Cerezas que me supieron a gloria |
Etapa
con todos los sinsabores gallegos, bonito paisaje, bonitas bajadas (algunas tan
pendiente que me he bajado de la bicicleta) y subidas tan espectaculares que a
pesar de todo me he mantenido dando pedales apoyando todo mi cuerpo en uno de
ellos para poder avanzar. También he estado en zonas poco recomendables para ir
en bici, por lo que he tenido que hacer algún kilómetro caminando por zonas muy
históricas pero con los típicos zaborros en el suelo, que lo hacían muy sólido
pero poco practicable.
He
mantenido el tipo en un subida sin nombre (cima da Costa) que es un castigo si
vas justo de fuerzas y un premio si logras llegar arriba sin poner pie en
tierra. Está a la salida de Orense y dicen los libros que las rampas son del
20% en una recta en donde hasta los salientes del asfalto te castigan sin
piedad. Ha sido un día de gloria en el que yo mismo me he dado todas las
bendiciones.
Familia ciclista inglesa que iba con un bebé. Estuvimos en el mismo albergue, pero debido a sus obligaciones familiares, apenas nos vimos. |
Me he
perdido un par de veces, nada importante. Lo curioso es que he aparecido en
otro pueblo distinto al que pensaba llegar. No sé ni cómo ni cuándo, me he
pasado de largo el lugar donde quería pernoctar. Pero ha valido la pena llegar
hasta Silleda, en un albergue privado, muy bien cuidado y magníficamente atendido.
Por sólo 8 euros he tenido una habitación para mí sólo en la que he podido ver
hasta la televisión que hacía días que no veía. Entonces me he enterado, que
sin que nadie me consultara había dejado de ser súbdito de Juancar y he pasado
a ser súbdito de Felipe VI. La historia sigue su curso aún a mi pesar.
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