Un poco
antes de Laza me encuentro una agradable sorpresa. Una supuesta asociación ha
dejado té, café, pastas y fruta para los peregrinos. He tomado unas cerezas que
he agradecido en una zona de sombra.
Como
después de Alberguería casi todo es cuesta abajo, me lanzo, es un decir porque
yo en las cuestas abajo voy casi tan rápido como subiendo, llegando a Vilar de
Barrio, una pequeña población en la que en sus televisores estaba jugando
España contra Chile, con la intención de ser campeones del mundo, pero con la
realidad de que iba a ser una decepción.
Pocas
relaciones sociales, sólo con unos andarines alemanes jubilados que llevaban 55
días de marcha y poco más.
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