jueves, 24 de mayo de 2012

La vida

Primero se celebró la boda

En la isla de Gozo llevan unos años celebrando un festival que pretende atraer a todo Malta. No es nada del otro mundo, con muchas actuaciones mediocres de los escolares locales, con grupos también locales que deentonan a menudo, con ballets poco acompasados, pero el ambiente es bueno, las calles están animadas y detrás de una esquina te puedes encontrar a unos lanceros del XVII o a un grupo de soldados que vienen de arriar la bandera a la puesta de sol con su tambor y sus trompetas.

En otro rincón puedes escuchar a unos emuladores de los Beatles y en una plaza a dos abueletes tocando rock con sus guitarras eléctricas y con el cantante que se había dejado, no sé si intencionadamente, la dentadura en casa.

Y luego los novios no pudieron resistirse a fotografiarse
conmigo mientras saboreábamos una copa de vino moltís.
El colofón del día lo puso el regreso a casa. Cogí primero un autobús que me transportó hasta el ferry, luego hice la travesía del mar y finalmente deberá coger otro autobús hasta mi casa. Pero eran las doce de la noche y ya no había autobús. Sólo podía ir a otra población a unos seis kilómetros y allí buscarme la vida. Vamos, no buscarme nada, porque a esas horas están cerradas hasta las puertas del infierno. Alguna solución tendría, pero no hizo falta porque un matrimonio se ofreció a llevarme en su pick up y me dejo cerca de la puerta de mi casa.

En el trayecto fuimos hablando de lo importante que era el inglés y de que lo hablaban todos los moltises, esto era con la mujer, porque el marido no sabía ni una palabra de inglés y tenía que andar traduciendo nuestra conversación, la mujer, al motís.

Finalmente, pasada la una de la madrugada, he llegado a casa. Las distancias en Malta son pequeñas, pero los autobuses y los recorridos las hacen eternas.

Las mujeres de la casa me estaban esperando despiertas. Han dicho que no estaban preocupadas. Han dado un toque de normalidad a la excepción de estar levantadas a esas horas con unos ojos enrojecidos por los nudillos de las manos. 

miércoles, 23 de mayo de 2012

Entender inglés

A los extranjeros, sobre todo los de escasas vocales y pronunciación abierta nos resulta muy difícil aprender inglés.  Pero después de varios intentos he encontrado la clave con la que si consigues dominarla puedes entrar con facilidad en este idioma.
Esta es la cara que se le quedó a la moltisa
cuando le propuse la prueba del puzle. Es el
atuendo de una señora de pasta para evitar que
le moleste el sol y el viento. En las manos lleva
unas sujeciones para controlar el vuelo de la toca.
Con un ejemplo resultará muy fácil ver dónde está la clave.
Si presentamos un rompecabezas a un español y a un inglés, los dos verán lo mismo.  A continuación si les hacemos escribir qué han visto, los dos escribirán lo mismo. Sin que uno a otro vea el contenido de su escritura, un juez imparcial verá que ambos han escrito: PUZLE.
Ahora iremos al español y le diremos que lea lo que ha escrito y dirá puzle. A continuación le diremos al inglés que lo lea y nos dirá PASEL y se quedará tan ancho.  Ya podemos decirle que no hay ninguna A, que no hay ninguna S, que delante de la Z no hay ninguna E. Y aún podremos decirle más historias, que cuando acabemos y le pidamos que nos lo lea volverá a decir PASEL y por mucho arrojo, por mucha tozudez, por mucha paciencia y muchos argumentos, se encogerá de hombros y una y otra vez dirá que ahí pone PASEL.
Si eres capaz de entender la clave del ejemplo anterior, el inglés es sumamente fácil de aprender.

martes, 22 de mayo de 2012

Pétreos cementerios

Postales en el día de la madre.
En Gozo vi los prolegómenos de un entierro. Un entierro en blanco y negro. Todos los asistentes, sin excepción, vestían de blanco y negro, traje negro y camisa blanca, incluidas las mujeres y los niños. No llevaban coronas. Cada uno aportaba su propio ramos de flores. Cuando he visitado un cementerio he podido comprobar cómo la relación con los muertos continúa como si tal cosa. En una tumba estaban las postales que recientemente habían depositado en el día de la madre.
Los cementerios son pétreos. No sé de dónde sacan tanta piedra estos moltises, pero por todas partes hay bloques abandonados que dan ganas de salir una noche y llenar camiones. Las casas son de piedra, excepto en los apartamentos costeros. También las tumbas lo son y también el suelo de los cementerios.
Es tanta la piedra que hay por todas partes que cuando me han informado sobre los bomberos me han dicho que en Malta no hay. En el hipotético caso de que hubiera un incendio son los voluntarios los que acudirían. Pero ¿qué va a arder si todo es de piedra?

