos no vencían a los persas, ellas matarían a sus hijos y luego se quitarían la vida para no caer en manos de los sátrapas. Próximo a vencer el plazo dado, los atenienses ganaron y Filípides recorrió la distancia que separa Maratón de Atenas para decirles a las mujeres «¡Alegraos, atenienses, hemos vencido!», se derrumbó por el esfuerzo y murió agotado.


En el año 1896, cuando se celebraron los primeros juegos olímpicos modernos, se quiso hacer una prueba que conmemorase la hazaña. Al principio se pensó que era una barbaridad y que no habría ser humano que aguantara una competición tan larga. Finalmente se llevó a cabo. Como es de suponer no había nadie que la hubiera preparado, que tuviera a ningún Martín Fiz que le hubiera dicho cómo afrontarla, sin series, ni zapatillas adidas. Los griegos consideraban una necesidad encontrar a un hombre que los representara y la responsabilidad cayó sobre un aguador que no tenía experiencia en carreras.


El día de la carrera los griegos no habían conseguido ninguna victoria en atletismo. Faltando siete kilómetros para la meta un mensajero hizo saber al estadio que el griego iba el primero en la prueba. El público enloqueció de alegría. Finalmente el griego fue el vencedor de la carrera y a partir de ese momento considerado como un héroe nacional. El estadio olímpico ateniense lleva su nombre. Su nombre es Espiridión Luis. Y aquí viene otro de esos canales de comunicación extraños que nos unen a los humanos. El único Espiridión que conozco en España es mi padre.


Son coincidencias, nada más, pero la leyenda particular, igual que la leyenda griega quiere agarrarse a estas historias para hacer más grande su hazaña y entender así que forma parte del destino programado por los dioses







El Espiridión español el día que cumplió 80 años. El pasado 7 de julio cumplió 82.




Comunicaciones internas


En cierta ocasión un conocido me dijo que todas las relaciones humanas estaban conectadas entre sí. Que había una especie de túneles secretos que las unían. Me he dado cuenta que es cierto. No es nada extraño ni esotérico, es bastante común pero no lo apreciamos. Cuando uno tiene el brazo roto se da cuenta que hay muchísima gente en su misma situación. Cuando uno va con un coche de niños comprueba que son cientos las personas que se les ha ocurrido circular de la misma forma. Ahí nacen esos canales de comunicación.


Cuando decidí correr el maratón enseguida encontré, sin buscarla, a gente que corría, se preparaba. El mundo que había creído particular y personal comenzó a estar masificado. En Malta coincidí en la vivienda donde me hospedaba con Susanne, una buena chica alemana que también corría maratones. Sus 3 horas 27 minutos se me quedaron grabadas. Me dio un consejo, que otra gente me ha repetido, pero ella fue la primera y lo he valorado mucho y lo tengo siempre presente. Has de conocer el cuerpo y has de saber dejar que se recupere de los esfuerzos. Parecerá elemental para mucha gente, pero yo era de los que pensaba que había que machacar el cuerpo para hacerlo duro.


Con Susanne salí a correr en Malta, hice unos ocho kilómetros a buen ritmo y me dijo, sinceramente, no era un cumplido, que veía en mi la capacidad de esfuerzo suficiente para enfrentarme a un maratón.


En Malta comencé mi preparación y me di cuenta que era cuestión de tiempo el ir alargando las distancias para llegar a los 42 kilómetros 195 metros. Por la acera paralela a la costa que une La Valetta con San Julián me fui encontrando a otra gente que entrenaba con la que sin conocernos nos íbamos saludando por tener en común la misma afición. Eso es otro de los elementos comunes de comunicación. Recuerdo que corriendo con Susanne, uno de los corredores no nos devolvió el saludo y Susanne me dijo, ese no es colega. Luego me he encontrado a muchos que no son colegas, que no devuelven el saludo, pese a ello, siempre encontrará quien corra en mi a un colega, pues siempre levanto la mano para hacerme cómplice con quien corre.


Otro de los vínculos que nos unen surgió en el mism o Malta cuando de una forma retorcida conocí a una persona de Omsk. Es raro encontrar en Malta a una persona de una ciudad siberiana, pero lo más sorprendente, lo que más me sorprendió a mí, es que supiera que era de Omsk. Puedo cruzarme todos los días con gente de otros lugares, pero si no lo sé, no surge esa relación. En este caso lo sorprendente es que lo supe. Me dio su dirección de correo electrónico, aunque no le he escrito. Es simplemente una curiosidad de esos vínculos de los que hablaba.





En la foto está Susanne en Malta, dispuesta a lanzar una paloma mensajera.










Escrito por chabeto el 29/06/2009 22:20 | Comentarios (1)

Objetivo: Maratón


Puede costarme tomar una decisión. Realmente, en muchas ocasiones me cuesta. Pero una vez la he tomado generalmente no hay vuelta atrás, por algo me he tomado mi tiempo.


