Todas las poblaciones
suelen tener un gran parque que sea el pulmón de la ciudad y también
lugar de desahogo. Como pulmón La Habana necesitaría uno en cada
uno de los almendrones, que son esos viejos Chevrolet de los años
cincuenta que circulan, no se sabe cómo, llenos de remiendos y capas
de pintura por todas partes. Son muy contaminantes, aunque un
conductor me dijo que consumían poco. Debe ser así, porque si no es
difícil entender que cobren tan poco de una carrera.
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Estados Unidos no tiene embajada en Cuba (ahora posiblemente
la abran). Tienen una especie de agregado comercial que funciona
como una seudoembajada. Desde sus ventanas ponían información
y mensajes anticastristas. Para que los cubanos no los vieran,
construyeron un pequeño monte delante en el pusieron decenas
de mástiles con banderas. Los americanos dejaron de enviar sus
mensajes, pero el monte sigue con sus mástiles en los que izan las
banderas en momentos significativos. Pueden ser de muchos países
o todas cubanas.
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Los parques también son
lugares de recreo y esparcimiento. La Habana tiene abundante
vegetación por todas calles, en muchas demasiado abundante. Sin
embargo carece de una, o mejor de varias zonas, de esparcimiento. El
parque Lenin cumple esa función, pero llegar hasta él desde el
centro es eterno si se utilizan los autobuses, con al menos un
trasbordo y la consiguiente espera, que puede ser fácilmente de una
hora. La otra opción es el taxi, que si se comparte no sale
excesivamente caro, pero si se va solo es muy cara la visita al
parque.
Se puede disfrutar de un
día de campo, de comida barata y del espectáculo de las familias
cubanas jugando al béisbol, paseando a caballo o haciendo carreras
con los caballos y sus hijos montados a la grupa.
Es muy grande, enorme y
paseando, mucho, se puede llegar hasta Expo Cuba, que si hay feria
puede ser entretenido, para hacerse una idea de con qué comercian y
en qué condiciones.
He paseado, poco, por el parque y he asistido a la feria que se inauguraba hoy. En la entrada había cola de cubanos que querían entrar. No les dejaban. Cuando me han visto a mí los guardias que controlaban el acceso me han preguntado que de dónde era. He dicho que de España y me han franqueado la entrada. A los cubanos no les estaba permitido entrar. Es uno más de los muchos desprecios que sufren los cubanos en su propio país frente al trato de los extranjeros.