lunes, 21 de mayo de 2012

Otras puertas

En otros viajes, a veces, me ha acompañado gente que ha lastrado mis pasos, que ha ido penando mi natural curioso y escudriñador.
Los castellanos volvieron a pasear por las calles de Gozo.
Viajar solo (sin compañía) tiene inmensas ventajas. Caminos que las compañías te cierran, porque hay que priorizar, porque hay que contentar, porque hay que ceder,… esos caminos son abiertos por la soledad. Detrás de los muros que otros vetan siempre hay vida.

Hoy he estado en Gozo, que es la segunda isla en extensión de Malta. En su capital, Victoria, se celebraban unas fiestas populares con música, desfiles, danzas, representaciones del pasado histórico de la ciudad,…  Ha estado muy bien, muy colorido, muy sonoro, sensitivo. Pero muy oficial, sobre todo comparado con lo que la tarde me deparaba. Perdido por las calles, de repente he encontrado una población totalmente distinta en la misma ciudad. Gente al margen de las celebraciones, bulliciosa, callejera, parlanchina, alborotadora, alborotada también. Hasta el sol parecía distinto. El ambiente era más cercano a algunas poblaciones marroquíes que a cierta sordidez que veo diariamente en los malteses.
Ignoraban que tenían a un aragonés infiltrado.

El bar, no es de una asociación, es un punto de encuentro abierto, lugar de charla, de intercambio. Lugar donde un té cuesta 30 céntimos, la cerveza poco más que en el supermercado y los ocupantes de la terraza somos lugareños. 

Las mesas se comparten con desconocidos. Desconocidos momentáneamente porque enseguida formamos parte del mismo círculo.
Curiosa esta puerta abierta en la ciudad que he ido pasando y traspasando según iba acudiendo a uno u otro acontecimiento.

domingo, 20 de mayo de 2012

Urgando en Malta

Voy posando con los novios que me encuentro. Para quien se 
lo pregunte existe una razón muy importante: es muy divertido.
Se lo pido a los novios. Se lo pido al fotógrafo de los novios y 
nos reímos un rato, les deseo felicidad y esas cosas.  Y todo 
sin coste alguno. Magnífico.
Hace unos años tuve de compañeros de viaje a unos auténticos viajeros. Su mayor preocupación era viajar, estar en sitios, coger autobuses y trenes que los movieran de un sitio a otro. Tenían necesidad de ir tachando pueblos del mundo hasta no dejar ninguno sin ver. Yo fui viajero con ellos entonces. Sin embargo a mí me gusta saborear más los lugares. Ir hurgando, conociéndolos. Ya hace un tiempo que intento estar en cada punto al menos ocho días. Al poco tiempo te das cuenta que lo que te parecía no es. Que estás en otro lugar distinto.

Mosta, la ciudad donde estoy, sólo merece una visita de poco más de una hora para la inmensa mayoría de los turistas. Debo confesar que la vez anterior que estuve, ese fue el tiempo que ocupé en pasear por sus calles.

A pesar de ser mediterráneos viven poco en la calle. Pero estar con ellos significa descubrirlos. Ver esos detalles que hacen a las gentes más diferentes que la existencia de una monumental cúpula o unas calles empedradas.

Bosque de Buskets con su castillico y todo. 
Poco a poco voy descubriendo el Mostar que está bajo la apariencia. Desde mi casa se escucha música todas las noches y ya he estado en la escuela de baile que la produce. A unos pocos kilómetros tienen un parque, que llaman parque nacional y que es minúsculo, que me he recorrido de cabo a rabo, sin encontrar a nadie más. En el parque he descubierto una contribución de los emigrantes malteses que cuando vuelven plantan un árbol con el nombre de la familia. Después de una larga caminata llegué hasta el gran bosque maltés que está en Busketts y que me recorrí casi de un extremo al otro. Son de las cosas que no figuran en las guías pero que son las que hacen realmente atractivo y distinto a los lugares. Y además he estado con novios o modelos, no lo sé muy bien, he estado preparando proyectos con moltises y sigo descubriéndolos cada día. Cada día que pasa me doy cuenta de cuántos días más me harían falta. No los habrá.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Más de bares malteses


La fauna que habita estos bares es peculiar. Casi todos son hombres que pasan de los cincuenta. Los que no lo son, aunque tengan 30 tienen las formas de los mayores. Son como los juveniles del equipo. Cuadrados, con ademanes dejados, con una buena barrera de cervezas consumidas por si hiciera falta hacer frente al enemigo y un continuo danzar de un sitio a otro como si el bar fuera su cuarto de estar.
Hornacina con santo presidiendo la sala de billar de un bar.
Mujeres es difícil encontrar a alguna, si no es detrás de la barra, pero las que están también responden al mismo patrón. Pasan de los 60, tienen el aspecto de decir aquí estoy yo mientras mi marido está fregando y siempre con un cigarro. Por supuesto está prohibido fumar en los bares, pero eso es algo que sólo están obligados a respetar los no fumadores.

