Una
recomendación para quienes hagan la Vía de la Plata es que recalen en el
albergue de Fuenterroble, al igual que recomiendo el de Fuente de Cantos. Está
muy bien, es acogedor, bien organizado, limpio y con todos los servicios
necesarios, además de contar con la entrega de varios voluntarios.
Tiene
un problema, y es que parece una misión e intentan hacerte cristiano católico a
marchas forzadas.
La cena
la ponía el albergue, además de compartir lo que los peregrinos aportábamos,
nada nosotros porque estaba la tienda cerrada. Previamente, un aspirante a
misionero, quiso hacernos rezar un padrenuestro cogidos de la mano como si nos
dispusiéramos a bailar una sardana. Yo me negué. Eso sí, tuve que oír una
oración que no escuché, pero que me conmovió cuando al que la leía se le hizo
un nudo en la garganta y no pudo continuar. Todos salimos de nuestra meditación
e indiferencia sin entender lo que ocurría. Luego, el aspirante a misionero,
nos contó su experiencia de cómo dios le había llamado, llena de recursos
comunes como “… después de tres días”, “…abandoné mi trabajo para seguir el
camino,…” “ el camino de Santiago fue mi verdadero camino,…”
Salvando
la catequesis de catecúmenos rebeldes, y una vez superada la crisis de las
oraciones interrumpidas nos pusimos a cenar en una charla multilingüe con
traductores simultáneos a italiano, alemán, inglés, francés y español, que eran
las lenguas que hablábamos los peregrinos (cada uno la suya).
El vino
abundante, hizo que un alemán que tenía sentado enfrente adquiriera notable
habilidad para decir la palabra “salud”, pues cada vez que llenábamos nuestros
vasos, y fueron unas cuantas nombrábamos a la salud, tanto que podíamos haber
resuelto el problema de listas de espera.
Una
alemana de nombre Julia y apellidos algo así como Rodríguez Pérez, que debía a
su exmarido, nos sorprendió a todos con su habilidad para aprender a tocar
palmas. A los pocos minutos allí había montado un tablao de jazz flamenco con
ritmos alemanes que me dejó embobado. Pero aún había de sorprendernos Julia
cuando se puso a bailar samba o cuando se arrancó a cantar temas de Estopa.
Realmente
fue una grata velada. Luego se acercó el padre Blas, conocido en todo el camino
por ser el artífice del funcionamiento del albergue, con quien repasé sus
conocimientos de geografía bajoaragonesa.
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