viernes, 28 de septiembre de 2012

Perdido



Torre de piedras, donde, hasta que se caiga esta
rá la mía. Le llaman la torre de la esperanza. Poco
después me desesperé cuando me perdí.
Lo que me ha sorprendido de Seúl es que las calles, por lo menos los cientos de calles por las que he transitado en mi primer día en esta ciudad. Las direcciones corresponden a un extraño número de coordenadas que parece ser que nadie entiende. Las referencias suelen ser las estaciones de metro y luego búscate la vida. He necesitado la ayuda de vecinos, de un colaborador y de un teléfono con GPS para llegar al apartamento donde estoy que estaba a diez metros de donde estaba preguntando y no era porque no era porque no me entendieran, les mostraba una tarjeta con los datos escritos en coreano.
Con estos antecedentes perderme ha sido la tónica del día. He tenido motivos para desesperarme y en algún momento he llegado a hacerlo.

Museo de Arte de Seúl.
 Como hoy tocaba entrenar, cuando he llegado a mi nueva casa, después de un par de días sin dormir me he puesto la ropa de deporte y me he ido a correr por la rivera del río Hangang. Enseguida he hecho mis primeros amigos. Una gente muy amigable estos coreanos. Se ha puesto uno a correr junto a mi, con sus dos palabras de inglés y las cuatro mías nos hemos hecho amigos. Me ha pedido que le diera mi número de teléfono.  Ha prometido que me llamaría y para que lo identificara me iba a decir “korian” Así que presumo que nuestra conversación se va a limitar a que él me diga korian y ya está, porque ni él me va a entender ni yo tengo más que decirle.
La vuelta del entrenamiento, con mi pantalón corto y mi sudada por las calles de Seúl ha sido horrible. Llevaba la tarjeta de casa, escrita en coreano, pero nadie, ni la policía sabía dónde estaba, ni como llegar, todos me indicaban una dirección aproximada de por dónde se encontraba. Menos mal que había retenido el nombre de la estación de metro cercana y gracias a eso, después de unas tres horas perdido y unos doce kilómetros caminando, después del entrenamiento, he llegado a casa.
Tenedor que me sacaron para comer
al ver vi extrema torpeza con los palillos.
Tuvieron que buscar por el restaurante
hasta encontrar este de un niño. Me pidió
disculpas pero era lo único que había.
Pero sólo era el principio. Por la tarde me he ido a un museo, detrás del que había una aparente pequeña montaña. Me he adentrado por ella para pasear. Kilómetros de sendas en una naturaleza agreste y poco modificada por el humano, sólo sendas y algunos carteles. He llegado cuando ya estaban terminando las horas de sol a una cima donde había un montículo realizado con aportaciones de piedras de los caminantes, como el monte del camino de Santiago pero más pequeño. He aportado mi piedra junto a un cartel que pone montaña de la esperanza en coreano. Eso me han dicho. Y me he dispuesto a bajar antes de que se hiciera de noche. Por mucho que bajaba no había forma de llegar a la base. Cada vez más deprisa viendo que se me echaba la noche encima. Por fin, entre la floresta he divisado un edificio y me he dirigido a él. Cuando he llegado, estaba todo vallado y no podía salir del monte. Sorprendente. Más oscuridad y a deshacer lo andando para llegar a otro sendero. Por fin he llegado ya de noche a un lugar con edificios. Pero sin personas. No tenía ni idea de dónde estaba. Había llegado a otro punto de la base de la montaña. Por fin he encontrado a un ser humano. No sabía cómo sacarme de allí. Me ha acompañado hasta un edificio y desde allí un amable coreano me ha sacado a través de otros caminos hasta que he llegado al tumulto de coches, ruido y contaminación que me ha devuelto a algunas referencias que ya conocía para llegar a casa.
Tengo que encontrar un plano que me permita orientarme en esta ciudad de unos catorce millones de habitantes donde todo el mundo parece saber dónde va, menos yo. 

1 comentario:

  1. Vaya estrés me ha dado leyendo esto... ¿Pero no sabes agenciarte un mapa en condiciones antes de salir de casa? Un teléfono con gps ya sería la hostia, pero creo que es excesivo para tí...

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