Las comidas van rotando a lo largo de todo el día con la bebida. También se consume mucho té.  Generalmente tienen un recipiente con té concentrado. Cuando pides uno, sacan un poco del recipiente, le añaden agua caliente y ya está listo para beber. La infusión llevaba horas hecha.

En los bares también se juega a las cartas. Se juega fuerte, económicamente, porque las voces son un continuo susurro.Siempre están de fondo.

El juego de cartas que parece ser el más popular, es una especie de "subastao" que en moltís denominan algo así como el millar, pues se trata de hacer mil puntos. Todavía no sé jugar, pero estoy en ello, unos jugadores moltises que acuden al bar donde como ya se han puesto a impartirme las primeras clases.

martes, 15 de mayo de 2012

El grave error de Carlos Marx

Carlos Marx se equivocó bastante en sus planteamientos, aunque también muchas de sus teorías han sido buenas y no se entendería la sociedad actual sin su filosofía. Pero tuvo un erro de bulto. No tuvo presente en sus clases sociales la labor interclasista que tiene el fútbol.

Puede haber cinco millones de parados e incluso seis. La cuerda estará tan tensa que cualquiera podrá pronosticar una revolución. Pero no llegará. En cambio, si se suspendiera la liga de fútbol, la revuelta sería inminente. No es ninguna broma por duro que parezca. El fútbol mueve más gente que os indignados y los dignados juntos.

Estaba tomando la fresca en Mosta un día de estos por la noche y comienzo a escuchar bocinas de coches, gritos, comienzo a ver banderas por todas partes, a grupos de jóvenes que se dirigían en grupos cantando himnos portando banderas enormes y camisetas semejantes. De verdad, no entendía qué ocurría. El lector tendrá una predisposición para saber que era fútbol, pero yo en ese momento no lo imaginaba. Así que pregunté a unos malteses que como yo estaban atónitos ante el espectáculo.
Es fútbol me dijeron. Pensé que serían aficionados del Manchester o del Chelsea que había ganado la liga. No, son del equipo de Mosta. ¿Ha ganado la liga? Qué menos para tanta celebración. No, ha subido a primera división.

Recapitulemos nuestros conocimientos históricos. El Mosta, un equipo que ni siquiera tiene capacidad para aportar ningún jugador a aquella selección de Malta del 12 a 1, subía a primera división y se armó la de la Cibeles. No podía salir de mi asombro, pero aún me faltaba ver a un autobús descubierto paseando por la ciudad entre vítores y banderas a los jugadores capaces de haber conseguido tremenda hazaña.
En Mosta, ni Cibeles, ni Neptuno, al bar.

Menos mal que el otro Marx, Groucho dio en el clavo.

lunes, 14 de mayo de 2012

Corriendo y recorriendo Malta

Recién llegado, después de pasar por las penurias
de las autopistas y con mi equipo de supervivencia
a la espalda.
Antes de llegar a Malta pensé en la posibilidad de recorrer la isla corriendo. No era algo decidido, pero llevo una semana y casi lo he hecho. Desde Mosta en el centro ya he estado en el sur, Marsalokk un pueblo pescador, en el este (Sliema y San Julián), en el oeste (Dingli) y por el centro (Medina y Rabat). Sólo me falta el norte.

Hoy he ido hasta Marsalokk. Cuando he llegado al sur, después de comer he entrado en un bar y justo en la entrada un hombre se dirige a mí y me dice que yo había venido desde Mosta corriendo. Le contesto sorprendido que sí y me dice que me había visto correr por las calles.

Correr por Malta entraña cierto peligro. Aunque los coches no circulan a gran velocidad, en algunos tramos hay que ir por una autovía que no tiene arcenes lo que obliga a tener que olvidarte del miedo pues de lo contrario no podrías dar un paso.

En estos desplazamientos llevo conmigo un equipo de supervivencia en una pequeña mochila, con una manzana, dos barras energéticas, agua y un libro, una libreta y un bolígrafo.