Buscando qué hacer para las próximas vacaciones, estoy hablando de septiembre del año pasado, entre las opciones, como un rayo (por lo fugaz) se me ocurrió que podía correr un maratón. No había ningún precedente, ni ningún motivo que justificara ese pensamiento. Me hizo gracia y estando en Vinaroz me fue ilusionando la idea. No la razoné, simplemente jugué con el reto, con la ilusión. Valoré el sacrificio y salí a correr junto a la playa con la determinación de decidir si ese sería mi reto o no. Como quien consigue una meta, más que quien inicia una carrera, cuando estaba corriendo cerré el puño derecho lancé un crochet a la cara de los obstáculos y me dije que sí, que iba a correr las próximas vacaciones un maratón. Cinco minutos después me lesioné. Demasiado tarde, la decisión estaba tomada. Andando volví a casa jodido pero contento. Como no había hecho estiramientos ni cosa parecida, como había estado corriendo más de lo que estaba preparado los gemelos dijeron que no querían seguir el ritmo que les marcaba. Estuve cerca de un mes sin poder correr. En octubre, ya con los gemelos dispuestos a admitir mi tozudez y que podía esperar admitieron que me seguirían en mi preparación para la maratón. El día que decidí comenzar los entrenamientos debía ir a buscar un par de gallinas, tengo un corral con patos, gallinas, gansos y ocas. De camino a por las gallinas, con una pequeña moto por un camino en el que estaban trabajando, había una piedra que no vi (iba despacio) y mi moto fue a parar contra ella. Al hospital y un buen esguince en el tobillo. Otro mes sin poder entrenar. Y ya iban dos meses con sólo cinco minutos de preparación desde que decidí que iba a correr un maratón.


En Noviembre me fui a realizar un curso a Malta. Ya había decidido dónde correría el maratón. Iba a ser en Omsk, en Siberia el uno de agosto. Primero se piensa en Siberia y se ve un témpano de hielo, luego en agosto y se siente el escalofrío de un mar de sudor. Vamos la combinación perfecta, está previsto que haya sobre 18 o 20 grados. En Malta, todavía con dolor en el tobillo derecho comencé a entrenar.






Escrito por chabeto el 25/06/2009 23:17 | Comentarios (0)

A modo de introducción


Soy un aprendiz de aventurero a pesar de que por la edad ya me correspondería peinar canas, pero los rubios solemos tener la ventaja de que pasamos sin solución de continuidad del cabello claro, al ralo y luego a su ausencia.

Tengo esa edad en la que miras hacia atrás y, a pesar del pertinaz olvido, te vas dando cuenta de que has de elegir entre vivir del recuerdo o generar nuevas vivencias para cuando el futuro avance con paso lento y espeso, más como una cortina que tienes que ir corriendo para ver el nuevo día que como una esperanza, tengas algo que contar y al cabo seas, al menos, un abuelete dicharachero y entretenido.

También cabe la posibilidad de que después de lo vivido, de lo visto, del sufrimiento propio y ajeno, de las contradicciones de los éxitos y los fracasos, de las reflexiones y los olvidos, de la incapacidad para seguir adelante, de ser consciente de que la vida se acaba y soñar es una quimera, cuando sea abuelete esté en silencio, enfurruñado, arisco, ausente y callado.

Mientras llega, si llega, quiero beberme la vida a sorbos, mi vida, ya que del vaso de agua que está reservado para mí, sólo lo podré beber yo o quedará para siempre medio lleno o vacío.

Durante muchos años las vacaciones eran un recorrido a lugares que alguien te había recomendado o habías leído. Siguiendo un libro o un croquis ibas visitando aquellos lugares que te decían que eran los de interés. Con la cámara de fotos iba guardando los monumentos, como si ese fuera el objetivo, y para dejar constancia de que yo había estado allí. Allí ¿para qué?


He visto piedras ordenadas de mil formas dando volumen a miles de edificios. He visto hormigón y barro con el que han hecho el fondo del decorado donde posaba para las fotos. En algún momento he disfrutado con ello, y no renuncio a ello. Pero a estas alturas estoy en ciudades por primera vez que ya he visto antes. Se han ordenado sus calles de otras formas, sus volúmenes con otras pretensiones, sus colores en otro orden, pero se están repitiendo.

Los cuadros y esculturas de los museos siguen inmóviles y los confundo con las láminas que he visto en algunos libros ¿Esto lo he visto?

La cultura oficial nos ha dicho qué teníamos que hacer en cada sitio, qué debíamos admirar, qué no debíamos perdernos,... y claro, podíamos jugar a ser contestatarios, a decir que no me gusta tanto como dicen que debería gustarme, pero vamos incrementando las cifras de los que dan la razón a los que escriben el texto que ha conducido nuestros pasos.

No es un acto de rebeldía. Ya son muchos años haciendo lo mismo. Así que me voy a Siberia con un reto; correr una maratón. En ello estoy.


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