sábado, 31 de diciembre de 2011

Einstein

Si el león es el rey de la selva, Einstein es el rey de la República de Balde. Einstein es el más burro de la familia. Piensa (hierba), luego existe y existiendo me va haciendo cómplice de sus deseos, sobre todo pan, de sus pensamientos, que son muy profundos y de su cariño, que a veces resulta difícil de entender.
Einstein un día que se escapó. Cuando fui a verlo me 
sorprendió su presencia en lo alto de un cerro. 
La estampa que ofrecía era tan bella que me costó ir 
a buscarlo para llevarlo a casa.
Juntos paseamos, no demasiado. Él me va marcando el ritmo. A él el ritmo se lo marca la hierba, el pasto que va encontrando a cada paso, a un lado y otro del camino, así que le digo "venga" y hace lo que quiere. Nos tenemos cariño. Mucho cariño. Estadísticamente moriremos a la vez. Luego la realidad es la que es y uno superará al otro.
Durante cientos de años los hombres hemos utilizado a los burros como burros. Les hemos cargado hasta doblarles el espinazo, les hemos hecho tirar de carros, les hemos hecho trabajar sin descanso y hasta nos han servido para pasearnos, para jugar a carreras. Les hemos golpeado cuando se negaban. Hemos llamado burros a las personas que no eran dignas de serlo.
Digo hemos, pero yo no he hecho nada de lo escrito. Pero soy parte de los humanos. Así que como he comido pan arrastrado por burros, como he usado carbón acarreado por burros, como he visto carreras de burros, quiéralo o no también soy parte de ese mal trato.
Ahora los burros ya no nos son útiles, así que los condenamos a la desaparición.
Como creo que tenemos una deuda y además tengo terreno, Einstein es un burro de nombre digno, de pensamientos profundos y de vida cómoda que está conmigo en la República de Balde. Aunque de vez en cuando lamento que esté sólo, casi todas las tardes voy a verlo y tenemos alguna que otra conversación.
Primero me analiza. Si me ve exaltado me recibe rebelde y a brincos. Si me ve tranquilo, es el más humilde. Me ha enseñado a dominarme, porque si quiero que sea dócil yo me muestro dócil. Entonces me sigue, no remolonea, me obedece y se muestra como un buen compañero.
Einstein está suelto en un terreno donde puede correr, donde pasta, donde tiene unos olivos que me mantiene podados a la altura de sus dientes. De vez en cuando se escapa y deambula por todo el mundo y yo lo busco sin saber dónde ir. Hasta ahora siempre lo he encontrado y volvemos juntos a la República de Balde.  Otras veces cuando se escapa y estoy cerca me busca. Entonces lo abrazo. Otros le reñirían por haber roto el cercado. Pero yo agradezco enormemente que entre la infinidad de direcciones que puede tomar para irse, opta por buscarme, por estar junto a mí.
Einstein es mi burro, no en sentido de propiedad sino de compañía. Einstein es mi amigo.Todos los días le doy una barra de pan, tampoco es mucho, y si algún día se lo escondo, me mira y me recuerda que tenemos un convenio, la barra de pan es su salario.

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