Cuando llego, observo, escruto, elijo y luego leo en el mejor sitio que el día ha reservado para mí. Siempre son buenos sitios. Hoy era junto al mar, en una terraza donde ya había estado hacía tres años. Tomando un té caliente e hidratante con el infinito a mi frente y otro tanto a mis espaldas. Envuelto en soledad.  ¡Qué hermosa sensación!

Característica embarcación del sur de Malta con el ojo que observa
a los peces.
Correr, depender únicamente de tus medios físicos, recorrer un país saludando a gente, preguntando a otros, sorprendiendo a alguno que te insiste en que debes coger un autobús es algo que sólo puede comprender quien lo hace. A algunos les parecerá una locura. Pruébalo. Pocas cosas tan baratas y tan reconfortantes existen.

En todos los sitios estoy. Ya no estoy de paso en ninguno. Ayer recibí la noticia de la muerte de otro amigo. Un ataque al corazón acabó con todo su futuro. Otro amigo me dijo: “somos lo que nos queda”. ¡Cuántas veces olvidamos esa gran verdad! Somos lo que nos queda. Y cuántas veces aún teniéndola presente no actuamos como si fuera el último momento. Hay que vivir. Hay que vivir. Hay que vivir, pues el día en que no nos quede futuro se está acercando vertiginósamente hacia nosotros. 

domingo, 13 de mayo de 2012

Misa eritrea

Portada de la iglesia de los eritreos.
En Mosta vive una pequeña comunidad eritrea. Posiblemente sea la única comunidad que no tiene bar. En vez de bar tienen iglesia. Me invitaron a su culto. Así que yo que no desperdicio ninguna ocasión para acudir a sitios diferentes estaba a las diez y media de la mañana en su local. Unos sesenta eritreos, de raza negra y un blanco, que soy yo. Me han recibido con los brazos abiertos. La celebración era en uno de las distintas lenguas que tienen los eritreos. Así que me han puesto un traductor para mí sólo.

¡Digno de una película!, pero de la típica película que el espectador dice que el guionista se ha fumado una docena de porros antes de escribir.
El predicador gritando. Los asistentes entrando en trance y cantando y moviéndose. Mi traductor entraba en trance con las manos levantadas, salía del trance, me daba una explicación en inglés y volvía a entrar en trance.
Mi mente alocada con uno que me gritaba en eritreo y otro me hablaba en inglés, uno por cada oreja y en mi interior la locura, el desconcierto.

La técnica la utilizan de maravilla. Comienzan pidiendo arrepentimiento. Los asistentes al culto de rodillas unos, sentados otros, unos con la cabeza “sentada” en una silla, debían estar sentando la cabeza. Otros llorando. Luego comienzan los cantos. El predicador dirigiendo a todos, cantando, animando a cantar, con un micrófono dejando que el “público” siguiera la letra, avanzando las estrofas para que todo el mundo las cantara. Todo un show propio de grandes conciertos.
Al poco llamando a bailar. Cada uno bailando a su bola. Unos saltando, otros danzando, otros con movimientos repetitivos, otros en plan discotequero. He de confesar que yo mismo he acabado bailando. No podía quedarme como un pasmarote. Ha entrado un grupo de jóvenes blancos que venían a ver el espectáculo y también han llorado, han bailado. Me he preocupado. Estas técnicas de movimientos de masas siempre triunfan.

Luego ha venido lo mejor. Un predicador distinto ha señalado un punto en la Biblia y ha comenzado a disertar sobre él. El predicador gritaba enfurecidamente y mi traductor me iba traduciendo al inglés. Mejor que seguir con la narración que alguien lo imagine. Porque el predicador era el típico predicador que enerva a las masas gritando sin parar, de vez en cuando bajando la voz casi hasta un susurro y luego volviendo a gritar.
Después de una hora de traducción simultánea le he dicho a mi traductor que ya tenía bastante iesus (que es como sonaba el nombre de Jesús en eritreo) por hoy, que me iba. Posiblemente me haya perdido la comida eritrea que venía después, que también me hubiera encantado. Otra vez será.

jueves, 10 de mayo de 2012

Recuerdos

Aunque esta imagen es de La Valeta, también
forma parte de los recuerdos, pues aquí vimos una
película española de miedo. Las alemanas no entendieron
nada pero dejaron sus uñas en las butacas. Luego tuvimos
que explicarles la película y entonces supieron por qué
habían pasado miedo.
Hace tres años y medio que estuve viviendo aquí en Malta. Estuve en Sliema y en San Julián, unas poblaciones costeras.  Desde mi regreso no había vuelto. Así que ayer me puse las zapatillas y la camiseta y me fui corriendo hasta allí. La ruta tenía un especial significado para mí pues fue en esas poblaciones donde comencé mis primeros pasos para entrenarme para el maratón con Suzanne, una alemana también maratoniana que vivía en la misma casa.

El recorrido hasta Sliema es duro puesto que tuve que ir corriendo en algún tramo hasta por autovía sin arcenes, cierto, pero la sensación de estar solo ante el peligro resultaba enormemente placentera. Cuando llegué a Sliema todos los recuerdos, las imágenes, sensaciones, incluso las formas de cómo iba cuando salí a correr el primer día me vinieron poco a poco, dosificados, para administrar mis emociones. Pronto comencé a ver otros corredores, colegas como les llamaba Suzanne y fui junto a la costa. Pronto vi el restaurante Milano, que me servía de referencia para llegar hasta casa los primeros días, luego más adelante me reencontré con una enorme bola de granito que flota sobre el agua. No puede resistir la sensación y la volví a mover para cambiar la dirección del mundo. La bola rodó en otro sentido, pero no el mundo.
Más de tres años después sentí la sensación de que no había pasado el tiempo por mí, sino yo por el tiempo. Más viejo, por supuesto, pero más fuerte, más rápido, con al menos el mismo número de proyectos, con la misma necesidad de vivir muchas vidas para poder desarrollarlos, con la sensación de que no hay más vida que esta y con futuro.

Llegué hasta la cima de San Julián y ya de vuelta paré en un bar donde varias noches estuve escuchando música irlandesa en directo detrás de una cerveza. Faltó la música pero no la cerveza. La vuelta ya fue en autobús.

miércoles, 9 de mayo de 2012

La torre de Babel

Creyentes o no deberán aceptar que Dios se pasó con lo de la torre de Babel. Aquí estamos una parte del mundo sin entendernos con la otra. No por culpa de las ideas, sino del idioma.

En clase, para practicar inglés, hablamos de nuestra vida. Yo me puse a hablar de Einstein, mi burro. El tema gustó al resto de los compañeros, sobre todo por el trato humano que tengo con él. Tanto caló ese trato que una compañera me preguntó que si comíamos juntos. Le dije que me parecía excesivo. Seguí respondiendo a las preguntas y al rato la misma compañera me preguntó que si caminaba sobre dos patas o sobre las cuatro. La sorpresa me desbordaba. No entendía que hiciera esa pregunta, sí que dispenso un buen trato a mi burro y hablo bien de él, pero hasta que mi interlocutor piense que puede caminar a dos patas me parece excesivo. El resto de la clase también se sorprendió y comenzó a rebuznar para hacerle ver que un burro no podía caminar a dos patas. Ella se encogió de hombros.  Luego yo me fui con la risa contenida por la sorpresa.
Mi hija me resolvió el problema. Donkey (burro) se diferencia de monkey (mono) en una sola letra. Cuando yo hablaba de mi burro, mi compañera pensaba en mi mono. Esta mañana hemos deshecho el entuerto y hemos echado unas risas. Abundantes risas.

martes, 8 de mayo de 2012

El reloj de Mosta

Este reloj marca de forma mecánica el día y el mes.
A la lista de lugares comunes y recursos que repito en mis viajes voy a tener que sumar la del interés por los relojes. Ya me pasó en Niuyork que tuve que remover media ciudad hasta saber el motivo de la existencia de uno (si buscas más abajo encontrarás la explicación y la respuesta) y ahora me vuelve a pasar aquí.
En Mosta, que es la población donde estoy, hay una iglesia de enorme cúpula que la vienen a ver los turistas que se acercan por aquí, que no son muchos. Me llamó la atención que en la fachada figuraran don relojes. Acostumbrado a la economía alcañizana donde si hay algún reloj en una iglesia es para indicar que un reloj no tiene por qué marcar las horas, que hubiera dos, me resultó llamativo. Me fijé más y comprobé que uno marcaba la hora y el otro resultaba extraño con letras y números. ¿Qué indica? Las respuestas fueron ¿cómo que el reloj de la derecha no marca las horas? Pues esta  mañana mismo he ido a misa y no me he dado cuenta. La explicación más seria me dijo que no era un reloj, que era una pintura, como si hubiera necesidad de guardar la simetría. Pero insistí hasta que he podido saber que el reloj de la derecha en realidad es un calendario que las letras marcan los meses en moltís y los números son los días del mes. Todavía no he podido averiguar si funciona mecánicamente o alguien todos los días sube a la torre a darle a las manecillas para ponerlo al día. Estoy en ello.

