viernes, 17 de junio de 2022

Armenia. Una larga espera.

Armenia     2-3 junio 2022 

Después de la larga espera debido a los problemas derivados del COVID, sabedor de que a mi mochila le quedan muy pocos apuros más para contener todo lo que le meto, he iniciado un viaje a Armenia. La pregunta surge siempre ¿por qué Armenia? Y la respuesta, sea el lugar que sea, siempre puede ser la misma ¿y por qué no? A lo largo de los muchos meses de permanecer en casa fueron muchas las opciones que fui barajando. La primera fue Armenia, Georgia y Azerbayán. Luego, debido a la influencia de Pedro e Irene, unos viajeros alcañizanos, cambié el destino por Persia. Las condiciones de entrada debido al COVID me hicieron volver a retomar Armenia, no podía entrar en Georgia y la situación de guerra entre Armenia y Azerbayán tampoco me permitían pasar a éste último país. Así que me he quedado en Armenia.
La impresión es que Armenia es un país pacífico que siempre está en guerra. El vuelo entre Estambul y Ereván, la capital de Armenia, es la única vía de entrada, porque sus fronteras están cerradas por tierra. Un conflicto de más de cien años mantiene enfrentados a estos dos pueblos vecinos. Armenia sólo tiene salida hacia Georgia por el norte y hacia Persia por el sur. El viaje fue toda una aventura. Hasta llegar a Estambul todo fue bien, pero allí el vuelo comenzó a retrasarse; primero una hora, luego dos, luego dos horas y media y por fin embarcamos, las azafatas comienzan a hacer esos extraños signos de la cruz con un inflador amarillo en el pecho en el que siempre espero que los que están sentados a mi lado se hayan enterado y me ayuden en caso de necesidad, y entonces el capitán dice que todos a la calle, que se vuelve a retrasar el vuelo. Alegan problemas meteorológicos, pero algunos armenios dicen que llaman a la familia y les dicen que no hay ningún problema y que otros vuelos están aterrizando. Por fin la salida es a las cinco de la mañana. Antes, a las cuatro, la compañía tiene a bien invitarnos a una hamburguesa y unas patatas fritas. El descontrol es de libro de Murfi. Después de muchos años, allí estoy, en Estambul de recena. Mientras en el aeropuerto de Ereván un pobre taxista lleva esperándome toda la noche. No tenía un papel para escribir mi nombre y así reconocerlo y me pide que le envíe una foto por el móvil para identificarme. Cuando llego al aeropuerto, muchos carteles con los nombres de gente que esperan y un tipo flacucho con un móvil con mi cara para que me reconociera. Me recibe el taxista en su coche con una canción que me dice que es de Natalia Herrero, parece que una conocida cantante española en estos lares. No habla ni una palabra ni de inglés ni de español, mientras conduce y se cruza de carril me escribe en el traductor del móvil en inglés que me puedo quitar la mascarilla. Entonces no lo sabía pero era la única persona en toda Armenia que llevaba una mascarilla puesta. Después de toda una noche sin dormir comencé mi estancia en Ereván durmiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario