¿Qué es la República de Balde? Básicamente un lugar donde estar. Para alguno será nada más que una casa de campo y una huerta. Y es eso, aunque la ilusión y las ilusiones pueden dibujar sobre un terreno todo un mundo, tan inmenso, tan extenso, que sé que nunca lo podré ni acabar, ni abarcar.
Parte habitable y navegable de la República. Oto es (era) el perro negro. |
También Balde es un proyecto que se va sustanciando cada día que voy. Unos días limpiando las hojas de los chopos que me hacen recordar que como Sísifo estoy condenado (estamos condenados) a repetir las mismas tareas. Me rebelo y dejan de ser penosas. Sísifo sube a la montaña mirando el valle. Cuando llega arriba con su pesada carga, sabe que podrá volver a disfrutar con la ascensión en otro momento. Retaré al destino y subiré por otra senda.
Las hojas juegan conmigo y se me escapan, las amontono, las prendo fuego, las utilizo como abono y en el huerto las convierto en patatas y lechugas que me alimentarán mis músculos y mi cerebro para seguir imaginando y seguir recogiendo hojas el próximo invierno. Nuevamente Sísifo. Nuevamente los ciclos. ¿Acaso no es todo en Balde?
No es una condena. Es un placer, es un reto. Un placer y un reto en Balde.
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