lunes, 7 de mayo de 2012

Más Malta


Son tantas las vistas espectaculares que pueden disfrutarse
en Malta que uno acaba acostumbrándose y considerando
normal la abundancia de piedra en la construcción.
No hay güisqui maltés.  Parece ser que lo que hay son halcones, pero no he visto ninguno. Estoy estudiando inglés, que ya es decir. Le pongo voluntad pero mi neurona no da abasto yendo de un lugar a otro por el disco duro de mi cerebro intentando traducir simultáneamente las palabras que escucha. Pero no puede. Se agota, se rinde y deja que las palabras inglesas vayan fluyendo mientras mi cara va intentando poner la expresión que dé a entender que comprendo. Pero mi interlocutor sabe que es una mueca.  Aún me quedan días.

Estoy viviendo en una casa maltesa, con una familia de dos miembros, madre e hija. La hija pasa de mí, pero la madre me da la impresión de que necesita un hijo mayor, de mi edad. Como hoy era mi primer día de clase estaba empeñada en acompañarme hasta la puerta de la escuela  como cualquier madre a su hijo que por primera vez va a ser independiente, como si tuviera que presentarse conmigo ante los profesores. Le he dicho que no, que sabía ir solo, pero me ha insistido una y otra vez. Al final, no me ha acompañado, no estaba dispuesto a tanto.  Ayer noche me dijo a qué hora tenía que levantarme, tenía que desayunar y tenía que partir a clase para no llegar tarde. No tengo problemas para calcular tiempos y para llegar puntual. Al final quedamos que a las 8:15 tomaría el desayuno para que me diera tiempo a llegar a las 9 a clase. La escuela está a 7 minutos. A las ocho menos cuarto ya he oído que se levantaba a preparar el desayuno. A las 8:10 no ha podido esperar y me ha llamado pensando que pudiera haberme quedado dormido, ¡qué vergüenza! A las nueve menos cuarto he pensado, me va a venir a llamar. Me ha llamado. Por fin me he ido mientras deseaba que pasara un buen primer día de clase. Ya en la calle, no me he girado, pero la he imaginado en el balcón viendo cómo se alejaba su hijo estudiante.

Cuando he salido de compras para proveerme de mi ración de frutas, he escuchado a dos mujeres que negociaban la compra de plátanos. De Zaragoza. El mundo es un pañuelo.

domingo, 6 de mayo de 2012

Malta. Un país diminuto.

Malta es un país diminuto, tanto que cabría dentro del término municipal de Alcañiz y sobraría un buen pellizco. Pero en tan reducido espacio tienen de todo, su universidad, su sistema sanitario, su ejército, sus partidos políticos, su gobierno y oposición su televisión nacional,... Y además no tienen paro. Encontrar un trabajo no te lleva más de tres o cuatro días. Por la calle se pueden ver carteles buscando a dependientas, camareros, gente para la dirección,...

A pesar de su pequeñez geográfica los malteses tienen una fuerte conciencia de estado que lo llevan a los temas más insignificantes. Las distancias no pueden ser grandes como es lógico, pero nadie sabe los kilómetros que separan una población de otra. Hablan de los del sur, que están a quince kilómetros, como pescadores rudos que sólo hablan el moltís que es la lengua local y no el inglés.
Hoy he salido a correr. Cuando he dicho dónde iba (unos nueve kilómetros de distancia) se han llevado las manos a la cabeza. Algo así como si hubiera dicho en Alcañiz que me iba corriendo hasta Cáceres. Estoy viviendo en el centro, en Mosta, e iba a un pueblo costero. En el recorrido he tenido que preguntar a un par de personas por la dirección correcta. Para ir en autobús ¿no?  Me preguntaban. No. No lo podían entender.
Por la tarde he estado en Valeta, la capital. Recordando algún paseo que había hecho hace tres años. Algunos cambios importantes, el primero que la enorme circunferencia de autobuses amarillos que estaba a la entrada ha desaparecido. Se han diseminado las paradas y han comparado autobuses nuevos que son verdes. Los viejos autobuses amarillos no los he encontrado ni en las ventas de recuerdos. Otro cambio son las obras que están haciendo una vez entras en la ciudad vieja. Un enorme edificio que imagino habrá tenido controversia, y si no, es porque yo no estaba aquí.

Por la tarde, leyendo en un banco, han venido a compartirlo conmigo (el banco, no la lectura) una pareja de personas mayores, un poco más viejos que yo. Para amenizar mi lectura han puesto en marcha un transistor, de los que también era más viejo que yo, con su antena telescópica y todo. Como buena tarde de domingo han puesto sus partidos de fútbol en moltís y cuando descansaban en las crónicas los periodistas y ponían música, cantaban el estribillo.  Muy agradables. En cuanto han visto otro banco vacío se han ido allí.
Al final los domingos son muy parecidos en todas partes. Un amigo mío merengue decía: “Las tardes de los domingos no me las alegra ni un cinco cero del Real Madrid.”

jueves, 3 de mayo de 2012

Me han pillao

Los productos marroquís son muy baratos. Se basa en la mano de obra muy mal pagada. Diez o doce horas diarias de trabajo por unos 200 euros al mes. La variedad de su alimentación es poca y sus vestidos deben durar más que el celibato de un obispo que no sea pederasta. Pero aún hay una realidad más dura. Parte de los precios baratos se debe a los muchísimos niños que están trabajando, por supuesto sin escolarizar, y en unas condiciones de higiene, de luminosidad, penosa. No hace falta investigar. En los zocos se puede ver a esos niños de diez o doce años, algunos menores, trabajando.
Pero el gato sí.
Los niños trabajadores no querían dinero
Me he acercado a unos con intención de hacerles una fotografía para ilustrar este comentario. Antes de que les pidiera permiso, ellos se me han adelantado pidiéndome que les hiciera la foto. Les he dicho que no les iba a dar dinero. Y me han respondido que ellos no me lo habían pedido, que no lo querían, que sólo querían que les hiciera una foto, si yo quería. Me he sentido reconfortado y con cierto remordimiento por tratar a todos por igual, pensando que sólo piensan en pedir dinero por cualquier movimiento que haga un turista. Me han vuelto a insistir, para que me quedara claro que no querían dinero. Les he hecho la foto y luego han sacado un gatito en una cesta que estaba junto a ellos y yo no había visto. Me han animado también a fotografiarlo. Lo he hecho. A continuación me han dicho, el gato no tiene qué comer, necesita dinero para su comida.  ¡Cómo me han atrapado!

Ancianos a la conquista del mundo

Casi en todos los casos los nuevos conocimientos vienen acompañados de un correo electrónico que nos mantendrá unidos eternamente cualquiera que sea la distancia que nos separe. Pero no siempre. Hoy he conocido a un alemán, Tom, que me ha dicho que él no tenía tiempo para los correos. Cuando estaba viajando porque viajaba y cuando trabajaba porque estaba todo el día trabajando.  Nos hemos echado unas risas y más abrazos y despedidas que el tiempo que hemos compartido. Ha llegado hoy a Marrakech y venía de Gibraltar.
Corrado y yo tenemos carro, burro e ideas. No necesitamos más.
Con quien sí que he intercambiado correo ha sido con Corrado, un italiano un poco más anciano que yo y que también va viajando solo. Hemos hecho una intensa relación, tanta, que hoy tenía previsto irse a otra ciudad y lo ha pospuesto para mañana para estar esta tarde juntos. Ha trabajado como profesor y periodista. Ahora está jubilado y va viajando y buscando por el mundo dónde invertir sus ahorros antes de que el gobierno italiano se los quite. Su determinación me ha hecho cavilar mucho. Y se lo he dicho.
Pero hemos comenzado a hacer proyectos. Hemos revuelto con nuestras palabras medio mundo, hemos creado empresas de distribución de aceite, hemos comercializado aloe vera y botellas de litro, hemos conseguido los mejores precios de azafrán y hemos repasado nuestras vidas, nuestras aventuras, nuestros recorridos, sus recuerdos fantásticos de las fiestas del Pilar de Zaragoza y muchas más cosas.
Vive cerca de Milán desde hace muchos años pero es siciliano. No había conocido antes a un siciliano, pero me ha dado la imagen que yo podía tener de ellos y me lo ha confirmado. Sí es un auténtico siciliano. Tiene tres hijos que pasan de los treinta, pero Corrado sigue marcando el ritmo, sus hijos a duras penas le siguen. Su mujer lo deja por imposible.
Hoy casi ha cerrado un trato para comprar unas tierras cerca de Marrakech a un buen precio donde plantará hierbas aromáticas que vamos a exportar juntos.
¡Qué aventura! ¡qué enlace de historias rocambolescas! ¡cómo nos hemos ilusionados los dos! y qué de proyectos tenemos pendientes.
Yo he quedado en organizar los proyectos. Le voy a enviar por correo electrónico un esquema a seguir y en unos meses nos vamos a ver para darles forma.  ¿Qué proyectos? ¡qué más da! Lo más importante es lo ilusionados que estamos los dos.
Que el mundo tiemble; dos ancianos están maquinando su conquista.

Las cascadas de Outzoud

Las cascadas de Outzoud están a unos 160 kilómetros de Marrakech. Mi objetivo era llegar hasta allí y volver a casa. No resultaba fácil. Tenía otro objetivo, sustituir a la peña de alemanes que se me ha ido por otra gente.
Para ir he usado un taxi colectivo. Los taxis colectivos son taxis en los que nos metemos seis personas además del conductor y que no arranca hasta que no se llena. Mientras, el conductor va gritando el destino para que posibles viajeros se apunten. La verdad es que no entiendo por qué se grita el nombre, como si alguien que pasara por allí dispuesto a comprarse unas mandarinas al oír el nombre dijera, pues me voy.
Escuálida manifa de la que me hicieron portavoz para Europa.
Mi primer destino era Azilal, una población que había leído en un libro de viajeros que era interesante de ver. La verdad es que el escritor debió cobrar alguna comisión porque no hay por dónde cogerla. Pero como toda experiencia desemboca en experiencias, ha coincidido que había un mercadillo curioso de montones de ropa y zapatos usados donde las personas se comportaban como personas y ninguno ha intentado ser mi guía ni venderme nada que yo no hubiera solicitado.
Al completar la vuelta al pueblo me he encontrado con una manifestación de una veintena de personas.  Me han dicho que protestaban por la situación de desempleo en que se encuentran los licenciados. Más adelante había un grupo de gente de unos treinta años que estaban protestando. Ellos eran los licenciados sin trabajo. Uno me ha llamado y me ha explicado la situación, después de 14 años de estudios, no tenían ninguna posibilidad de trabajar, vamos algo que todos conocemos. Me ha nombrado embajador de la noticia en España para que me hiciera eco de ella. Así que he sacado la libreta de viajero que me acompaña a todas partes y he tomado nota de lo que me han dicho.
Los estudiantes de la asociación A.N.D.C.M., que es una asociación que se fundó en octubre de 1991 (en esto me ha insistido muchísimo) y que tiene representantes en muchos países del mundo protesta por la situación de falta de trabajo existente para los licenciados que después de muchos años de estudio no pueden ejercer su profesión.
Uno no está a salvo de hacer tonterías. Así que
como vulgar turista posé de esta guisa con las
cataratas al fondo. 5 dirhams por el click
Pues como dice Sabina (salvando todas las distancias malsanas) en una canción, “les tenía que escribir una canción”. Yo les tenía que escribir una crónica.
Nuevamente a formar parte de la espera de quien quiere coger un taxi colectivo para ir hasta las cascadas. Sólo estábamos un abuelo y yo y el hombre me miraba con desesperación pensando que no saldríamos nunca. Me hacía gestos con los dedos indicándome que estábamos los dos solos y faltaban cuatro. Pero hemos tenido la suerte de que un coche había averiado y necesitaba unos mecánicos que fueran en el taxi. Se ha llenado y a las cataratas.
Realmente impresionantes. Sólo por verlas merece la pena el largo desplazamiento. Cae el agua desde una altura de unos 150 metros sobre un fondo rojo y luego va formando otras cascadas mucho más pequeñas que dan lugar a piscinas naturales.
He realizado una ruta senderista de aproximadamente una hora de duración, aunque no he llegado hasta unas grutas, que es donde acababa porque temía que se me hiciera tarde para regresar.
No había ninguna posibilidad de volver desde las cascadas a Marrakech. Sólo tenía la opción de ir hasta un cruce que está a unos 18 kilómetros y esperar a que alguien me cogiera. He ido hasta el cruce y recordando mi juventud me he puesto a hacer auto stop.  Me ha parado un coche que no iba a Marrakech pero me dejaba a mitad de camino. Me han dicho que a las siete y media pasaba un autobús. Entonces ante la posibilidad de no encontrar un lugar donde coger el autobús en la ciudad donde me dejaban, he optado por quedarme, ya se estaba haciendo de noche, en el cruce.
Cuando ya era de noche ha pasado un taxi colectivo que no había podido completar todas las plazas. Me ha traído a Marrakech.
El primer objetivo, ir a las cascadas y volver lo había logrado. El segundo tener una nueva peña no, porque he sido prácticamente el único rostro pálido que había en todos los sitios donde he estado. Sí que he tenido muchos compañeros de viaje y casi ninguno sabía hablar nada más que el árabe. Así que he tenido que tirar unas buenas horas de mis conocimientos de cartujo guardando noblemente mi silencio mientras los demás hablaban y reían.