Albania. Los burros.
Tengo un burro. En este mismo blog aparece en varias ocasiones. Tengo un
burro porque mi abuelo tenía otro burro con el que iba a trabajar,
sobre el que se montaba, al igual que muchos otros abuelos, y a los que
en muchas ocasiones se maltrataba, porque era un burro que dolía cuando
se moría, un poco por el apego que se le había cogido y un mucho porque
había que hacer un desembolso económico para adquirir uno nuevo para que
trabajara como un burro.
Teniendo yo un burro, con un amplio espacio para vivir y pastar, he
querido que disfrutara lo que no han hecho sus antecesores. Sólo me he
puesto sobre sus lomos en alguna ocasión durante unos segundos, sin que
ello supusiera un esfuerzo para él más allá del que puede suponer que yo
tuviera a un niño sobre los míos. Lo voy a ver todos los días, excepto
cuando estoy de viaje que siempre tengo a un cuidador que me sustituye.
Cuando veo un burro siempre me llama la atención y siempre le doy
recuerdos de parte del mío. Son complicidades. Cuando veo que maltratan a
los burros, en muchos países donde todavía forman parte de la economía
familiar, bastante habitual, me enervo.
En Albania vi trabajar a algún burro y tratado con corrección. Pronto
quedarán sólo los que algún caprichoso de alma borrica quieran
homenajear a sus ancestros.
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