Transnistria I. Septiembre
2019
Dentro de Moldavia está
Transnistria, una república que nadie reconoce pero que funciona como tal. Para
entrar existe una frontera con control de pasaportes y te dan un visado para
diez horas, tiempo suficiente para visitar la republiqueta.
Tiraspol, la capital de Transnistria |
Después de visitarla llego
a la conclusión de que cualquiera puede montarse una república. Es necesario
una frontera, un ejército y policía, unos políticos, si son corruptos mejor,
una historia exaltando verdades y mentiras con pasión y unos cuantos muertos,
esto último es imprescindible. Si además tienes una lengua que te diferencie de
tu enemigo, mucho mejor. Transnistria tiene sus muertos que se enfrentaron a
Moldavia en nombre de la libertad, aunque lo cierto es que no tienen libertad.
A todos los dictadores y nacionalistas les gusta llenarse la boca con la
palabra libertad mientras oprimen a quienes no aceptan sus principios (Franco
con su una, grande y libre, Stalin con la libertad del proletariado, o los
nacionalistas de nuevo cuño).
Simbología de Transnistria con la hoz y el martillo y Lenin al fondo. 1990 es el año de su independencia. |
En Transnistria, como no
tenían su lengua, adoptaron la de sus vecinos rusos. Como gran parte de la
población seguía hablando moldavo, les obligaron a escribir moldavo con
caracteres cirílicos. El moldavo y el rumano son prácticamente lo mismo y son
lenguas de origen latino. Por supuesto
la homosexualidad, que hoy en día eSs una medida de la libertad de un país, está
perseguida y castigada.
Eso sí, en Transnistria se
consideran el último reducto de los soviéticos. Se pueden ver imágenes de Lenin
y banderas y símbolos con la hoz y el martillo junto a lujosos coches Mercedes
y a la omnipresente empresa Sheriff, que es privada y controla desde la
alimentación a los casinos y el equipo de fútbol de Tiraspol, que es la
capital.
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