Cluj Napoca. 15/9/2019
Hoy he aterrizado en tierras rumanas. La primera sorpresa
que me he llevado es que he visto a tantos rumanos como en Alcañiz, mi pueblo,
si no son más. La única diferencia es que no hablan todos español. Pero sí que
he encontrado bastantes que lo hacen. Anca, la dueña de la casa donde me
hospedo va mejorando su español por momentos y es que tiene pocas oportunidades
de practicarlo. Cuando he llegado esta mañana apenas balbuceaba alguna palabra,
en cambio por la noche ya ametrallaba frases enteras. ¿Y cómo lo aprendió?
Viendo telenovelas hispanoamericanas. Lo entiende casi todo, pero no tiene la
soltura de hablarlo.
Estando al mediodía en Cluj he preguntado a unas nativas.
Enseguida han descubierto mi acento español y una de ellas, aunque con mucho
acento, hablaba perfectamente, con los verbos bien construidos. ¿Cómo lo
aprendió? Viendo telenovelas. Lo curioso, le he dicho, que no tiene acento
sudamericano.
Más tarde, al querer comprar un billete de autobús y que el expendedor no me atendiera porque no tenía ningún interés en esforzarse, he preguntado ¿alguien habla español? y una chica muy amable me ha hecho de intérprete. También había aprendido con las telenovelas.
Unos días más tarde en Bucarest, en la casa donde he estado viviendo, la chica balbuceaba el español por el mismo motivo.
Más tarde, al querer comprar un billete de autobús y que el expendedor no me atendiera porque no tenía ningún interés en esforzarse, he preguntado ¿alguien habla español? y una chica muy amable me ha hecho de intérprete. También había aprendido con las telenovelas.
Unos días más tarde en Bucarest, en la casa donde he estado viviendo, la chica balbuceaba el español por el mismo motivo.
He llegado a la conclusión, porque también he encontrado en
otros países a otras mujeres que hablaban bien el español gracias a las
telenovelas, que han hecho por la divulgación del español más las telenovelas
que el Instituto Cervantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario