Armenia. Khor Virap
Al fondo Ararat (en Turquía), medio oculto por las nubes. |
Cuando inicié el
viaje a Khor Virap, desde Ereván, no sabía que iba acompañado,
pero estas son parte de las fortunas que te guarda el destino. Iba, y
no lo sabía, junto a una chica rusa, abogada, guapa, joven,
simpática y empática. Íbamos juntos en el mismo autobús, nos
bajamos juntos, comenzamos a hablar y a no aceptar que un taxista nos
insistiera en llevarnos gratis hasta el monasterio en los tres
kilómetros que íbamos a recorrer a
pie. Insistió en que no nos
cobraba. Lo hizo con tanta vehemencia que aceptamos. Cierto que era
gratis el traslado, pero se nos ofreció a devolvernos a Ereván por
3 euros cada uno. Al final le salió bien, porque aceptamos la vuelta
y cuando acabamos la visita nos devolvió a Ereván. A la rusa a su
casa y a mí a la mía, despidiéndonos con la posibilidad de que yo
cogiera un tren que me llevaría a Georgia que ella iba a coger al
día siguiente por la noche. Finalmente no lo cogí y ya no sabré
más de Esperanza, que es su nombre y de quien tampoco nunca sabré
si apoyaba a Putin, porque no quise preguntárselo para no romper el
encanto del encuentro.
El monasterio ofrece una de esas imágenes icónicas que merece la pena ir sólo por hacerla. En mi caso por intentar hacerla porque no resultó tan buena como las que aparecen en las guías de
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