Constanza. Rumanía. Septiembre 2019
Constanza. Rumanía |
La llegada a Constanza ha sido apoteósica. Como al día
siguiente voy a Moldavia quería asegurarme de que había un autobús y su
horario. Nadie me informaba. Todos con una desgana propia de un país comunista
me enviaban de una ventanilla a otra. Hasta que llegué a la de información.
Allí un tipo no me hizo el menor caso. Le escribí en un traductor mis dudas y
cuando levanté la cabeza ya se había ido. Me propuse no irme de la estación sin
una solución. Fui cogiendo números de teléfono en los que se decía que daban
informaciones y al final se hizo la luz. Como en todas partes siempre hay
alguien que habla español y que te va a echar una mano. Me dio la solución y
menos mal por mi insistencia, porque el autobús que había mirado no salía y lo
hacía otro dos horas antes.
En Constanza había reservado plaza en un hostel, (un
albergue para jóvenes con un viejo, que soy yo). Cuando llegué a la dirección
vi el cartel y una puerta abierta. Me metí con toda la decisión que me obligaba
mis ganas de mear. Al ir pasando por salas veía que estaba mucho mejor que lo
que había visto en las fotografías. Cuando voy a dejar mi mochila para buscar
el wáter, sale una mujer a la que identifico como la recepcionista, le pregunto
por la toaleta y me envía con una mezcla de risa y autoridad a la puta calle.
Me había metido en la casa particular de una vecina del hostel.
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