29/9/2019 Medio maratón en Chisinau
A finales de agosto, en un día trascendente para mí, decidí dejar de
correr. No tenía ilusión. Carecía de fuerzas y me cansaba mucho. Sólo saldría
cuando me apeteciera, pero sin ningún programa.
Dos días después me apeteció. Salí y disfruté como antes de
tomar la decisión. Luego seguí saliendo y disfrutando. Había sido algo
temporal. En Moldavia se iba a disputar medio maratón. Como iba a estar allí
para esa fecha, me apunté. Y ha sido una gran decisión.
Quizás haya sido el medio maratón más delicioso de los que
he disputado. Tomé la salida sabiendo que era muy posible que a mitad
abandonara. Apenas había entrenado y no con la precisión necesaria. Corrí,
corrí y disfruté, disfruté. En gran parte por las sensaciones, pero también,
porque otros corredores me animaban. Veían a un viejo extranjero corriendo a un
nivel aceptable y cuando les alcanzaba me jaleaban, me preguntaban por mi
nombre, me animaban, yo les animaba a seguir a mi lado, pero no podían seguir
mi ritmo y se quedaban dándome palabras de ánimo.
Mariona ha sido una de las
corredoras. La he alcanzado, se ha puesto detrás de mí para seguir mi ritmo,
pronto lo ha dejado, pero yo la he animado. Se iba quedando, la volvía a animar
y me alcanzaba. Así hemos estado un par de kilómetros o algo más. Finalmente no
ha podido seguirme.
Nunca hay nadie esperándome
en los finales de mis maratones o medios maratones. Cuando estaba llegando, con
la bandera de España desplegada, el público ha comenzado a animarme con gritos
de Ispania (o algo parecido). Por los micrófonos de ambiente se hablaba de mí,
aunque yo no entendía nada. Faltando unos doscientos metros, un cámara de
televisión se ha puesto a mi lado y me ha ido siguiendo hasta llegar a meta.
Iba corriendo a mi ritmo cargado con la cámara y un trípode estabilizador. Me
he picado y yo intentaba correr más, pero él seguía mi ritmo. He llegado a meta
y por los altavoces seguían dirigiendo palabras a mí, mencionando continuamente
las palabras Espania y espaniola. Ha
sido lo más parecido que he podido vivir y viviré a ser el ganador en una final
olímpica. Muy emocionante, acompañado con el recuerdo y unas lágrimas a mis
padres fallecidos.
Pocos minutos después de
llegar se ha acercado hasta mí Mariona, otro recibimiento, para felicitarme y
agradecerme mi apoyo. Luego se ha formado algún corro con personas a las que
interesaba mi carrera, mi marca, mi procedencia. Realmente entrañable e
inolvidable.
Al final he quedado tercero
de veteranos, es decir que otros dos abuelos han corrido más que yo.
En la línea de salida
estaban todas las banderas de los países participantes. Allí estaba la
española. Pensaba que la habían puesto sólo por mí. Pero no, luego he
averiguado que había otros dos españoles.
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